A tres años del disco que grabó con su banda The Raconteurs, Help Us Stranger, Jack White regresó a las bateas y plataformas digitales en 2022 no con un álbum sino con dos. Luego de que en abril publicara Fear of the Dawn, en julio lanzó Entering Heaven Alive. En la canción que da título a su más reciente material discográfico, el músico estadounidense proclama: “Ya no me exijo nada. Mi paz es la libertad de las masas”. Y eso es justamente lo que anda pregonando, arengando y personificando sobre el escenario en la gira mundial que lo trajo de vuelta a Buenos Aires en la noche del viernes, como acto estelar de Road to Primavera Sound. Antes que sumarse a la campaña por concienciar sobre la redención del rock, que al parecer va tomando impulso, el ex líder de The White Stripes es la viva muestra de en lo que se convirtió el género. El es la síntesis de todas estas décadas de inventiva.
Justamente así arrancó la performance de poco más de hora y media. En tanto que un artista del temperamento de Justice hizo de la guitarra remojada en sintetizadores su marca registrada (para luego rockearla en la pista de baile), el frontman mostró la manera analógica de hacer lo mismo. Con el instrumento colgándole y con una intensidad que toma prestado del groove para desolemnizar el ceremonial del rock. Tras desenfundar el repertorio con “Taking Me Back”, tema que abre Fear of the Dawn, White siguió adelante con la canción que titula a este trabajo. En la misma sintonía robótica del anterior, pero con el galope de metal heroico. Es como si Daft Punk subiera su álbum Discovery a un pura sangre como Un paso más en la batalla, de V8. No hay que olvidar que el cantante y guitarrista es oriundo de la ciudad del motor, Detroit, por lo que conoce el arte del chispazo.
Eso fue lo que sucedió a continuación con el garagero “Feel in Love With a Girl”, de The White Stripes, al que mechó con “You Don’t Understand Me”, de su proyecto grupal The Racounters. Ahí se sentó al piano para encarar un tema con gusto al viejo cabaret, y aprovechó esa taciturnidad para internarse en lo profundo del bosque con el folk “Love is Selfish”, de su más reciente álbum. Al mismo lugar volvió con “We're Going to Be Friends”, de su otrora tándem, y también regresó al antro en “Hotel Yorba”. En esa diálectica entre lo seminal y su actualidad, este vanguardista de 47 años dosificó su obra. Invocó “Lazaretto”, de su segundo disco solista (la que dice en español “como madera y yeso”), se puso en plan introspectivo en “Carolina Drama”, y también dio pruebas de que la subsistencia del rock, al igual que de todos los géneros, siempre fue a partir de su alimentación.
Sobre la base de ese precepto, picotéo un poco del Medio Oriente, de la marcha, del jazz y del hip hop en “Hi De Ho”, de su flamante cosecha. Y con una naturalidad pamosa abordó el blues en “Ball and Biscuit”. Jack White es un hechicero, el Jareth de Laberinto. Pero ataviado de azul. Sin embargo, nada de lo que se vio en Costanera Sur hubiese sido posible sin la complicidad del increíble trío que lo escoltó. Semicírculo que tuvo al inmenso baterista Daru Jones en un extremo (¡qué manera de golpear esos tambores!) y al tecladista Quincy McCrary en el otro, conectados por el bajista Dominic Davis. Al volver al escenario, a manera de estocada final para una de las mejores performances de rock que se hayan visto por acá en los últimos tiempos, el detroitiano embistió con “Steady, as She Goes”, “Blue Orchid” y una versión de su himno “Seven Nation Army” que no tenía ganas de acabarse nunca.
“Ustedes son increíbles”, dijo White antes de despedirse de un público enfiebrado, a pesar del terrible frío que azotó a la ex Ciudad Deportiva de la Boca. Algo así intentó decir el cantante y guitarrista Black Francis, aunque con gestos, al terminar su recital. Al igual que el ex The White Stripes, quien cerró del evento, el líder de Pixies comandó el mejor show de los tres que brindó hasta ahora en la Argentina. A pesar de que también volvieron a la ciudad con nuevo disco, Doggerel, este bastión del indie repasó su repertorio más añejo. Cien por cien inoxidable. Al punto de que arrancaron con “Cecilia Ann”, cover de Dave Myers and The Surftones. Pero este instrumental ya es tan suyo (lo grabaron en su disco Bossanova, de 1990) que se tornó en el tema que inicia sus recitales. Aunque también tributaron a The Jesus and Mary Chain con “Head On” (este sí no lo grabaron), tras hacer “St. Nazaire” y “Wave of Mutilation”.
“Debaser” fue el primer epinicio de su setlist, mientras que “Isla de Encanta” reflotó su veta punk. Luego el cuarteto de Boston bajó tres cambios con su ruidosa balada “Caribou”, y acto seguido la bajista argentina Paz Lechantín asumió el rol de frontwoman en la brutalmente tierna “Gigantic”. Tras los tres últimos temas, preciosidades de su primer disco, el EP Come on Pilgrim (1987), Black Francis tomó la guitarra acústica para hacer uno nuevo: el psicodélico “The Lord Has Come Back Today” (sugestión o exceso de luz, pero tenía un aire a David Gilmour de Pink Floyd). Y de ahí en más dispararon una artillería de clásicos: “Hey”, “Monkey Gone to Heaven”, “Ana”, “Mr Grieves”, “Here Comes Your Man” y “Where is My Mind?”. Se despidieron con “Winterlong”, cover de Neil Young, donde el violero Joey Santiago de vistió de héroe. Tal como lo hizo antes en “Planet Sound” y “Bone Machine”.
Así como sucede en Barcelona, sede del Primavera Sound, en la ex Ciudad Deportiva de Boca Juniors una entrada iluminada con el nombre del festival recibió al público tras una larguísima caminata. Tras quedar atrás, y con la caída de la tarde como escenario, Cat Power (el grupo indie argentino Las Ligas Menores abrió la jornada) llevaba adelante un show basado en el disco que sacó este año: Covers. Pero coloreó los temas prestados con tanta personalidad que logró reinventar con ese terciopelo oscuro que la distingue hits del tamaño de “(I Can't Get No) Satisfaction”, de The Rolling Stones; “Back Religion”, de Frank Ocean; y “White Mustang”, de Lana del Rey. Y los alternó, apoyada por un trío impecable y sexy, con clásicos suyos como “Metal Heart” o “The Greatest. Coronando (al igual que sus compatriotas) su mejor recital en Buenos Aires. Al finalizar, tuvo el don de advertir lo que iba a suceder: “Disfruten de la gente hermosa que está por venir”.