Silvia Kochen es la coordinadora científica de la flamante empresa de base tecnológica Cannabis Conicet, que se lanzó a partir de la articulación con la Universidad Nacional Arturo Jauretche y el Hospital el Cruce Dr. Néstor Kirchner. Es médica, neuróloga e Investigadora Principal del Conicet, desde donde ha impulsado múltiples trabajos para generar evidencia científica que respalda el uso de cannabis como tratamiento eficaz de diversas enfermedades. Además, protagonizó otros antecedentes de valor en el camino que, a paso lento pero firme, lleva al empleo de la planta y a la desestigmatización de su uso: fue artífice y coordina la Red de Cannabis Medicinal, y también fue fuente autorizada en la sanción de la Ley de Cannabis Medicinal y Cáñamo Industrial, promulgada en mayo.
De acuerdo a un informe presentado en aquella oportunidad por el Ministerio de Desarrollo Productivo, ya son más de 50 las naciones que avanzaron en algún tipo de legalización para el cannabis de uso industrial y/o medicinal. Si bien en el 2000, la producción global de cannabis medicinal era de 1,4 toneladas, en 2019 esa suma había llegado a 468 toneladas. Asimismo, las proyecciones para el 2024 indican que el valor de la producción global alcanzaría los 42.700 millones de dólares. A continuación, Kochen describe cuáles serán las características de la empresa de base tecnológica que fue creada este martes y que “jugará un rol decisivo en el engranaje productivo y en el campo de la salud pública”.
--Muchos años de trabajo, debe estar contenta por la creación de Cannabis Conicet…
--Es una apuesta muy fuerte hacer una empresa pública; lo más importante es que finalmente estamos en condiciones de comenzar a cumplir un montón de anhelos que nos venimos planteando desde hace mucho. Una empresa tecnológica es eso: un lugar donde el conocimiento científico es capaz de pasar al mercado a través de productos y servicios novedosos.
--¿Qué productos y servicios prestarán?
--Semillas con trazabilidad y asesoramiento en el cultivo bajo normas de buenas prácticas. Vamos a contribuir en la realización de ensayos clínicos observacionales, realizar control de calidad y brindar capacitaciones a quienes lo deseen. Desde hace tiempo realizamos estas acciones pero de manera fragmentada. A partir de ahora, será distinto: tendremos recursos que previamente no teníamos. Superamos la fase de voluntarismo y los esfuerzos individuales, para realizar un trabajo organizado. Es una empresa que ya empezó a abrir puertas y a convocar a diferentes actores; con un trabajo muy interesante realizado a lo ancho y a lo largo de nuestro país.
--Ese es un punto muy interesante. Siempre señala que cualquier persona puede participar de un proyecto como el de Cannabis Conicet. Usted enfatiza que no hace falta ninguna credencial científica.
--Es que la propia empresa es el producto de la construcción realizada entre todos y todas. Para ingresar a la Racme (Red de Cannabis Medicinal del Conicet), por caso, no se pide curriculum; por el contrario, es una organización horizontal conformada por gente de todos los ámbitos interesada en la temática. Es una experiencia que se orienta en la misma línea a la que estamos teniendo en la Diplomatura Superior de Cannabis (UNAJ), otro antecedente muy valioso.
--A la cual se han inscripto más de cuatro mil estudiantes...
--Las personas se inscriben de manera masiva y tenemos resultados sorprendentes. Sencillamente, los y las estudiantes demuestran que tienen muchos saberes, incluso más que nosotros, los docentes. Es, sin dudas, la mejor experiencia que tuve. Esto es lo que pasa con el cannabis en general: acompaña a la humanidad desde sus inicios. Su prohibición, de hecho, es muy corta en la historia; recién se produce a mediados del siglo XX. Y ocurre en Estados Unidos, porque el cáñamo surge con tanta fuerza que competía con el plástico que, por aquella época, formaba parte de una industria que comenzaba a despegar. Desde el gobierno, la incluyeron, con astucia, en las drogas denominadas peligrosas y se estigmatizó a todo aquel que la usara, pese a no tener dosis letal. Desde aquí, los usuarios de cannabis fueron penados.
--Un aspecto importante es que la empresa se centrará en contar con semillas propias. ¿Las que hoy se cultivan son foráneas?
--Hay semillas foráneas, pero también están las propias: hay gente que viene cultivando desde hace décadas. El asunto es que contar con semillas inscriptas en el Instituto Nacional de Semillas tiene que ver con ejercer la soberanía. En la práctica, habilita a tener un control, a ejercer una trazabilidad y a conocer en detalle la genética. A partir de aquí, se puede avanzar en un proceso de producción mucho más controlado y seguro.
--Esto es clave porque, de lo contrario, no se sabe muy bien qué se planta…
--Exacto. Quizás se emplea con un fin medicinal un cannabis cuya genética se caracteriza por un componente que termina perjudicando a quien lo utiliza. Un niño o un adulto mayor podrían consumir una sustancia que podría no provocar el efecto buscado.
--Antes mencionaba que acompañarán la realización de ensayos científicos con cannabis. ¿Cuál será el rol de Cannabis Conicet al respecto?
--Este punto es el que más me motiva. Hay algo que tuve que ir aprendiendo, al participar de muchos ensayos. Me refiero a que la industria condiciona los modos de hacer. En epilepsia, la droga más antigua es el fenobarbital, que cuenta con mucha evidencia acerca de su eficacia pero las pruebas no son A1, es decir, no son lo mejor de lo mejor. ¿Por qué? Porque a la industria no le importa realizar un ensayo doble ciego con fenobarbital, pues ya está probada que funciona y con eso alcanza. Esto que te cuento pasa con muchas drogas, cuya evidencia pese a no ser gold standard no es cuestionada. Con cannabis, hay un montón de trabajos que demuestran su eficacia, pese a no ser los ensayos de la más alta categoría. Las revistas que en el pasado no aceptaban trabajos de investigación de ese estilo, ahora lo hacen. Y esto es porque la experiencia de la humanidad que viene desde hace siglos también pesa. Cuando se revisan las publicaciones, es notable el incremento que hubo en relación a este tema.
--Hay trabajos que evidencian la eficacia del cannabis en epilepsia, pero también en cáncer, enfermedades neurodegenerativas y demás…
--Sí, incluso, hay una línea que trabaja con demencia. Es muy interesante lo que se va observando también en pacientes con adicciones graves. Se abrió un panorama súper promisorio para la investigación; desde aquí, la empresa que se formó tenderá a potenciar este tipo de servicios, vinculados a la realización de ensayos clínicos de uso de cannabis en diversas problemáticas afines a la salud.
--¿De qué manera la Ley de Cannabis Medicinal y Cáñamo Industrial promulgada en mayo de este año acompaña la iniciativa de la empresa?
--Se generó un proceso de legitimidad muy importante. Se concreta la institucionalización de un proceso que debe ser acompañado desde lo legal. La Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (Ariccame), que será la encargada de aprobar y administrar las licencias para la producción industrial del cultivo, aún no se terminó de concretar. Pero seguramente ya llegará. Nosotros, por nuestra parte, no podemos esperar a que estén dadas todas las condiciones. Debemos seguir empujando en los diferentes frentes, con todas las herramientas que tenemos. Tenemos que trabajar para que el cannabis sea considerado un producto medicinal no farmacéutico. En el mundo (EEUU, Israel y Canadá entre otros) es considerado como “producto dietario”, de manera que elude varias de las restricciones que imponen los entes reguladores y solamente lo compran los que tienen mucho dinero. Por eso digo que si Argentina sigue por este camino estará en un lugar de vanguardia mundial. Hace poco estuve en Estados Unidos y la experiencia fue muy chocante.
--¿Por qué?
--Porque es todo legal, pero lo que antes te costaba menos de un dólar, hoy sale 50. De esta manera, el acceso se ve muy restringido, pese a que se lo venden a cualquiera con solo tener más de 18 años. Queda en manos del mercado, con lo cual no se ejerce el derecho a la salud, salvo si tenés plata. A Uruguay le pasa algo parecido. Se necesita de la intervención estatal, incluso si el objetivo es la industrialización.
--¿Desde la empresa abordarán la industrialización del cáñamo?
--La fibra del cáñamo compite con otros productos como el plástico. Además, sirve para múltiples usos, como el combustible. La empresa Lego. que fabrica sus ladrillitos tan famosos, anunció que sus productos serán en base a la fibra del cáñamo. Hay una potencialidad enorme, por lo que también vamos a meternos de lleno en eso.