Néstor Kirchner y Perón bajan revoloteando de una nave espacial propulsada por fuegos multicolores. Están contentos, cada uno trae un ramo de flores. Entre las nubes se deja ver el obelisco, y se pueden imaginar los edificios del centro porteño. "Guardianes del amor", la obra que este domingo obsequia Página/12 a sus lectores para conmemorar el 17 de octubre, integra la colección de la artista plástica Marina Olmi que desde este viernes y hasta diciembre se exhibe en la Quinta de San Vicente: un potente y colorido imaginario creativo desplegado a partir de la simbología peronista.
Para Marina Olmi su obra debe servir a su "propósito de vida, a mi misión y mi deber”. Siendo “un canal, porque soy artista" –subraya--, busca que lo que hace “sirva para transformar este mundo”. Cuando hizo este cuadro primero pintó a Néstor. “Fue cuando estaban acosando a Cristina (Kirchner) en su departamento de Barrio Norte, y quería protegerla”, se explaya sobre las embestidas con que la policía de CABA reprimió a quienes que se acercaban a apoyar a la vicepresidenta tras las acusaciones de la fiscalía en el juicio “Vialidad”.
“Mi manera de protegerla fue traer a Néstor –precisa la artista--, y que le trajera flores, que viniera con su magia que es la magia de los peronistas, la magia de quienes luchamos por hacer posible lo imposible” afirma la también autora de la famosa “Evita con bandera brasileña” que Cristina la regaló a “Lula” Da Silva. “La compañera y gran artista argentina Marina Olmi”, la reconoció entonces CFK.
Un conejo sale de la galera que Néstor tiene en una mano, en la obra que en su versión original de dos metros por uno sesenta --“una dimensión pornográfica” dice Marina--, se expone junto a otros cuadros de la artista, como Malvinas argentinas. Allí Eva llega a nado a las islas y la recibe una multitud de pingüinos. Otra es Los Power Rangers de la Patria Grande. En toda la obra de Marina Olmi la realidad sociopolítica define el ingreso de lo onírico. Construye universos paralelos y desde allí dialoga con la actualidad.
“Esta muestra está cargada de una necesidad muy particular, de mi vida y de la historia, por el compromiso y la responsabilidad sobre lo que uno comunica” sostiene la artista sobre la exhibición en la emblemática quinta que fue residencia de Perón y Evita, en 1946. Un predio de 18 hectáreas que aloja al Museo Histórico 17 de octubre, la sala de exhibiciones, y desde 2006 al mausoleo donde reposan los restos de Perón.
“Estoy feliz, emocionada y con mucha empatía con la emoción general de la humanidad” refiere la artista mientras ultima los detalles de la exhibición. “Pero esta emoción no es del todo cómoda –admite--, porque en el mundo hay mucho dolor y también adentro mío”. Pero Olmi ve al dolor como una oportunidad: “Un trampolín para hacerme fuerte, crecer y evolucionar, perdonar. Transformar al mundo con el amor”, se esperanza. Hace suyo el ideario kirchnerista donde el amor vence al odio.
--¿Por qué siempre trabaja en sus obras desde el humor?
--Las obras me expresan y tengo mucho sentido del humor, es una de las inteligencias más sutiles que conozco. Poder reírme de todo me permite despegarme de una realidad que hoy está en tela de juicio; porque no sé si la realidad es ficción o la ficción es realidad. Y poder crear realidad. Estamos en un gran caos donde la luz y la oscuridad conviven, pelean por un espacio. Los que tenemos consciencia podemos verlo, el mundo ya cambió. Nosotros ponemos resistencia para comprender hasta qué punto cambió. Nos va a llevar tiempo descubrirlo en nosotros y en nuestra mente y creencias, pero solo eso nos va a permitir construir la realidad justa y correcta que queremos.
--¿Cómo fue el proceso de crear situaciones lúdicas y oníricas para estos personajes históricos?
--Son tremendos personajes y personas, pero lo hago con respeto, amor y admiración. Y a mi manera, que parece desfachatada o informal, me entrego porque cuando uno ama lo que hace, no hay posibilidad de error. Las primeras veces que dibujé a Evita desnuda, en un circo, haciendo cosas que nunca nadie se animó a hacer porque la hice viva, alegre y riendo, fue un riesgo enorme. Sin embargo, la gente lo recibió con alegría y amor. No solo los peronistas. Esas Evas generaban admiración hasta en los gorilas y más de uno compró una. Esto me enseñó la capacidad de transformar al otro cuando el mensaje es amoroso. Creo que nadie puede odiar a Evita, el que la odia es porque no se atreve a amarla. Odiar a un ser humano habla de falta de comprensión y yo no vivo para tener razón en la vida, sino para ayudar a transformar lo que pueda transformar. Porque como decía el General ¡mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar!
--¿Cómo se traduce en su obra la idea de que el amor vence al odio?
--Cuando decimos que al odio le contestamos con amor, hago una aclaración, aunque creo que eso es verdad, yo no le contesto a nadie. Soy amor y no escucho al odio. Y estoy comprometida conmigo y con el planeta. Y con mi país. Y tomo partido con lo que hago, me manifiesto y pongo la cara, mi voz, mis obras y el cuerpo. Hoy en el proceso de armar una muestra. Y es algo hermoso. Me absorbe el desafío de enamorarme, como si me embarazara de una mente colectiva, y la transformara en un mensaje de esperanza, de alegría, que genere empatía y amor. Es mi manera de militar. Desde este lugar siento que tengo algo para darle a este mundo.
--¿Qué obras se pueden ver en la Quinta de San Vicente?
--Algunas ya conocidas como Ñoquis para todos, El aro de la abundancia o Las naves, donde Evita, Perón y otros personajes vuelan alrededor de la tierra cuidándonos. Eso habla de mundos paralelos y de un tiempo circular. O sea, presente, futuro y pasado conviven y uno puede viajar para adelante y para atrás.
Marina Olmi hace un silencio y explica seriamente que hablar de las obras le parece una tarea imposible. “Es como hablar de un bife con puré. ¡Imposible que te lo cuente, lo tenés que comer!”, se ríe. “Son imágenes que parecen ciencia ficción pero son realidades decodificadas que no vemos. Por ejemplo, la magia de que Néstor y Perón bajen de una nave espacial. Aunque todos digamos con nuestras cabezas que eso no existe, en otro plano esas energías existen y ellos están bajando de una nave espacial”, asegura la artista.
--¿Néstor y Perón como símbolos de la alegría peronista?
--Ese cuadro originalmente lo hice para proyectarlo en una pared y que pudiera verlo Cristina desde su departamento. No llegué a tiempo. Inmediatamente pensé que venía el 17 de octubre y se me ocurrió que, si Perón era el que venía ese día, lo iba a invitar a Néstor para que vinieran juntos. A partir de ahí ¡fui feliz! En todo este proceso, como si estuviera con ellos organizando el aterrizaje, tan divertidos como si fuera real.
--¿Hasta dónde se involucra con el proceso de una obra que expresa un gesto aguerrido, utilizando lo naïf del pop art, sobre situaciones desopilantes?
--Cuando pinto soy parte de mi obra, emocionalmente estoy absolutamente involucrada con la realidad que imagino, hablo con ellos y ellos me contestan. Dirán, esta mujer está loca. Nada me gustaría más que piensen eso, porque estar loca hoy para mí, es nada más que tener el valor de pensar diferente. Y en el mundo en el que estamos si no pensamos diferente, no vamos a encontrar la salida.