Raymond y Ray son hermanastros y comparten al padre, que acaba de fallecer. En realidad, ambos se llaman Raymond, pero el hecho de vivir bajo el mismo techo durante buena parte de la infancia los empujó a diferenciarse. De allí la decisión de que uno de ellos fuera llamado por el diminutivo. La culpa es del padre, desde luego, aunque esa no es la única razón por la cual ambos hombres se debaten entre emociones muy variadas (y alejadas del simple dolor de la pérdida) a la hora de enfrentarse a la sombra de un hombre que los marcó para siempre. Raymond & Ray es el largometraje más reciente del realizador Rodrigo García, nacido en Colombia pero afincado en los Estados Unidos, el hijo de Gabriel García Márquez y responsable de películas como Nueve vidas y Amor de madres y de varios capítulos de la reciente miniserie Santa Evita. La película utiliza los talentos de Ewan McGregor e Ethan Hawke, quienes hasta ahora nunca habían aparecido juntos en pantalla, a pesar de conocerse personalmente desde hace décadas, para construir una comedia dramática con mucho humor negro y algo parecido a la posibilidad del perdón en su núcleo dramático.
Raymond & Ray es en parte una road movie que, al llegar a destino, pone a los hermanos frente a frente con el corazón de sus emociones: mientras uno de ellos ha pasado gran parte de su vida odiando abiertamente al padre, el otro logró sepultar bajo varias capas de autoengaño los peores recuerdos de una infancia complicada. A Hawke y McGregor se les suma en el reparto la española Maribel Verdú, en el papel de la última pareja de alguien que, al fallecer, dejó el mundo sembrado de hijos y rencores. Un hombre que, como afirma la letra de “Papa Was a Rolling Stone”, el clásico de The Temptations, construía un hogar en cualquier lugar donde dejara apoyado el sombrero. Escrita por el propio García, la película llega a Apple TV+ el próximo viernes 21, pocas semanas después de su estreno mundial en el Festival de Toronto. En la ciudad canadiense tuvo lugar una conversación virtual con la prensa, el clásico junket online en el cual, durante escasos minutos, un puñado de periodistas tiene la posibilidad de proponer, con suerte, una única pregunta, y de la cual participó Página/12, entre otros medios internacionales.
“La primera vez que vi actuar a Ethan en una película fue en La sociedad de los poetas muertos, que es casi lo primero que hizo como actor. Qué gran comienzo para una carrera impresionante”. Ewan McGregor abre la conversación con algunos detalles sobre su propia filmografía y la de su colega. “Creo que nos vimos personalmente por primera vez cuando Ethan estaba trabajando junto a Jude Law en Gattaca. Yo era amigo de Jude, así que nos cruzamos y pasamos algo de tiempo juntos. No me acuerdo con precisión cuándo o dónde”. Hawke tiene un recuerdo ligeramente diferente: “Eran los 90, por supuesto, cuando vi a Ewan en Trainspotting. Creo que para ese momento ya nos conocíamos, porque no tuve esa sensación innombrable que suele tenerse cuando uno ve una gran actuación que hizo otra persona. Seguí toda su notable carrera, con picos como Big Fish o Moulin Rouge, y hace poco vi junto a mi familia Obi-Wan. Así que interpretar a su hermano en Raymond & Ray fue muy fácil, ya que siempre lo sentí como un hermano”. McGregor acota que “a pesar de no haber trabajado juntos con anterioridad, nuestras carreras son similares, y siempre fui de la idea de que teníamos la misma relación con el oficio. Lo cierto es que, desde el día uno, interpretar a estos personajes tan bien escritos fue algo natural y sencillo”.
La siguiente pregunta gira alrededor del trabajo en conjunto, la interacción delante de cámara y el método para preparar los personajes. Hawke comienza respondiendo con una broma: “Estoy acostumbrado a trabajar con profesionales y cuando trabajo con no actores hago que realicen ejercicios de calentamiento, juegos para que la gente se relaje y esté cómoda delante de la cámara. Me encanta enseñar (risas). Hablando en serio, los dos personajes estaban tan bien construidos que nos sentimos muy cómodos, fue algo realmente sencillo y agradable. Cuando un personaje está escrito de manera tridimensional y el actor es bueno en lo que hace, simplemente trata de zambullirse”. La consulta respecto de qué cuestiones y emociones toca la historia dispara un extenso e interesante diálogo entre ambos actores.
Hawke: La historia tiene que ver con esa idea que tenemos sobre quiénes son nuestros padres. Cómo los percibimos. La verdad es que sólo conocemos un aspecto de esas personas, y otra gente probablemente las conozca de otra manera. Recuerdo que en el funeral de mi abuelo, mi madre se sintió de una manera similar a los personajes. Ella me dijo que, al escuchar los discursos de quienes lo estaban despidiendo, era como si estuviera asistiendo a diferentes “cortes” de una misma persona. Está el profesional, el amante, el padre, el ser humano. La película es muy inteligente, en el sentido de que, a veces, lo que se percibe como algo malo puede ser algo bueno tiempo después. Como dijo Faulkner alguna vez: “El pasado nunca está muerto. No es ni siquiera pasado”.
McGregor: Wow. Esa cita no la vi venir (risas). Supongo que Raymond & Ray es un film sobre cómo dos hermanos afrontan el dolor que sufrieron en el pasado, y con el cual estuvieron lidiando de maneras distintas. ¿Cómo expresar el odio, la decepción o la pena de recordar como el padre los trataba cuando eran chicos? De alguna manera, el de los personajes es un viaje interior cuyo destino es la liberación de todas esas cosas que estaban tapadas. El personaje de Ray lo expresa de manera musical, ya que su padre había destrozado su confianza en el talento para la música cuando era pequeño. Creo que la catarsis musical del final es una de las grandes ideas que tuvo Rodrigo García a la hora de escribir el guion.
Hawke: Es más complejo incluso que simplemente perdonar al padre: es perdonarse por dejarse llevar por la bronca y el odio a uno mismo. La música es siempre un arte en tiempo presente, por eso funciona muy bien como medio de liberación. Creo que lo mejor de la película es que no es simplemente una única cosa, y cada personaje tiene una relación compleja con los demás. A veces es demasiado fácil ser crítico de la masculinidad, pero cuando no se tiene un rol paterno positivo es cierto que eso puede dejarte emocionalmente lisiado. Muchos hombres tienen que lidiar con ello toda su vida, de diferentes formas.
McGregor: Ray se pasa toda la película diciéndole a Raymond que se deje llevar por los sentimientos, que se enoje con su padre de una buena vez. Finalmente, algo de eso ocurre en la escena del entierro, aunque no vamos a dar aquí demasiados detalles. Aceptar el enfado es una aceptación de la verdad: no está mal sentirse de esa manera por ese hombre que fue un padre horrible.
Hawke: Exacto. Suele decirse que está mal reprimir las emociones negativas, pero también que es malo actuar en base a ellas. Para mí la película es una reflexión acerca de cuál es la manera correcta de manifestar el enojo. Porque si no lo liberás te complica la vida, pero si lo hacés de manera incorrecta eso sólo puede llevarte a lugares poco recomendables. Es algo muy complicado para mucha gente.
Como ocurre en muchas entrevistas con actores y actrices, llega el momento de relacionar la ficción con lo personal. ¿Cuánto de la relación con sus padres se pusieron en juego a la hora de darles vida a Raymond y a Ray? Para Hawke, “es imposible no hacerlo, hasta cierto punto, porque es lo que hacemos en esta profesión: ponernos en situaciones imaginarias usando como herramienta nuestro conocimiento sobre el universo. Las circunstancias de nuestras propias vidas son diferentes, desde luego. Supongo que tanto a mí como a Ewan nos atrajo la manera en la cual estaban construidos los personajes en el papel. ¡Tener el mismo nombre que tu hermano porque tu papá tenía miedo de no acordarse! Y saber que ambas madres, a quienes ellos adoraban, fueron maltratadas por él. Es muy difícil perdonar a un padre por haber lastimado a la madre. Una de las cosas maravillosas de ser actor es saber que la experiencia humana no es tan única como solemos creer. Cuando somos jóvenes pensamos que las cosas que nos duelen son exclusivas de nuestros padres o hermanos o parejas, pero al vivir un poco más nos vamos dando cuenta de cuánta gente atraviesa las mismas situaciones. El dolor, el amor, la pérdida… son tan comunes. Por eso la respuesta es sí: usamos nuestras propias experiencias, pero no en la especificidad de los detalles.
La última pregunta antes de la despedida es similar a la anterior, un auténtico clásico de los junkets: ¿alguna vez tuvieron un viaje de descubrimiento como el de los personajes? Tanto Hawke como McGregor sortean el momento con humor.
Hawke: Me perdí tantas veces que ya no soy capaz de encontrarme a mí mismo.
McGregor: Yo nunca me hallé. Aún estoy intentando encontrarle la vuelta. Esa clase de preguntas tan personales son muy difíciles de responder en estos tiempos. Es imposible hablar de cosas que te pasaron en la vida, porque cualquier cosa que digas la prensa amarillista británica la transforma de inmediato en mierda de perro. Soy actor, no pienso hablar nunca más de mi vida personal (risas).