“Pasaron muchas cosas a las que no estamos acostumbrados”, dice Tom Smith, cantante y guitarrista de la banda inglesa Editors, al otro lado del Zoom. No necesariamente se refiere a la pandemia, sino a lo que sucedió últimamente en su país, desde la muerte de la Reina Isabel II hasta la vuelta al poder de la derecha de tendencia thatcheriana, pasando por la escasez de combustible y por la peor ola de calor que se recuerde en esa parte de Europa. “Las autopistas casi se derriten y las vías del tren parecían doblarse”, evoca el músico con tono de espanto. “Esta será una época para recordar”. Y eso también vale para la historia de su grupo. El mes pasado, los de Birmingham pusieron en circulación su nuevo disco de estudio, EBM, todo un punto de inflexión en su obra. No se trata de una hipérbole o de una metáfora, lo que evidencia este flamante repertorio que los saca del indie para plantarlos en la pista de baile.
“Este disco es distinto a todo lo que hicimos antes y más aún si se toma en cuenta que lo terminamos en la última parte de la pandemia”, explica el frontman. “Si bien siempre es emocionante sacar música nueva, no deja de sorprenderme el contexto en el que lo hicimos”. También desconcierta el acabado final de su séptimo álbum, pues el encierro daba para todo menos para inspirar una propuesta basada en la música electrónica. O al menos eso se creía. “Estas canciones se sienten nuevas, frescas y emocionantes, lo que no es poca cosa para un grupo cuyos integrantes hicieron música juntos en los últimos 20 años”, destaca Smith. “Creo que todos estamos entusiasmados. Para nosotros es agradable tener ese sentimiento y comenzamos a palparlo cuando finalmente los seis tuvimos la oportunidad de reunirnos en el estudio”.
Y sí. El otrora quinteto decidió en este trabajo sumar formalmente a la banda al tecladista Benjamin John Power, quien venía actuando con ellos en sus shows en vivo, y al que en buena medida se le debe este viraje estético y conceptual hacia la electrónica (aparte de componer el dúo Fuck Buttons, el novel integrante de Editors hizo carrera en esa escena con el proyecto Blanck Mass). “Con Ben íbamos a adaptar viejas canciones nuestras a la electrónica para participar en un festival”, rememora el artista. “El evento terminó por no hacerse debido a que apareció el coronavirus, pero esa idea para los nuevos temas la mantuvimos y decantó en este disco. Lo que más rescato de todo esto es que, por más que musicalmente pareciera que estamos haciendo otra cosa, este repertorio no deja de sonar a Editors. Eso me parece increíble”.
El título del nuevo disco rinde tributo a uno de los movimiento que revolucionó a la música electónica: Electronic Body Music (conocido igualmente por sus iniciales). “Muy a menudo, los títulos de nuestros álbumes son líricos y un poco largos”, se sincera el líder de la banda. “Personalmente, me parece bueno que un disco sea como una marca registrada o un sello”. Creado en Bélgica, a mediados de los '80, el EBM es un estilo musical muy físico y machacante, al punto de que se le suele considerar lo más parecido al punk en la pista de baile. “Esa escena es muy interesante porque nació básicamente en las tiendas de disco, lo que derivó en un gran movimiento europeo. Y quisimos rescatar esa situación”, señala el músico acerca de una escena que tiene en laboratorios sonoros del calibre de Nitzer Ebb, Front 242 y Front Line Assembly a algunos de sus principales referentes.
A pesar del tributo a esa movida y de la fuerte conexión que tiene el grupo con Bélgica, el séptimo disco de los ingleses no necesariamente se revuelca en ese género. Si bien los dos primeros temas del repertorio, “Heart Attack” y “Picturesque”, tienen esa impronta trituradora, la siguiente canción, “Karma Climb”, retoma algo parecido al post punk que bien supo practicar la banda desde sus inicios. “Creo que Editors siempre jugó con la electrónica y el rock, con el diálogo entre guitarras y sintetizadores. El equilibrio entre ambos estilos y formatos se encuentra a lo largo de nuestra carrera”, contextualiza Smith, cuya nueva producción discográfica está conformada por nueve canciones. “Después de sacar el segundo disco, hicimos uno que en lo absoluto tenía violas. En este caso, retrocedimos en algunos sentidos, pero al mismo tiempo avanzamos en otros aspectos”.
A diferencia de sus trabajos anteriores y condicionados por el encierro, los demos de EBM se parecían más a tracks de música electrónica que a canciones de rock. Pero al entrar al estudio, tras un año y medio de experimentación, los bocetos tomaron una forma más orgánica. “Mi trabajo es hacer que este tipo de piezas musicales se conviertan en canciones. Cuando veía que se asemejaban a tracks de música dance, las reorganizaba para que tuvieran sentido como composición”, revela el frontman. “Por más que la idea provenía de un lugar electrónico, necesitaba ponerla a funcionar. No estábamos haciendo un disco para una discoteca”. Sobre las letras que atraviesan al álbum, el artista explica que en esta ocasión el proceso de escritura también fue distinto. “Intenté que mi voz sonara como si estuviera jugando con ella, por lo que usé distintas técnicas para que encajara en ese mundo electrónico”, comparte.
El escapismo, el mundo moderno convertido en un lugar aterrador y la frustración son algunos de los tópicos que giran en torno a EBM. “Este álbum es una especie de sentimiento inmediato y visceral”, afirma. “Es una suerte de declaración de principios”. Al momento de revisitar la tradición británica en la canción electrónica, saltan escuelas como la de New Order o Depeche Mode. “Somos fanáticos de ese formato y lo que hacemos es una combinación de todas nuestras influencias”, desliza el cantante y guitarrista. “Podría pasar un buen rato contándote cómo Violence (su disco anterior, de 2018) cambió mi vida. Pero básicamente fue porque abrió el camino para explorar otros gustos y estructuras musicales”. Sobre la reacción que tendrán los fans de la banda ante este cambio de paradigma, Smith advierte: “Por ahora, la devolución fue buena. Aunque es difícil saberlo. Nosotros solo estamos haciendo lo nuestro”.