Fuerza bruta 7 puntos
Beomjoidosi 2, Corea del Sur, 2022.
Dirección: Sang-yong Lee.
Guion: Ming- Seong Kim.
Duración: 106 minutos.
Intérpretes: Ma-Dong Seok, Sukku Son, Gwi-hwa Choi.
Estreno exclusivamente en salas de cine.
“El detective bestia está de vuelta”, dice el aviso de Fuerza bruta en Corea, y pocas veces una frase publicitaria fue tan apropiada (tanto como el título de distribución en países hispanohablantes). Sólido y cuadrado como un bloque de cemento, el agente Ma es capaz de agarrar a un tipo y sostenerlo en el aire boca abajo, de apretarle los testículos a otro o de arrancarle la pistola (en sentido literal, no figurado) a un temible asesino, con el simple expediente de estirar la mano. Lo de él es la mano literalmente dura. En Corea, el agente Ma ya había protagonizado la película previa a ésta, Los forajidos, y protagonizará The Roundup (tal el título en inglés) parte 2, después del enorme éxito de ésta, cuyo estreno local tiene lugar al mismo tiempo que en el resto de Occidente.
Fuerza bruta está regida por dos signos matemáticos: la multiplicación y la división. Multiplicación de personajes y de actores en el plano. La trama es intrincada. Hay un grupo de secuestradores, el secuestrado, su padre (que también es secuestrado), los guardaespaldas del padre, un estafador de poca monta que se volverá crucial y los policías, que son un montón. La película se presenta dividida en dos mitades, ocupada la segunda de ellas apenas por un par de secuencias, ambas de acción, que son las que rematan la trama. Una de esas secuencias, de unos quince minutos, es una persecución automovilística; la otra, que dura entre cinco y diez, el duelo final entre el “bueno” (si puede considerarse bueno al animal de Ma) y el malo, un despiadado cuchillero.
Si bien está muy bien actuada --con esa naturalidad de los actores coreanos, que nunca parece que estuvieran actuando-- y dirigida con dientes apretados, las escenas más destacadas son obviamente las de acción, que son larguísimas y ocupan la mitad o más de Fuerza Bruta. Sobre todo dos, una entre un montón de gente a lo largo de un pasillo y la otra arriba de un ómnibus, con dos tipos fajándose a más no poder. Dos aspectos descollantes. El primero, bastante asombroso, es que no se disparan armas de fuego. No porque policías y secuestradores sean precisamente pacifistas, sino porque a Ma le alcanza con los puños y el físico de luchador de sumo para levantar a rivales en andas y molerlos a palos. Y los “malos” usan exclusivamente armas cortantes. De varias clases: puñales, machetes y hachas. Esto le da a The Roundup una fisicidad, una visceralidad, que se ven acentuadas por la planificación.
Al desglosarse casi únicamente en planos americanos, esto permite asistir a las peleas como si fueran en vivo, con gente volando por el aire o siendo aplastada contra el parabrisas de un auto, y Ma enfrascado a pura trompada (cada una parece una bola de demolición) contra rivales que le tiran cuchilladas. Respecto a esto último cabe destacar que el realizador Lee Sang-yong evita cuidadosamente el gore, tal vez para permitir que la película sea para todo público (o casi). Últimas dos virtudes: el villano (Sukku Son) realmente mete miedo, y Ma (el coreano-estadounidense Ma Dongseok) , con ese físico que es más o menos el de Lino Ventura en versión doble ancho (y doble alto), es una fuerza de la naturaleza. Naturaleza en bruto, claro. ¿Si Ma es un policía ejemplar? Está claro que en lo más mínimo.