En la reciente edición del prestigioso Festival Internacional de Cine de Venecia, la Mostra dejó un saldo positivo en materia de diversidad de género: en el corazón de este encuentro, el más antiguo en su tipo, hubo historias muy vitoreadas vinculadas a las identidades trans. Historias modestas, sensibles, conmovedoras, según reza la crítica especializada más rigurosa, que celebra la riqueza de miradas sobre un tópico que ha sido abordado de manera respetuosa, sin caer en clichés, a través de propuestas fílmicas valiosas que estuvieron presentes tanto en la competencia oficial como en sus secciones paralelas.
Acaso la más comentada haya sido Mónica, del realizador italiano Andrea Pallaoro, que hizo historia por tratarse del primer film en carrera por el León de Oro a Mejor Película con una persona trans en el papel protagónico. La actriz Trace Lysette, para más precisiones, que recibió una ovación de 11 minutos y medio (cronometrados) tras la proyección de la cinta, un momento que -a su decir- “se sintió irreal”: “La gente aplaudía, no paraba de aplaudir, y aunque traté de contener las lágrimas, me quebré al recordar lo largo que ha sido este camino para mí, como actriz y como mujer trans”.
Aunque el film no ganó el premio (este honor fue para All the Beauty and the Bloodshed, de Laura Poitras, documental que narra la extraordinaria vida de la fotógrafa Nan Goldin y su activismo para detener la fatal crisis de opiáceos en los Estados Unidos), el trabajo de Lysette fue señalado como una de las actuaciones más memorables del festival. “Ella es el lienzo, el pincel y el óleo que hacen brillar el film”, fue uno de los tantos elogios que recibió por su composición de una hija que vuelve a casa después de añares para cuidar de su madre, enferma terminal, que no la reconoce, interpretada por Patricia Clarkson.
Dijo Pallaoro, el director, que quería “contar la historia de una heroína moderna capaz de aceptar los traumas del pasado, de cicatrizar viejas heridas”, y asimismo “hablar de la complejidad de la dignidad humana y de las profundas consecuencias del rechazo”. De la cinta, la prensa destacó que la soberbia realización refleja notablemente la asfixia psicológica que sufre la protagonista, su incapacidad para mostrarse por completo. Se dijo además que Mónica es una obra sutil, modesta e intimista, desprovista de todo sensacionalismo, un bello retrato que se acerca a la transidentidad sin hacer de ella la única característica del relato o de su protagonista.
“La visibilidad de las personas transgénero sigue siendo un tema poco tratado por el cine mainstream”, remarca el director francés Sébastien Lifshitz, autor de films como Petite Fille (2020), docu donde filma el día a día de la joven Sasha, de 7 años, que nació en cuerpo de niño, y la lucha de su familia porque la chicuela sea feliz. En esta edición de la Mostra, Lifshitz presentó su más reciente trabajo: Casa Susanna, sobre el homónimo resort escondido en la zona rural de Catskills, Estados Unidos, un destino de fin de semana tranquilo y seguro para travestis y trans entre fines de los años 50s y principios de los 60s. Aquí el cineasta cede la palabra a varias mujeres trans que visitaron este oasis clandestino donde podían ser sí mismas sin miedo a la represalia social -y penal- en tiempos de extremo conservadurismo, entrelazando conmovedores testimonios con imágenes de archivo que muestran cómo era la vida en la comunidad LGBTQ+ hace más de medio siglo. Vale recordar que la existencia de este espacio fue conocida por casualidad, rescatada del olvido a mediados de los 2000 tras encontrarse fortuitamente, en un mercado de pulgas, fotos de Casa Susanna. Hallazgo que dio lugar a un fotolibro; y que también inspiró la obra teatral Casa Valentina, escrita por Harvey Fierstein, que debutó en Broadway en 2014, además de la citada cinta.
Por cierto: otra candidata a Mejor Película que tampoco se impuso fue L'Immensità, del italiano Emanuele Crialese, cuya presentación cobró un ribete aún más emotivo al revelar el cineasta que se inspiró “en mi propia infancia y adolescencia, porque nací biológicamente mujer”, hablando de su transición por primera vez en público. En el film, el realizador de larga trayectoria sitúa en la Roma de la década del 70 para contar la historia de Adriana, de 12, que no se reconoce niña, y busca el modo de explicar lo que le pasa a su mamá, Penélope Cruz, que a su vez padece tanto a su marido abusivo como a las asfixiantes convenciones de la época y encuentra un remanso de sosiego en el vínculo amoroso, cómplice con sus tres hijos.
Por lo demás, Le Favolose inauguró este año la sección Notti Veneziane. Esta cinta de la italiana Roberta Torre reúne a cinco entrañables amigas trans en una vieja mansión donde, entre risas y baile, recuerdan anécdotas y hazañas de sus años de juventud. También intentan subsanar una promesa involuntariamente incumplida a una amiga que murió prematuramente décadas atrás, sesión de espiritismo mediante. Además, en la Semana de la Crítica, se proyectó la obra alemana Aus meiner Haut, de Alex Schaad, que aborda alegóricamente el tema a partir de parejas swingers que viajan a una isla misteriosa y acaban intercambiando literalmente sus cuerpos con otras personas.