Los encuentros son un recorrido de temperaturas en el cuerpo, un desconocimiento del tiempo y una memoria que va y viene cada año en este hecho político que aún no tiene nada que se le parezca. Una acción que es encuentro y que ha podido construir el aborto legal y hoy tiene una declaración política conjunta que es la elección de la próxima sede en Río Negro, en Furilofche/Bariloche, ahí donde se detuvo a las mujeres mapuche que todavía siguen presas.
Porque la superposición de talleres, plazas, fiestas y marchas en apenas dos días y una mañana es solo el primer hilo de un enredado nido de jilguero que esta vez se hizo lugar en la ciudad de San Luis. Pero los tallos del Encuentro son los cruces en tiempo récord y sin descanso de feministas de todas las geografías creando un lenguaje común y cotidiano para amojonar una agenda de discusión en la ciudad elegida. ¿Son estos dos o tres días capaces de revitalizar la imaginación política y el cuerpo? ¿Qué significa nombrar por primera vez en 35 años el Encuentro como Plurinacional y con las disidencias? ¿Qué tuvo para decir San Luis después de suspender el encuentro dos años seguidos por la pandemia?
Las preguntas siempre se amontan y el desborde no es una metáfora, así se vive: entre carpas armadas en las plazas, entre ferias que ofrecen esos libros deseados y carísimos en versión bolsillo artesanal, copas menstruales, toallitas lavables, dildos, revistas, fanzines y arneses; entre, también, asambleas, radio abierta, solidaridad que se reclama en cualquier esquina contra el abuso sexual en la infancia, por las mujeres y trans encarceladas, por un femicidio, por dos, por todos los femicidios y transfemicidios. Llegar al Encuentro siempre duele un poco y siempre es llegar a la fiesta. Es recopilar subrayados en un cuaderno, contactos en el teléfono, cuidado mutuo y también para las niñeces y les viejes. Es solidaridad, es afecto y es pensar que una vida en común es posible. Es así que se va anidando eso que al querer explicar siempre y sin excepción se parte de la frustración de que cualquier intento le queda corto.
En cada rincón de la ciudad se está cocinando algo
“Por primera vez, San Luis es sede de este Encuentro en su 35 edición. Hoy les recibimos en territorios ancestrales, huarpes, comechingones y ranqueles, donde indígenas originarias, que son mujeres y disidencias hemos resistido y continuamos haciéndolo desde hace más de 500 años”, fueron las palabras que inauguraron un documento que se oía distinto al de otros años porque algo troncal había cambiado: el nombre. Ya en Trelew en 2018 las intenciones de cambiar el nombre del Encuentro se habían instalado y en La Plata en 2019 se consolidaron, y en el cierre de esa edición y por consenso, el Encuentro comenzó a llamarse Plurinacional, de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y no binaries.
El documento, redactado y consensuado colectiva y horizontalmente por la Comisión Organizadora de San Luis (organizaciones feministas, transfeministas, barriales, sindicatos, partidos, mujeres, lesbianas, travestis, trans, intersexuales, bisexuales, no binaries autoconvocades) dio la bienvenida a encuentreres, como se dice a quienes deambulan por la ciudad sabiendo que por todos lados se está cocinando algo.
"Desde nuestras resistencias organizadas vamos abriendo camino a las revoluciones que soñamos, porque nos mueve el deseo de cambiarlo todo hasta que la dignidad se haga costumbre. El encuentro somos todes", fueron las palabras para concluir 8 páginas de documento que se leyeron en un escenario frente a miles.
El calor de la masividad
“Hasta que no llegamos no sabíamos que iba a pasar frente a un panorama en el que sentíamos la fuerza de una reacción conservadora a escala regional y una avanzada en relación a los derechos conquistados, y en donde el feminismo se sentía como sujeto de odio de estos sectores. Nos preocupaba mucho fragmentarnos”, explica Clarisa Gambera, Secretaria de Géneros de la CTAA Capital y responsable del área de género y diversidad en ATE Nacional. No es un detalle menor la crisis económica para el esfuerzo que requiere moverse desde distintos puntos del país para asistir al Encuentro: “Por las dificultades para fijar los precios de los pasajes con la inflación y por lo que implicaba haber perdido la continuidad por la pandemia, podíamos pensar en que este Encuentro fuera más de transición y lo que nos volvemos a encontrar es con que desborda nuestras propias intenciones y expectativas. Porque nos revitaliza, porque volvimos a ser miles en una pluralidad enorme llenando las calles de San Luis. Nos volvió a sorprender y eso es maravilloso”.
El encuentro se inauguró con un canto que también marcó agenda: “No estamos todes, faltan las presas”. Sin duda la violación a los derechos humanos de mujeres mapuche embarazadas y madres encarceladas días antes del Encuentro y la posterior renuncia de la por entonces ministra de Mujeres, Géneros y Diversidades, Elizabeth Gómez Alcorta, fueron dos hechos que signaron el rumbo de los tres días: “Lo que más resonó fue el poder afianzar y trabajar sobre la relación de las políticas extractivistas, colonialistas y racistas que están sucediendo en diversos lugares del territorio”, explica Andrea González, de Socorro Rosa Comarca Andina, parte de Socorristas en Red. Ella tuvo que atravesar para llegar a San Luis un territorio completamente militarizado por la criminalización y el encarcelamiento de las mujeres mapuche por defender su territorio: “Me parece que esta situación atravesó fuertemente el Encuentro pero es un eje que a su vez se viene trabajando desde los encuentros, y mas ahora con el cambio de nombre”.
Obviamente a partir de que este encuentro es plurinacional y con las disidencias, se robustecen ejes interseccionales que arman agenda: territorio y extractivismo, el avance de la derecha frente los derechos conquistados, los cupos, la implementación del aborto legal y de la ley de Educación Sexual Integral, el capacitismo, infancias libres de violencia y las políticas de cuidados: “Para las socorristas las políticas de cuidados son sumamente importantes, pensamos en cómo íbamos a venir a este primer encuentro con la Ley del aborto, entender en el diálogo lo que esta ley habilita y nos permite pensar en relación también a las niñeces y las adolescencias y en relación a la Ley de Educación Sexual Integral. Por eso era fundamental pensar cómo hacer vivir la Ley en las instituciones educativas y del sistema de salud, que es el lugar en donde debe ser garantizado”. Para Andrea, los encuentros siguen siendo un lugar de potencia y muy importante que han permitido pensar políticamente el lugar del feminismo, intervenir en la agenda política y en los territorios.
Donde más duele: bajo la línea de pobreza
Claudia “La Negra” Albornoz, integrante de la Garganta Poderosa, viajó desde Santa Fe y asegura que lo transfeminista y plurinacional se sintió en la calle: “Lo que todavía queda pendiente son los feminismos de las ollas, que necesita cobrar una agenda común, ese feminismo que somos las mujeres y disidencias de la triple jornada laboral comunitarias, las que ponemos el cuerpo en las postas de salud, en las casas y en los comedores. Entender que 10 millones de personas comen en comedores populares y que ahí detrás de esas 10 millones hay muchísimas que están sosteniendo esta pirámide social que tiene en su punta al 5% de personas más enriquecidas. Ese es el feminismo que necesitamos que empiece a cobrar mayor magnitud en su voz”. La Negra Albornoz cuenta que para llegar al encuentro hicieron un enorme esfuerzo para ser casi 1000 en San Luis con el grito de reconocimiento salarial para las trabajadoras comunitarias.
“Ya lo dijo Francia Marquez, actual vicepresidenta de Colombia, `hay muchas compañeras que no están luchando por romper el techo de cristal sino que están luchando por ponerse de pie`. Necesitamos que este grito que viene desde muy abajo se escuche. Porque para poder pensar, hacer teoría e imaginar necesitamos tiempo y las mujeres y las disidencias de la triple jornada no tenemos ese tiempo porque en los barrios populares es muy vertiginoso cubrir esos derechos que están vulnerados y que no están reconocidos por los Estados. Por eso me parece fundamental que los movimientos sociales podamos unificar un grito común, creo que este esfuerzo nos potenció y vamos con muchísima fuerza hacia Río Negro para seguir construyendo esta agenda en donde se escuche la voz de las villeras, de las mujeres y disidencias que vivimos por debajo de la linea de pobreza”.
Otra vez el sur
Fue en Trelew en el 2018 cuando ya no podía sostenerse un encuentro que solo fuese nacional y de mujeres. Se discutió en La Plata en 2019 y en San Luis se hizo carne, como muchas otras imaginaciones y discusiones se han cocinado al fuego del encuentro.
“El cambio de nombre es una acción ¿quien va a negar que no somos parte de este movimiento” dijo en la Asamblea Feminista de Abya Yala la activista travesti Quimey Ramos y continuó: ¿Quién puede negar que somos parte de este movimiento”. Así es como sucede, a sabiendas de que nadie se queda afuera de este hecho político sin precedentes en el mundo.
La elección de la sede es una síntesis de todos los nervios por los que pasó este Encuentro: “Está muy en concordancia con lo que se discutió en los talleres, es clave la lectura política que desde los transfeminismos se hace al elegir Furilofche, es el lugar de un enclave muy complejo en el que se están dirimiendo cuestiones que se fueron agudizando a partir de la desaparición de Santiago Maldonado en 2017, de la muerte de Rafael Nahuel, de Elías Garay y esta última demostración de racismo y de violencia recrudecida con la criminalización de las mujeres mapuche” concluye Andrea.
Ahora toca Río Negro, otra vez al sur. Moverse cuesta y organizarse aún mas. Pero ¿qué es lo que lleva a pasar tres días a la intemperie y con el cansancio en carne viva? Hay algo ahí que sólo se explica cuando se va el Encuentro, y que se viene convalidando año tras año: del Encuentro nunca se vuelve de la misma forma.