Cerca de un millón de habitantes de Sudán del Sur se vieron afectados por las inundaciones a causa de las lluvias torrenciales, al mismo tiempo que miles de hectáreas de cultivos y muchos animales fueron arrasados por el agua.

El país más joven del mundo- y el segundo más pobre- viene soportando cuatro años consecutivos de inundaciones, que ya afectan a nueve de sus diez estados, según informó la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en una nota informativa.

"Las inundaciones afectaron al ganado y a las cosechas, arrasaron con las carreteras y puentes, han destruido viviendas, escuelas e instalaciones sanitarias. También han sumergido pozos y letrinas, contaminando con ello las fuentes de agua, por lo que existe el riesgo de que se produzcan brotes de enfermedades", declaró la OCHA.

En el Estado de Unity, una de las regiones más complicadas, la subida del nivel del agua rompió represas en dos lugares el domingo, amenazando con inundar los campamentos de desplazados internos, así como una base de la Misión de las Naciones Unidas.

"Se están realizando esfuerzos durante todo el día para reparar las zonas necesarias y vigilar las zonas vulnerables antes de que se produzcan nuevas rupturas", aseguró la OCHA.

Del lado del Estado occidental de Bahr el Ghazal, las fuertes lluvias provocaron el derrumbe de un puente clave, lo que interrumpió la entrega de ayuda crucial a poblaciones que ya estaban afectadas.

En su anterior actualización, publicada el mes pasado, la agencia de la ONU había calculado que alrededor de 386.000 personas estaban afectadas por las inundaciones, en siete estados.

Por qué Sudán del Sur es uno de los países más pobres del mundo

El territorio africano cuenta con grandes reservas de petróleo, pero cuatro de cada cinco de sus 11 millones de habitantes viven en la "pobreza absoluta", según las cifras del Banco Mundial en 2018, y casi dos tercios de su población padecen hambre severa. 

Las vacas son todavía la moneda de cambio en un país donde impera el trueque, aunque son pocos los bienes que se pueden intercambiar. En Sudán del Sur no hay ricos. Algunos hicieron alguna diferencia en Yuba, la capital, pero en el resto del país hay pobres y muy pobres. En esta joven nación, los dueños de las vacas son los terratenientes. 

Sudán del Sur es un país de jóvenes. La población ronda los once millones de personas. La mayoría son mujeres, pues muchos hombres murieron en la guerra. El 45% de los habitantes del país son niños de entre cero y catorce años. El desequilibrio entre sexos ha propiciado la poligamia. Un hombre puede tener cuatro o cinco mujeres. A veces, viven todos juntos, otras, el marido comparte una cabaña distinta con cada una de sus familias.

Hay algunas ciudades, pero la mayoría de la población vive en poblados que se configuran en esas cabañas en cuyo interior duermen las personas y los animales. Son las mujeres las que llevan el peso de la economía familiar. Se encargan de los cultivos. En las aldeas más pobres, aran con las manos y con azadas. En las más prósperas, con bueyes.

La falta de agua también dificulta las tareas del campo. En algunas aldeas hay pozos que surten a todo el poblado, pero en muchas otras, las mujeres tienen que andar varias kilómetros al día para ir a buscar agua. 

Los dirigentes de Sudán del Sur se enfrentaron a duras críticas de la ONU por fallar a su pueblo y avivar la violencia.

Desde que consiguió independizarse de Sudán en 2011, la joven nación se encuentra en una crisis económica y política crónica, y lucha por recuperarse de las secuelas de una guerra civil de cinco años que dejó casi 400.000 muertos.

Aunque el acuerdo de alto el fuego y de reparto del poder de 2018 entre el presidente Salva Kiir y su segundo, Riek Machar, se mantiene en gran medida, los avances en el cumplimiento de sus condiciones fueron escasos.

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