Tres ministras designó el presidente Alberto Fernández y sus allegados elogiaron la movida. Portavoces de la Casa Rosada divulgaron también que el mandatario había resuelto los nombramientos sin consultar a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Sinceró y propaló así que de nuevo reina la incomunicación entre ambos. El ministro bonaerense Andrés “Cuervo” Larroque fue el primer aliado de Cristina que cuestionó la metodología inconsulta. Sottovoce se repitieron las recriminaciones.
La ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, estaba en las ternas que circulaban en quinchos y tertulias de café. Sorprendieron a propios y ajenos las nominaciones de la titular de Trabajo Raquel Kismer de Olmos (“Kelly Olmos” en el mundillo) y la sanluiseña Ayelén Mazzina en la cartera de Mujeres, diversidad y género. Tales vaivenes de Palacio cesarán pronto, cuando empiecen las gestiones. Las miradas de los politizados y los anhelos de la gente común apuntarán a los resultados en particular en las áreas social y laboral en las que el gobierno acumula deudas y promesas pendientes.
La desigual carrera entre los ingresos fijos de todos los laburantes y los precios resalta en primer plano. La demora en implementar alguna medida de emergencia para los trabajadores sindicalizados de la actividad privada raya alto. La necesidad de actualizar la atrasada mensualidad de la tarjeta Alimentar se menciona menos pero su valor adquisitivo está muy deteriorado por la inflación. Más comentada y por ahora pendiente, sigue la implementación de un pago de emergencia para las personas más vulnerables de entre 18 y 65 años.
Kelly Olmos y Tolosa Paz deberán hacerse cargo de una agenda recargada con poca paciencia de las respectivas contrapartes y sensible malestar social.
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El sector dominante de la cúpula de la Confederación General del Trabajo (CGT) tampoco participó del nombramiento de Kelly Olmos. Era tal vez el único sostén del ministro saliente Claudio Moroni. Constituye un secreto a voces que hubieran preferido que continuara alguno de los secretarios de Moroni. Pero la estridencia no es una característica conspicua del triúnviro Héctor Daer y de sus aliados de fierro. Produjeron apenas sordos ruidos intramuros y se dedicarán a esperar que “la compañera Kelly” prolongue los lineamientos sencillos de su predecesor: las paritarias como mecanismo exclusivo para pulsear contra la inflación. Paritarias que se renuevan cada vez con intervalos más breves y cuyos porcentajes de aumentos salariales impresionan… aunque buscan más el empate o una victoria por escaso margen que una goleada.
La convención colectiva de los camioneros arrancó con los clásicos regateos, Pablo Moyano anunció que la pulseada será dura, la jura de la ministra entrante no implicará una pausa. Los sectores combativos de la CGT, encabezados entre otros por Moyano y la Corriente Federal que integra el Bancario Sergio Palazzo, siguen convocando a un acto popular masivo en Plaza de Mayo para el 17 de octubre. Las dos CTA serán de la partida, desde ya. También el PJ bonaerense liderado por el diputado Máximo Kirchner. Organizaciones sociales que revistan en el Frente de Todos estarán el lunes. Daniel Menéndez, referente de Barrios de Pie, convocó haciendo dos menciones que pasan a ser sentido común entre los aliados críticos del oficialismo. “Se está jugando tiempo de descuento”, adujo. Añadió que “no alcanza con agitar las banderas de que una posible vuelta de Macri será aún peor que sus cuatro años”. El célebre “pero Macri” pierde fuerza como argumento aún en las huestes peronistas.
La movilización a la Plaza se formatea como multitudinaria, bulliciosa, con fuertes columnas de gremios, de organizaciones sociales y de agrupaciones políticas. Contrasta de modo notorio con el acto en Obras Sanitarias que prepara la cúpula cegetista; tranqui, sólo para invitados. De momento, concebido sin oradores. Las organizaciones pueden cambiar, desde ya, en una realidad en que cada día parece una semana. Por ahora, la asimetría entre las dos convocatorias es tan rotunda como las que separan a los promotores.
De nuevo, aún sin hacer pronósticos en la previa, todo indica que en la Plaza brotarán “desde abajo” y desde el palco reclamos concretos y urgentes a las autoridades nacionales. Salvo que éstas se anticipen lo que no es imposible, pero no parece probable.
Habrá que ver si en el fervor de la Plaza las demandas apuntan al gobierno en general y mantienen relativo silencio respecto del ministro de Economía Sergio Massa sobre cuya figura media un velo de protección bastante extendido en las distintas facciones del oficialismo. Un acuerdo tácito que viene funcionando aunque empieza a crujir.
Los dos actos escenifican dos posiciones cada vez más diferenciadas aunque la unidad del espacio es prioridad conjunta.
Las perspectivas electorales para 2023 distan de ser las ideales, dividirse en el camino podría ser letal.
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Moroni y Juan Zabaleta, el ministro saliente de Desarrollo Social, querían renunciar desde tiempo atrás. “Juanchi” continuará su carrera política volviendo a la intendencia de Hurlingham. Su herencia es melancólica. Tolosa Paz y Kelly Olmos tendrán que relanzarla, dar mejores y veloces respuestas en un contexto endiablado. Desarrollo Social, por añadidura, es una cartera “loteada”, segmentada entre sectores lo que conspira contra su eficiencia.
Las funcionarias que llegan trabajarán contrarreloj en circunstancias económicas restrictivas por decir lo menos. Uno de sus desafíos es conformar equipos homogéneos que les respondan. Más allá de los elogios o críticas que merezca el accionar de Massa queda claro que el superministro sí supo conseguirlo.
El 17 de octubre asoma como un contrapunto dentro del Frente de Todos. Estas historias continuarán.