Hace tiempo que las artes vivas se nos volvieron un tanto extrañas, más aún las que pertenecen a ese espacio cuesta arriba: la escena independiente. El cuerpo cercano en la oscuridad de una sala, el sudor y el palpitar del semejante, la respiración profunda, la tos, el caramelo, el moco colgando de una intérprete magnífica, primera fila de un piso que oficia de escenario… Hubo un tiempo en el que la cercanía que impone esa ficción corporal se traducía en un único significante totalitario: ¡PELIGRO!

Pero pasamos de página, en una graduación adaptativa dudosa, el tiempo de elaboración se aceleró y la vida en común se siente hipotecada con una deuda que no pareciera tener tope, pese al esfuerzo de nuestros cuerpos cansados y la productividad flamante. Así y todo, arrastramos los muebles a las esquinas de la habitación y nos damos una pista de baile para multiprocesar esta pandemia, narrarla, en la oscuridad, en la proximidad, con el moco colgando y el caramelo medio chupado. Mini P.I.M.E.R (Pequeñas Imágenes Mecano Eléctricas Reunidas), dicen, es un recital de poesía fìsica.

El proyecto fusiona lenguajes minorizados y amenazantes para la covid como la danza y el teatro. E incluye poesía, relatos ardientes y, agrego, un manifiesto de estética. En esa pastita, se comparten el ritmo, lo inaprensible del sentido y el cuerpo como motor. No son lenguajes que aportan cada uno su fuerte, sino que se imbrican y lubrican en una misma salsa.

La obra es cuir sin quererlo, aunque dos chicas danzan con el equilibro de una manzana pecaminosa y una marica con otra hagan la parodia, no traman reflexiones de identidad, ni son los cuerpos de raquítica estilización blanca que formulan lo esperable. No. Simplemente se baila como se vive, con contornos en volumen, a veces con precisión y otras con exceso y agotamiento. “En Mini P.I.M.E.R exponemos cuerpos lúdicos y erotizados, puestos en cuestionamiento, y creemos que lo poético nunca jamás va a estar en la norma. Por eso creo que sí, estamos en sintonía con la experiencia cuir. Pero no fue intencional. La obra misma fue tomando ese rumbo”, explica para el Suplemento Soy, Julieta Ranno, su directora. “Creo que Mini P.I.M.E.R. es vital. La ternura, el humor, el erotismo son a mi entender, una forma poderosa de resistir en tiempos turbios. No defendemos la alegría, la alegría nos defiende a nosotrxs”, continúa.

Además de las emociones contagiosas, esta pieza de 45 minutos -que parecen 20- sin escenografía más que la propia humanidad, con la síntesis perfecta de una serie de elementos de utilería y vestuario contemporáneo -arte a cargo de Julia Algañarás- desborda las herramientas de la danza contemporánea o la danza teatro y se las guarda en el bolsillo, simples y contundentes, para articular un indecible como la vitalidad del cuerpo, del amor y el arte. La repetición, el pie del micrófono, la voz altisonante, se mancomunan en las ganas de decir “te amo, prendo fuego todo por vos”.

En Mini P.I.M.E.R., un concepto, sencillez e inteligencia, una reflexión de la propia práctica artística, un diseño lumínico (a cargo de Manu Schojeit) que actúa como un intérprete más y el temblor sonoro ajustado de Mati Jury. Hay humanas que exploran y agradecen la profunda y honrada maravilla de vivir (Glenda Pocai, Pamela Esquivel, Chapi Barresi, Lucía Uncal, Julia Algañarás, Julieta Ranno) al mismo tiempo, que exponen el martirio de la seca monotonía, nos recuerdan: creación colectiva o muerte.

Próximas funciones: domingo 16, 20.30hs, sábado 22 a las 21hs, en La Mercería (Calle 1 n 210, La Plata). Jueves 10 de noviembre, 20hs, función gratuita, en el Centro de arte de la UNLP, (Bienal de Arte)