“Antes de Dibujados, los fanzineros éramos el último orejón del tarro. Había que llorar para que te den un espacio mínimo, al lado de un baño o bajo la lluvia, con olor a culo, donde no te encontraba nadie. Dibujados dio vuelta todo eso, poniendo al pobre y desconcertado historietista en el centro de la escena. Fue uun tremendo éxito. Por primera vez nos prestaban atención. Nos leían. Nos escuchaban. Nos emborrachábamos juntos”. El testimonio forma parte de un sentido homenaje que el dibujante Kokin Kokambar hace a la principal fiesta de la historieta autogestiva en la Argentina: Dibujadxs (cambió la “o” por la “x” en cierto punto de su camino). Este homenaje en viñetas no es el único que circula por las redes en estos días. Y el motivo es fuerte: la edición de este fin de semana -sábado y domingo desde el mediodía en el Teatro El Mandril, Humberto Primo 2758- será la última. Después de poco más de diez años, veinte ediciones, una pandemia y un crecimiento increíble, sus creadores lo consideran ciclo cumplido y guardan la certeza de que se multiplicarán las ferias de fanzines y libros autoeditados en los años por venir.

No es difícil medir la importancia de Dibujadxs en el sector comiquero local. De su primera edición en un hostel y con cuarenta expositores a la actual creció hasta los más de 100 puestos actuales, muchos de ellos de colectivos editoriales, lo que hace difícil contar el número final. Muchísimos autores “nacieron” en Dibujadxs y crearon la mayoría de su obra a lo largo de estos diez años con el evento en mente. Es más, el encuentro se convirtió en uno de los puntos más importantes de la agenda local y uno de los que marcaban los ritmos editoriales, casi a la par de convenciones internacionales, como la rosarina Crack Bang Boom.

Pero ya para 2019 los proyectos personales de sus organizadores –El Bruno, Lubrio, Daniela Ruggeri, Federico Ferro, Gory, Claudio Segrera- tenían más y más peso y entonces anunciaron que la siguiente edición sería la última. La pandemia de coronavirus postergó ese cierre y sus responsables esperaron más de dos años para concretar el fin de ciclo. “Jamás pensamos en dejarla inédita, muchos eventos o producciones colectivas pasa que se hace la útima edición y nunca se supo, con Dibujadxs no queríamos que pasara eso”, asegura Ruggeri. “Hubo que esperar al momento en que realmente pudiéramos hacerlo como la fiesta que imaginamos, porque la idea es que quienes estemos presentes sepamos que es el último y nos abracemos de ese modo”. Ferro, su compañero, agrega que “la posibilidad de adueñarse de un fin de ciclo permite también una celebración más poderosa, más emotiva”.

“Nos vamos contentos y, sin falsa modestia, con una tarea bien hecha”, señala Luis Roldán, o Lubrio. “Hay gente que empezó llevando un fanzine fotocopiado y hoy imprime sus propios libros, o tiene una editorial donde publica a sus mentores o maestros. No podría enumerar todo lo que conseguimos, pero le dimos un espacio a una generación que necesitaba un lugar para mostrar lo que hacían y retroalimentarse con otros”. Ferro ratifica eso. Él se acercó al evento para feriar sus produccciones y terminó incorporándose a la organización. “Es un orgullo muy grande porque siento que fue una feria que abrió sus puertas a un raro como yo, que hace historietas abstractas y metafísicas o experimentales, entonces ya el sólo hecho de feriar me parecía increíble, pero además ser parte de la organización era una locura. Que un raro esté ahí adentro a mí me pareció increíble. Entonces, primero siento orgullo por poder ser parte de esa historia, haber sumado logística, energía, taller, máquinas para imprimir. Y mucha tristeza también, porque Dibujadxs era, es, un faro, un espacio de encuentro, un lugar que me parece que generó una agenda y que ese espacio deje de estar va a ser poderoso y emotivo para todos”.

“Este es el último gran festejo porque ya Dibujadxs pertenece a un período específico del desarrollo de nuestro campo”, reflexiona Ruggeri. “Desde 2011 hubo una explosión de fanzines y autoedición y Dibujadxs sirvió como buena medida de esto. Hoy hay más de 100 puestos y queda gente afuera. Sacar libros para Dibujados era algo común. Eso habla de la importancia fundamental que tiene para el modo actual de circulación de historieta la importancia que tienen los espacios de venta directa. No sólo de la mejor venta posible, que es la venta directa, que deja más dinero a las editoriales independientes o los autores, sino la posibilidad de la gente de hablar con y entre los creadores. En Dibujados nacieron editoriales, publicaciones. Esa energía es fundamental y lo entendemos muy bien. No fue así nomás que definimos que fuera el último, porque sabemos la importancia que como uno de los espacios principales para este tipo de intercambios. Por eso el impacto e la pandemia en ese sentido fue grande, pero habla de la salud de nuestro campo que no se dejó de producir, que salieron un montón de libros aún en crisis económica. Y ni bien se pudo volver, se volvió. Ni bien se pudo, volvió la CBB con todo. Ni bien se pudo volver estábamos armando las fechas con el Mandril nosotros. Ni bien se pudo volver, todos los fines de semana hay una feria pequeña, mediana o grande. Eso significa que el sector está sano y ya está cubriéndose el vació que va a dejar Dibujadxs”.