Hablar de lo que poco se habla. Romper la cuarta pared. Iluminar lo oscuro a través de un escenario. De eso trata Inocente colectivo, propuesta teatral escrita y dirigida por Daniel Tazzoli, que pone la lupa en los mecanismos de la violencia institucional. Inspirada en la realidad, pero apelando a la ficción, la puesta invita a desandar los entramados que sostienen y encubren la represión del Estado.
La desaparición de una docente, detenida en el marco de una masiva movilización de mujeres contra los femicidios, es el disparador del relato. Su madre exige el esclarecimiento del caso en la puerta de la comisaría, pero lo único que obtiene como respuesta es la indiferencia de la policía, la negligencia de la justicia y la burla de los medios. La pieza está interpretada por Flor García, Daniel Tazzoli, Pilar Alvarez García, Tomás Raskin, Rodrigo Arostegui, Lola Montiel, Morizze Borzone Müller, Raúl Gómez y Emiliano Sánchez, y puede verse este sábado 15 de octubre a las 20.30, en el Teatro La Maza (Maza 908).
“Este proyecto es parte de una búsqueda que venimos haciendo con algunos de los participantes del elenco actual, dado que desde hace más de diez años hacemos teatro político con las técnicas de Augusto Boal y Bertolt Brecht. Y en esta ocasión, nuestro objetivo con esta obra fue hacer un teatro político que no bajara línea pero que sí generara pensamiento crítico y abriera preguntas”, comenta Tazzoli.
Con pasajes de comedia y humor, Inocente colectivo denuncia la connivencia policial, judicial, mediática y política en el encubrimiento de las desapariciones forzadas ocurridas en democracia, al mismo tiempo que aborda la problemática de la revictimización y de la banalización de cierto periodismo que tergiversa y omite información. Precisamente, el caso de Santiago Maldonado fue el que motivó al director y teatrista para escribir la dramaturgia.
“El caso de Maldonado me movilizó mucho, porque me impactó ver cómo las instituciones del Estado, junto con los medios de comunicación, manipularon lo que ocurrió en el marco de esa represión brutal que hubo contra la comunidad mapuche, llegando a la conclusión de que simplemente murió porque no sabía nadar. Entonces, me pregunté cómo podíamos llevar esto a escena, e inicié una serie de charlas con Rodrigo Arostegui, uno de los integrantes del elenco, que luego desembocaron en la escritura de esta historia”.
Según la CORREPI (Coordinadora contra la represión policial e institucional), una persona es asesinada por las fuerzas represivas del Estado argentino cada 20 horas. Y desde 1983 hasta 2021, el número de víctimas asciende hasta la cifra escalofriante de 8.172.
“Son muchos los pibes desaparecidos y asesinados por el aparato represivo en democracia, y por una cuestión de clase no están visibilizados en los medios de comunicación. Por otro lado, la individualización de los casos allana el terreno para que puedan ser manipulados. Lamentablemente, esto es algo que ocurre con todos los gobiernos. Con la movilización y la lucha de los organismos de los Derechos Humanos, se lograron ciertas cosas, pero la estructura represiva de la dictadura no se desarticuló por completo. Y es que, en un sistema capitalista, el ajuste sin fuerzas represivas es imposible, y por eso no se desmantelan”, opina al respecto Tazzoli que busca a través de la representación teatral invitar a la reflexión.
El público tiene un rol activo en la propuesta, y la temática generó incluso redes con múltiples organismos de la sociedad civil dispuestos a replicar el mensaje. Norita Cortiñas; María del Carmen Verdú, integrante de CORREPI; Lilia Saavedra, madre de Ramón “Sugus” Santillán, víctima del gatillo fácil de la Gendarmería Nacional en 1999, y hasta la Asociación Madres Víctimas de Trata fueron algunos de los referentes que acompañaron el proyecto.
La obra continuará su gira por distintas barriadas populares del conurbano, antes de terminar el año. “Queremos actuar en esos lugares porque ahí es donde la violencia hacia los pibes y pibas es algo cotidiano y permanente”, asegura el director acerca de las próximas funciones que realizarán en asentamientos de San Martín y La Matanza. “Queremos que el material sea un hecho dialéctico. Porque no podemos naturalizar estas cosas como sociedad. Por eso, la idea es involucrar e interpelar a los espectadores pero también interpelarnos a nosotros mismos”.