La inflación de 6,2 por ciento registrada en septiembre marcó una leve desaceleración respecto de los meses previos, pero aún continúa en niveles muy altos. Además, los especialistas comienzan a observar cada vez con mayor preocupación no solo el porcentaje de suba sino también la velocidad con la que se remarcan los precios. PáginaI12 consultó a Sergio Chouza, director de la consultora Saradí; Agostina Myronec, economista de Ecolatina; y Martín Burgos, coordinador del Departamento de Economía Política del Centro Cultural de Cooperación, sobre las particularidades que ha venido adquiriendo la dinámica inflacionaria y lo que podría venir de aquí en más.
En las últimas semanas ha habido rumores sobre la implementación de un supuesto plan de estabilización, aunque hay quienes afirman que el gobierno apostará a llegar al final del mandato con una mejora gradual de los indicadores, pero sin políticas de shock. Sergio Chouza, director de la consultora Sarandí, que viene abordando los posibles alcances de la política económica en sus informes, sostiene que “las dos alternativas siempre estuvieron sobre la mesa y si hay indefiniciones son de carácter político, dadas las dificultades del propio gobierno del Frente de Todos para ponerse de acuerdo”. Si bien hoy la jefatura económica está al mando del ministro de Economía y sus equipos técnicos, Chouza advierte que “la decisión (de elegir un "plan llegar" o la instrumentación de otro de estabilización macro) requeriría una validación cruzada dentro del Frente porque definiría el rumbo económico, y electoral, del cierre de mandato”. No es una decisión sencilla.
Por su parte Agostina Myronec, economista de Ecolatina, puso énfasis en la conflictividad social que supone administrar una inflación en el orden del 6 a 7 por ciento mensual desde que se produjeron los cambios en el gabinete económico y señaló “a partir de entonces se achicó la frecuencia en que se revisan los contratos y comenzó a ser más importante ver cada cuánto ajustan los precios que la magnitud de los aumentos en sí misma”. Es una dinámica nueva que encierra desafíos más complejos.
¿Congelar o no congelar?
Días atrás circularon rumores, por ahora descartados, de que la conducción económica analizaba implementar un congelamiento de precios y salarios (que incluiría también variables como el precio del dólar y las tarifas) por un período breve de tiempo y con el objetivo de frenar la inercia inflacionaria. Para el economista Martín Burgos, coordinador del Departamento de Economía Política del Centro Cultural de Cooperación, ese anticipo en sí constituye un yerro porque “puede impulsar una nueva carrera de precios y salarios antes de fin de año” de modo anticipatorio.
Burgos coincidió con Myronec en advertir que “el modo en que se negociaban contratos con una inflación del 3 por ciento a comienzos de año no es el mismo que con una inflación del 7 por ciento, en donde las revisiones deben ser más constantes para no perder poder de compra”; eso hace mella sobre la tensión social con la que debe lidiar el gobierno y desafía a las formas institucionales actuales, que tendrán que mejorar.
Burgos aseguró además que "si se decide congelar salarios, la clave es en qué nivel se los congela". “Los niveles salariales actuales son más bajos que los que había en 2015”, aclaró, de modo que es preciso tener en cuenta qué pasa por la cabeza de los trabajadores. “El actor sindical está pensando que los ingresos están atrasados, o bien puede razonar que perdió ingresos en pos de una inflación más baja, pero eso no ocurrió”. La conflictividad social, como vimos con el sindicato de neumáticos, estará a la orden del día.
Se necesita poder político para pugnar por estas cuestiones, y el gobierno carece de ello en buena parte “por sus propios magros resultados” observó Sergio Chouza al analizar los posibles senderos a tomar por la política económica. En su perspectiva un congelamiento de precios y salarios solo sería un componente adicional de un Plan de Estabilización, que requiere “normalizar distorsiones en otros mercados, especialmente el cambiario que es fuente de tantas otras tensiones en la economía”. Puntualmente sobre un potencial congelamiento advirtió los riesgos de salida del mismo, los ulteriores aumentos que pueden desbocarse.
En igual dirección, Burgos señaló que el congelamiento “debería hacerse a comienzos del año próximo cuando ingresan los dólares frescos de la cosecha a las reservas del Central”, y reiteró que no debió haber sido anticipado mediáticamente.
La inflación núcleo
Con una mirada afinada en la coyuntura, Agostina Myronec destacó que en la inflación de septiembre se observó una baja pronunciada del índice core (núcleo) “que releva con más precisión los precios que están atados a la política económica”. Dicha variación fue del 5,5 por ciento, “la menor en tres meses, cayendo mas de un punto porcentual respecto al dato del mes previo”. La especialista también señaló que “fueron los precios estacionales, que subieron más de un 10 por ciento, los que empujaron hacia arriba al nivel general de precios”.
En ese sentido, también el informe del Indec resalta la incidencia de rubros con estacionalidad elevada como las prendas de vestir, por el cambio de temporada, y las verduras frescas que subieron 11,7 por ciento. Otros aumentos puntuales en el mes pasado se registraron en la tarifa de transporte público (taxi, subte y aéreos) y también en cigarrillos, con fuerte impacto en el índice general.