El nombre elegido es un hallazgo, y su mentor recibe el comentario de manera sonriente: “Ya me lo dijeron varios; de algún modo, uno trata de articular una idea sobre lo que se ofrece”. Jorge Fandermole presenta Saldos y Novedades, una selección de “canciones inéditas, sobrevivientes y textos” que tendrá escenario hoy a las 21 en Galpón 11 (Estévez Boero 980). “Sea cual sea el público que vaya, se va a encontrar con unas cuantas canciones nuevas y también algunas otras, de las menos frecuentadas en mi repertorio, con algunos textos y poemas”, comenta el músico a Rosario/12.
“Cuando uno arma un repertorio y pensás en 20 canciones, ya es una cantidad importante, sobre todo por lo que significa el tiempo escénico. Siempre queda mucho afuera, y está bueno traer esas cosas que no forman parte frecuente de los repertorios habituales. También para adelantar una edición muy retrasada que vengo intentando hacer de temas inéditos, porque lo último que edité fue en 2014 (el disco doble Fander), y de ahí en adelante hubieron un montón de cosas que en algunos casos fueron cantadas pero nunca grabadas ni editadas”, continúa Fandermole.
-Qué relación misteriosa la de las canciones con el público, ¿no?
-En esa instancia de comunicación que hay en un concierto, ¿cuánto puede haber de propuesta nueva? Uno tiene la necesidad, por una cuestión de reflejo, de seguir tocando aquello que se sigue escuchando o que te siguen pidiendo, pero siempre están los equilibrios. Cuando me tocó hacer ese disco doble en 2014, justamente recuperé canciones que en algunos casos son de los años ’80; al pasar las generaciones se supone que hay cosas que se van perdiendo, sea porque cuando pasan algunos años aquello que en algún momento sonó deja de hacerlo o porque cambiaron los públicos. Uno intenta dirigirse a públicos renovados; al menos, es lo que uno pretende, que haya nuevos oídos que escuchen. Creo que es un fenómeno de muchísima imprecisión, ¿cuánto público es el que va envejeciendo con uno mismo y cuánto el que se renueva? Tuve la posibilidad de tocar en la Feria del Libro de Paraná, y me sorprendió la diversidad de edades que había en el público. Uno siempre se pregunta quién habrá escuchado qué cosas de toda esa gente, cuánto hay de nuevo y cuánto de conocido en lo que uno está proponiendo. Es siempre muy misterioso o incierto.
-De alguna manera y en otro sentido, otro tanto sucede en relación a las y los artistas más jóvenes, que se reconocen en tu música.
-Es algo que tiene que ver con una idea de saltos en la evolución, que se da en determinados momentos y con ciertos hallazgos. A la vez, los modos de ver los lenguajes por parte de quienes son más jóvenes influyen de manera retrospectiva, en los que somos más viejos. Esos hallazgos primero son sorprendentes y tienen una especie de feedback, porque quienes los venimos escuchando decimos: “¡mirá cómo resuena esto!”, y nos preguntamos: “¿cómo hará resonar lo que yo pueda decir de acá en adelante?”.
-¿Por dónde pasan hoy tus canciones?, ¿lo podrías precisar?
-Hacer un análisis de lo propio es medio complicado, pero me da la sensación de que venimos atravesando un momento de crisis muy profunda y no hace falta que yo lo recalque. Si miramos desde lo más cercano e individual, notamos el modo en que se van transformando algunos valores, el modo en que van cobrando presencia algunas formas sofisticadas de la violencia a nivel comunicativo, el modo en que ciertos sentimientos se ponen sobre la balanza de imaginarios tan antiguos como el amor y el odio, que están en plan de revisarse en este momento. Y si miramos un poco más afuera, a nivel de lo social, estamos en situaciones de borde a nivel de lo económico, a nivel de representación política, a nivel de una geopolítica que está en un límite extremo de peligrosidad, con mucha guerra en curso; viniendo además de una pandemia que significó un cambio en la cabeza, conciencia y experiencia, de todo el mundo. Todo eso te va atravesando de una u otra manera. Los sueños, los imaginarios y los deseos van siendo atravesados por todas esas cosas. Cuando te asomás a la noche al río y tenés fuego en el horizonte, pareciera que simbólicamente también muchas otras cosas se están quemando. Todo eso atraviesa lo que uno dice o intenta decir.
-Y desde una atención poética urgente, ¡qué tarea!
-Me parece que esa intuición poética está también en la experiencia de quienes escuchan y es conmovedora, en términos de que es revulsiva, porque surge del interior de cada uno. En definitiva, es lo que el arte busca, revolver lo que no debe quedarse quieto, porque de lo contario se va aquietando y muriendo. El fenómeno poético para mí es como la gran pretensión dentro de un lenguaje complejo como lo es el de la canción, a la que varios compañeros y quienes piensan más claro que uno, han catalogado como una especie de tercer lenguaje autónomo, porque tiene una química bastante difícil de definir entre todo lo que puede decir el lenguaje verbal y todo ese otro lenguaje no estrictamente significante que es el de la música.