Desde Roma
La ultraderecha dio un paso adelante en cuanto a la formación del nuevo gobierno italiano votando este jueves a un exponente de Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), Ignazio La Russa, como nuevo presidente del Senado. Mientras la Cámara de Diputados, que también comenzó a sesionar el jueves, después de tres votaciones no logró elegir a su presidente pero muy probablemente lo hará el viernes.
La Russa ha sido vicepresidente del Senado hasta ahora pero también ministro de Defensa durante el último gobierno de Berlusconi (2008-2011) y vicepresidente de la Cámara de Diputados (1994-1996). También fue presidente de dos partidos de ultraderecha, Fratelli d’Italia y Alianza Nacional.
Han sido días de largas y frecuentes discusiones desde las elecciones del 25 de setiembre. Los aliados de ultraderecha (Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni y la Liga de Matteo Salvini) y de centro- derecha (Forza Italia de Silvio Berlusconi) que ganaron las elecciones, no lograban ponerse de acuerdo sobre quienes debían ser presidentes de las dos cámaras pero sobre todo sobre los futuros ministros del presunto gobierno de Meloni, cuyo partido se calificó en primer lugar en las elecciones con el 26% de los votos.
Y la elección de La Russa fue el mejor ejemplo de las disputas que todavía mantiene internamente la alianza derechista. Forza Italia, uno de los aliados, no votó a favor de La Russa pero sí en cambio lo hicieron miembros de otros partidos, lo que permitió elegir al nuevo presidente en la primera votación.
Una vez que se elija el presidente de la Cámara, el nuevo Parlamento podría comenzar a discutir sobre temas que son considerados urgentes como la Ley de Balance (donde se prevén las entradas y salidas del estado para el año próximo) y el Pnrr , el Plan Nacional de Recuperación que debe ser presentado a la Unión Europea para poder gozar de sus contribuciones económicas. Ambos deben ser aprobados por el Parlamento aunque deberán esperar la constitución del nuevo gobierno para contar con su participación y consenso.
En las elecciones del 25 de setiembre, el nuevo Senado fue reducido a la mitad de sus componentes (de 315 a 200) y también la Cámara de Diputados (de 630 a 400), lo que redujo la consistente cantidad de fondos que el estado debía destinar normalmente al Parlamento para pagar sus sueldos y gastos. En esas elecciones la alianza derechista consiguió la mayoría en ambas Cámaras (235 diputados sobre un total de 400 y 112 senadores sobre un total de 200).
El otro tema aún sin resolver y sobre el que los aliados siguen discutiendo son los nombres de los futuros ministros que trabajarán junto a la presunta primera ministra Meloni.
No está claro cuándo podría asumir Meloni porque según las leyes italianas, el Presidente de la República, Sergio Mattarella, comenzará a hacer consultas con los senadores y diputados de los distintos partidos para hacerse una idea más precisa sobre el candidato que podría ser aceptable como primer ministro. Aunque todo parece indicar que dado que es la jefa del partido más votado y su alianza tiene mayoría en el Parlamento, Meloni tiene muchas posibilidades de serlo. Se habla de que podría recibir el lunes de manos del presidente la tarea de formar un gobierno.
En cuanto a los ministros, las discusiones no han terminado. Salvini al parecer quiere que su partido tenga al menos cuatro ministerios, entre los que se destaca Asuntos Regionales y Autonomía. Pero sobre todo quisiera el ministerio del Interior para sí mismo además de la presidencia de la Cámara de Diputados para uno de sus partidarios, Riccardo Molinari. Sobre la cartera de Interior Meloni no estaría de acuerdo. Por otra parte la líder de Fratelli d’Italia para algunos ministerios como el de Economía, ha dicho que preferiría poner técnicos y no políticos.
Berlusconi por su parte exige ser tratado igual que La Liga dado que su partido, Forza Italia, consiguió más o menos la misma cantidad de votos que el de Salvini en las elecciones de setiembre. Y en materia de ministros reivindica para sí al menos el ministerio de Justicia.
Berlusconi vuelve al Senado
En la votación en el Senado estuvo presente el ahora senador y ex primer ministro Silvio Berlusconi, que fue destronado de su cargo en el Senado en 2013, acusado (luego procesado y condenado) por fraude fiscal. La sentencia de 2013 lo condenó a cuatro años de cárcel por fraude fiscal. Fue la primera sentencia confirmada por la Corte Suprema de Italia entre los más de 30 juicios que ha sufrido en estos últimos 25 años el ex “Cavaliere” o “Caballero del Estado” (distinción que concede el presidente de la República a las personas que se distinguen en sus trabajos pero que le fue suprimida a causa de la condena). La justicia lo condenó por ser considerado el “creador” del sistema de evasión fiscal montado por Mediaset, empresa de la familia Berlusconi que compra derechos televisivos en todo el mundo. Pero, curiosamente, los cuatro años de prisión, por efecto de ciertos indultos precedentes, quedaron en realidad reducidos a un año. Un año que cumplió haciendo un servicio social, concurriendo una vez por semana a una residencia de ancianos.
“No tengo ningún espíritu de venganza -declaró Berlusconi a los periodistas luego de haber sido elegido en setiembre - . Sé que sufrí injusticias pero los italianos me han ampliamente compensado con su afecto y el consenso que no han jamás dejado de demostrarme”.
Y después de 9 años, ha vuelto al Parlamento.
El futuro incierto de la izquierda
Para la centro izquierda de Italia, liderada por el Partido Democrático, la avanzada de la derecha ha sido una paliza que no muchos esperaban. Y terminó de poner en grave crisis al partido algunas de cuyas tendencias internas hablan de la necesidad urgente de varios cambios o incluso de una “revolución” y hasta de cambiar el nombre.
Después de los resultados, el secretario general Enrico Letta dijo que renunciaría y no se presentaría nuevamente como candidato para dirigir el partido. Letta, recibido en Derecho Internacional, ha sido primer ministro (2013-2014) y ministro varias veces, además de profesor universitario en París.
Letta y otros dirigentes del partido decidieron hacer un congreso constituyente, cosa que lleva su tiempo porque deberían ser consultadas las asambleas locales y luego hacer el gran congreso nacional. Se habla de la necesidad de un “profundo cambio del partido” para poder hacer una seria oposición al gobierno de derecha y para eso, se requiere todo un nuevo grupo dirigente donde lo jóvenes y las mujeres, tengan su peso. En los próximos meses se discutirá sobre todo esto en las distintas asambleas locales que luego harán llegar sus decisiones al congreso nacional donde se votarán.