"A las pasiones tristes hay que oponerles pasiones alegres", es la frase que el periodista y comediante Emanuel Rodríguez tomó prestada del filósofo holandés Baruch Spinoza. De alguna manera, ese es el espíritu del espectáculo de humor político y stand up Peroncho, que presentará este sábado 10 de junio a las 21 en Caras y Caretas (Venezuela 330). Después de pasar por varias redacciones periodísticas, Rodríguez descubrió que lo que más le interesaba era el humor como dispositivo para abordar la realidad política. Peroncho se presentó en todo el país desde 2014 y acumula más de mil funciones. “La relación que tiene el guión con el periodismo, con la actualidad, hace que función a función el espectáculo vaya cambiando. Son tiempos vertiginosos y cualquier chiste del mes pasado corre riesgo de quedar desactualizado mañana mismo”, entiende el comediante.

“El otro factor que hace que se siga sosteniendo el espectáculo es que nunca fue un gran éxito, de modo que no ha tenido declives. ¡Se mantiene siempre por debajo de la línea!”, bromea. La obra intenta ser un repaso por los principales debates y acontecimientos de la política argentina en los últimos años. Y recorrió todos los rincones del país, en general con funciones a la gorra. “Hice funciones en casi todas las provincias, me falta sólo una, Formosa”, precisa. “Antes de hacer este show casi no había tomado aviones y mi experiencia de viajes eran mudanzas familiares. Que el show me haya permitido viajar por casi todo el país es un privilegio que celebro y agradezco. Nada como caminar por cualquier ciudad o pueblo de la Argentina para constatar que somos un gran y hermoso país. No sé si tengo amigues en todos lados, pero sí que tengo compañeres. Y eso es mucho más importante”.

-¿En qué consiste esta nueva presentación del espectáculo Peroncho?

-El espectáculo está completamente cambiado porque, bueno, ¡Pasaron cosas! Peroncho nació como un show en defensa de las políticas de Cristina (Fernández de Kirchner), se convirtió en un espacio de oposición y catarsis durante el macrismo, se complicó en pandemia y ahora es un espectáculo de la impaciencia, un intento de reflexión sobre lo que pasó con la promesa de volver mejores. Puedo adelantar que, si se repite lo que viene ocurriendo en las funciones de este año, terminaremos todos y todas sin saber muy bien de qué nos estamos riendo tanto. Es un toque presuntuoso asegurar que nos vamos a reír, lo sé, pero siendo un espectáculo de humor es lo mínimo que podemos garantizar. La principal apuesta política del show es generar alegría. El guión apunta siempre a la risa como prioridad y las herramientas que uso para construir el discurso son todas herederas de la tradición del stand up. De todas formas, si lo definen como una bajada de línea militante, no me opongo tanto.

-Trabajaste mucho tiempo como periodista, ¿cómo llegaste al humor político?

-Fue un descubrimiento, casi una epifanía. Siempre me gustó escribir humor y cuando empecé a escribir humor político descubrí que era el material que más “naturalmente” me salía, que era una dimensión de la escritura que me permitía conjugar dos grandes obsesiones: el humor y la política. Siempre es más fácil escribir sobre una obsesión. Además, para mí el humor es una forma de periodismo, una variante en la que cuento con mucha más libertad que cuando habitaba las redacciones.

-¿Qué elementos del oficio periodístico trasladás al terreno del humor?

-Entiendo que el humor es siempre una respuesta y el periodismo me enseñó a elegir las preguntas. Mi enojo con el oficio periodístico también es una constante que me acompaña a la hora de generar un discurso humorístico. Y la edición, sin dudas, es fundamental. Por último, lo que más valoro: el periodismo te da una cierta capacidad de resolución rápida. Y esa conciencia de lo efímero que te ayuda a escribir velozmente y que te convierte en quimera la eternidad. Esa paradoja del periodista que escribe sabiendo que su texto no pervivirá más que alrededor de media docena de huevos y aun así escribe un poco “para siempre”.

-¿De qué manera el humor puede interpelar esta compleja realidad social, económica y política que atraviesa el país?

-Creo que el humor ayuda a ver “lo que pasa” de otra manera. Es una potencia alegre y por lo tanto aumenta nuestra capacidad de hacer cosas. Yo hago esto porque entiendo que el humor político es también una herramienta de transformación. Si llegaste a la sala apesadumbrado por la situación y te fuiste entusiasmado con la posibilidad de que volvamos a transformar la Patria siento que de alguna manera milité ese ánimo.

-En este sentido, ¿el humor es una vía de escape o es una buena herramienta para asimilar la realidad?

-El humor es una herramienta y por lo tanto puede ser lo que se haga con él. Se puede usar como escapismo, más vale. Yo prefiero apostar a otra cosa. No sé si me sale, no me corresponde a mí decirlo, pero sí puedo decir que mi objetivo es el de todo aquel que pretenda articular un discurso peronista: una filosofía práctica que ayude a tomar conciencia de nuestra condición de subordinación y al mismo tiempo ofrezca las herramientas para salir de esa condición.

-¿Por qué te interesó trabajar con el peronismo -y el kirchnerismo- como fuente para el humor político, para el hecho creativo?

-El peronismo, y sobre todo el peronismo que actualizaron Néstor y Cristina, son mi plataforma. No sé si mi fuente principal: la fuente principal de todo humor político en Argentina es casi siempre la derecha neoliberal y su infinita brutalidad y torpeza. Para quienes hacemos humor político, el macrismo es un supermercado abierto las 24 horas.