Desde Santa Fe

Un grupo de investigadores que trabaja bajo la supervisión del Equipo Argentino de Antropología Forense en el Campo Militar San Pedro encontró cincuenta proyectiles de armas de guerra en el predio del Ejército, pero veinte de ellos -19 de fusiles FAL y uno de pistola de 45mm- estaban exactamente en el mismo lugar donde en agosto de 2010 se descubrieron los restos de ocho desaparecidos, dos de ellos aún sin identificar. Las balas se localizaron con un detector de metales alrededor del enterramiento clandestino y a pocos centímetros de la superficie. El hallazgo conmovió al equipo porque suma otra evidencia más: que el predio que dependía del Area 212 del Ejército operó como un centro de exterminio del terrorismo de estado. “Es posible que los ocho militantes cuyos cuerpos fueron descubiertos en 2010, hayan sido asesinados en un fusilamiento en el mismo lugar donde luego serían enterrados”, fue la hipótesis que planteó un referente del Foro contra la Impunidad y por la Justicia, Hugo Kofman, quien integra el grupo de trabajo que realiza la prospección del terreno.

Kofman dijo que los 19 proyectiles de FAL y el de la 45 “estaban enterrados a pocos centímetros de la superficie” y “a pocos metros” alrededor de la fosa descubierta en 2010. Casi todos no tienen deformaciones, excepto “cuatro que sí están muy deformados”, como si hubieran impactado en “objetos de mucha dureza, ya que se trata de balas blindadas con aleación que contiene cobre”. Muy cerca de la fosa también fueron encontrados otros objetos, entre ellos “tapas de botellas de vino y el mango de un cuchillo del Ejército”.

El hallazgo fue más impactante porque se combinó con otros dos. La búsqueda se extendió a dos lugares más que testigos que declararon en la investigación apuntan como sitios de masacres y fosas clandestinas entre 1976 y 1977. Uno es la zona del Ceibal –como la llaman- y el otro, el sector que marcó el ex encargado del campo, Carlos Jesús Castellano, en setiembre de 2006. El testigo clave que después permitió encontrar el enterramiento clandestino en 2010.

En el Ceibal se localizaron otros nueve proyectiles de guerra: siete de fusil y dos de pistolas 45, “como formando una línea”, dijo Kofman. “Cuatro de esas balas tienen mucho óxido de hierro en su superficie, por lo que se supone que tenían sus blindajes o encamisados de acero. Y otras tres, muestran una superficie inalterada, color cobre, por lo que habrían sido de las encamisadas con latón”. En el mismo sector se encontraron tres vainas percutadas.

En la zona que marcó Castellano se detectaron otros veinte proyectiles: “11 de fusil, cuatro de pistola 45, dos vainas, dos balas completas de fusil sin percutar, una bala completa de Luger calibre 9 mm en buenas condiciones y el blindaje de un proyectil con punta hueca de unos 12 mm de diámetro”, reveló Kofman. Lo que significa el hallazgo de 49 proyectiles: 20 alrededor de la fosa de 2010, otros tantos en el sector que indicó Castellano y nueve en el Ceibal.

La prospección en el Campo San Pedro se realizó entre el 29 de agosto y el 8 de septiembre y siguió esta semana, siempre con la supervisión del EAAF, y ahora con el aporte de un detector de metales de última generación. El equipo está integrado por Kofman, sus compañeros del Foro contra la Impunidad, investigadores de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia y trabajadores de Laguna Paiva que desde 2010 colaboran en tareas auxiliares con el EAAF.

Tras el resultado de la pesquisa, Kofman ensayó algunas hipótesis:

*”Es posible que los ocho militantes cuyos cuerpos fueron hallados en 2010, hayan sido asesinados en un fusilamiento en el mismo lugar donde luego serían enterrados”, dijo.

*Las balas de fusil FAL no están esparcidas por todo el campo, sino concentradas en ciertos lugares, como la fosa de 2010, el Ceibal y la zona que marcó Castellano.

*Por lo tanto, Kofman propuso seguir la pista de las balas. “Existe la posibilidad de que se hayan realizado otros enterramientos clandestinos” en estos lugares en los que se descubrió una “concentración de proyectiles”. Y sugirió profundizar la búsqueda en esos sectores.

En junio de este año, un peón rural que trabajó en San Pedro declaró en la investigación judicial que en “el verano de fines de 1977 y comienzos de 1978”, los militares le avisaron que debía retirarse del campo durante “unos quince días”. Al regresar, en la zona de el Ceibal observó que “había una excavación rectangular” cubierta con tierra, “cal desparramada, ropa y calzado diverso en la cercanía”. “Y muchas balas que habían impactado en los ceibos”. Después de varios meses del hecho, observó una depresión del terreno en el lugar de la fosa. “Lo que se hablaba en el campo es que ahí los militares habían fusilado y enterrado a un grupo de prisioneros”, contó.

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