Si se entrelazan la extensión, la docencia y la investigación, se evidencia que la última debe responder a la sociedad como un servicio, la segunda debe cumplir con requisitos de actualización de contenidos y metodologías innovadoras y la primera debe escuchar necesidades y canalizarlas en acciones hacia el territorio. A partir de aquí, el conjunto de docentes, investigadores, no docentes convertidos en tecnólogos educativos y estudiantes, se reconocerán, en el ámbito universitario, como un todo interactivo donde los roles de emisor-receptor se encuentran en cada uno de los diferentes actores. Si en Ciencias de la Computación, Informática, Ciencia de Datos, entre algunas de las ciencias relacionadas con bases tecnológicas, tuviésemos que analizar cada uno de estos perfiles, notaríamos que la pandemia aceleró el advenimiento de cambios estructurales y estratégicos en ellos. El primero, a todas luces, es la innovación. Todos los perfiles enumerados (docente, estudiante, investigador/a, tecnólogo/a) abandonaron su zona de confort, creando un nuevo paradigma donde los contenidos y procesos son los que las empresas innovadoras requieren. Así, en las universidades, se acercaron y diversificaron estándares y análisis de nuevas tecnologías de la información y comenzó la hercúlea tarea de brindar soporte durante el transcurso de las clases o sesiones, a otras ciencias, cuyos actores no estaban tan familiarizados con estas tecnologías. 

La pregunta es: ¿cuál es el lugar de la extensión? Comencemos por la inserción en el campo laboral del estudiantado: las empresas, en lo que a IT se refiere, marcan estándares altos para sueldos altos, tanto en el diseño, asistencia, uso de metodologías y control de las infraestructuras para telecomunicaciones como en el campo del análisis y diagnóstico de las necesidades de las empresas-cliente para el diseño de software ad hoc. El desarrollo de habilidades inter e intrapersonales requeridas para la cobertura de los puestos ofrecidos constituye un universo. Y nuestro estudiantado estuvo a la altura de este múltiple desafío. De esta manera, la extensión puso, al servicio del territorio y la sociedad en su conjunto, los resultados de las investigaciones y las competencias adquiridas por nuestros estudiantes en los procesos de aprendizaje-enseñanza. La Universidad supo escuchar a la empresa y, en una búsqueda conjunta de estudiantado talentoso, lo encontraron y lo emplearon con sueldos muy por encima de la media. Pero esto no quedó aquí. Los y las estudiantes marcaron su presencia en la sociedad brindando servicios de conectividad a otros niveles educativos, poniendo a disposición su tiempo y sus conocimientos para perfeccionar la preparación de futuros ingresantes, generando implementaciones y dispositivos para otras ciencias en un verdadero trabajo interdisciplinario. Este trabajo silente permitió descubrir, en ese estudiantado, perfiles de científicos, investigadores en ciernes, precoces docentes sin título aún, creadores de proyectos para su entorno y líderes para su materialización. Es así como la extensión, de una forma absolutamente transparente, se evidenció en nuestro estudiantado.Todo servicio, tanto desde el conocimiento teórico como desde el práctico, será socializado si la comunidad a la que se lo entrega lo valida y valora. Nuestro grupo, en el CIDI (Centro de Investigación y Desarrollo en Informática) desde la Escuela de Ciencia y tecnología de La Universidad Nacional de San Martín así lo entiende…


* Doctora en Ciencias de la Ingeniería. Coordinadora del Área de Informática de la Escuela de Ciencia y Tecnología. Universidad Nacional de San Martín.