“El trabajo sexual es un trabajo clandestinizado pero utilizado por toda la sociedad, llegó el momento de avanzar y tener legislaciones que nos protejan” dice Eugenia Aravena, tiene 41, es trabajadora sexual y milita desde los 19. Hace diez años fundó la Red por el Reconocimiento del Trabajo Sexual (RRTS) y esta semana viajó de su Córdoba natal a Buenos Aires para participar de una serie de jornadas impulsadas por la Red para poner en agenda una urgencia: “Trabajo sexual es trabajo”. La frase es la punta de lanza, al igual que la consignas de aborto, esta escrita sobre un pañuelo. No es verde, es rojo y representa una lucha que data de años. Durante los últimos días realizaron varias jornadas que incluyeron mesas debates, pañuelazo y un recorrido por distintos Ministerios con una propuesta federal que proteja a las trabajadoras sexuales que hoy son criminalizadas por ordenanzas municipales y contravenciones.
Traer, una vez mas, el debate y la discusión acerca del trabajo sexual como trabajo y su despenalización es el objetivo de estas jornadas que son la antesala del III Encuentro Nacional de Trabajadorxs Sexuales que sucederá en diciembre en la ciudad de Mar del Plata. Allí en donde hace algunas semanas entró en vigencia una ordenanza que establece una única zona roja en la ciudad, a 11 kilómetros del centro y entre dos cementerios. La ordenanza habilita a que la policía levante actas, multe y eventualmente pueda realizar detenciones a trabajadorxs sexuales en las zonas en las que trabajaron siempre. Según Victoria Disalvo, trabajadora sexual de la ciudad balnearia y parte de la RRTS, este es uno de los principales mecanismos de exclusión y criminalización: “No estamos pidiendo que nos legalicen sino que nos descriminalicen. La despenalización implica la modificación de la Ley de Trata que nos impide organizarnos para trabajar juntas, derogando los códigos contravencionales vigentes en 17 provincias que penaliza directamente a la puta” explica.
El lanzamiento de esta campaña a través de estas jornadas de trabajo y su forma de hacerse visible tiene un conexión directa con la lucha por el derecho al aborto, seguro, legal y gratuito conquistado en 2020. El pañuelo esta vez rojo y con la leyenda “trabajo sexual es trabajo” es una consigna que intenta calar en el contexto de un debate profundo e incomodo: “La ley del aborto no fue una conquista de una organización, fue una conquista de una red federal, de toda una campaña y eso es lo que hay que conseguir con el trabajo sexual. La sociedad no empatiza con esta causa porque la moral sexual es el último bastión del capitalismo. Pero también cuando se luchó por la legalización del aborto decían que mataban bebés y la sociedad pudo cambiar de opinión y pudo entender, y pudo empatizar”, concluye Victoria.
Diez años de red
La Red por el Reconocimiento del Trabajo sexual nació en la ciudad de Córdoba en el 2012 como una herramienta de formación política y de colectivización de saberes. La conforman organizaciones en distintas partes del territorio que proponen la despenalización del trabajo sexual respondiendo con organización a las políticas prohibicionistas. En sus comienzos surgió como respuesta a la Ley de Trata de personas sancionada en la provincia de Córdoba en el mes de junio de 2012, esta Ley prohibía en todo el territorio provincial la “instalación, funcionamiento, regenteo, sostenimiento, promoción, publicidad, administración y/o explotación bajo cualquier forma, modalidad o denominación -de manera ostensible o encubierta- de whiskerías, cabarets, clubes nocturnos, establecimientos y/o locales de alterne”.
Después de varios cruces y tejidos políticos de trabajadoras sexuales en Encuentros Nacionales de Mujeres en distintas provincias, en el 2018 la Red convocó a un encuentro Nacional en Córdoba que se llamó “Ni abolicionismo ni reglamentarismo. Otro debate es posible”. Al año siguiente volvieron a reunirse con la intención de fortalecerse políticamente y en este 2022 la cita que constituye el tercer encuentro de la Red es en Mar del Plata del 7 al 11 de diciembre: “La red viene haciendo un trabajo enorme en distintos lugares del país, las trabajadoras sexuales no estamos en ningún programa del gobierno, ni en el Acompañar ni en el Producir. La realidad es que hay compañeras de las provincias que son mayores y están en total abandono, obviamente no tienen jubilación ni cobertura social. Nosotras creemos que eso es un castigo político por ser autónomas y seguir levantando la voz de lo que todavía nos falta” dice Eugenia Aravena que asegura que han presentado notas a distintos Ministerios para que las trabajadoras sexuales puedan acceder a estos programas y nunca han recibido respuesta: “No existen las políticas públicas para el sector porque existe un discurso abolicionista en los cargos en los diferentes Ministerios, la mayoría de las funcionarias tanto mujeres cis como trans son abolicionistas entonces no dan respuesta a nuestras demandas”, asegura.
Georgina Colicheo es integrante de la Asociación de Travestis y Transexuales de Río Negro, estuvo en Buenos Aires para participar de las jornadas, específicamente en un debate organizado en la sede de la CTA Autónoma, en donde se discutió la posibilidad de que la Red sea parte de la central: “Esta campaña es para que de una vez por todas se reconozca nuestro trabajo y se deje de criminalizar. Para poder acceder a una jubilación y a una obra social, es para tener los derechos que tiene cualquier trabajador o trabajadora en este país” dice Georgina en diálogo con Las12 y recuerda que durante los años de pandemia nadie se ocupó de las trabajadoras sexuales: “Se hablaba de los sectores vulnerados y de la economía popular, nosotras somos parte de esa economía popular. En esos tiempos tuvimos que sobrevivir, el Estado tiene una deuda con nosotras”.
Un debate incómodo
¿Qué diferencia el trabajo sexual de otros trabajos? ¿Qué significa hacer de la genitalidad el cuerpo entero? ¿Qué hay detrás de la frase “vender el cuerpo”? y sobre todo ¿Cuál es la moral que se pone en juego cuando alguien decide poner su sexualidad a la hora de ejercer una actividad laboral? Son algunas de las preguntas que disparan las discusiones mas encendidas hacia adentro de los transfeminismos y por supuesto hacia la sociedad entera cuando se habla de trabajo sexual.
El libro “Parate en mi esquina. Aportes para el reconocimiento del trabajo sexual” es una compilación de textos hecha en 2015, en su introducción se describe a la prostitución como una actividad permitida dentro del Código Penal y por lo tanto “una opción abierta para personas adultas que quieran desarrollarla”. Esto quiere decir que una persona tiene derecho, si así lo quiere, a intercambiar dinero por actividades sexuales. En la misma introducción se analiza porque el mismo Estado va en contra de este derecho: “El Estado, en sus distintos niveles, ha implementado políticas públicas que dificultan (incluso imposibilitan) su ejercicio. Es decir, se trata de una actividad permitida constitucionalmente, legalmente lícita, pero sobre la que el Estado progresivamente ha ido recortando derechos. Esta situación ha impactado de manera desfavorable en el ejercicio del trabajo sexual, situándolo en la clandestinidad total”. La situación que hoy se vive en Mar del Plata da cuenta de este estado de clandestinidad de manera muy concreta: a través de una ordenanza trabajadoras sexuales que hace 20 años tiene su lugar de trabajo en determinadas zonas de la ciudad, son obligadas a trasladarse a un único lugar: esconder a las putas debajo de la alfombra: “Lo que está pasando en Mar del Plata no es una regulación, es una prohibición que está dándole la caja y el manejo a la policía. Otra vez a la policía sobre la vida de las compañeras” explica Eugenia Aravena.
En “La prostitución en Rosario. un análisis histórico sobre un nuevo/viejo problema”, Maria Luisa Mujica recupera los archivos policiales y detecta un traspaso del control médico al control policial sobre las trabajadoras sexuales: “A partir de 1917 hay una especie de cesión del control, que pasa de los médicos a la policía, un desplazamiento en las políticas de control que permitió que la policía lleve el control pero bajo otras figuras jurídicas contenidas en los códigos de faltas y ordenanzas municipales. Se da una especie de traspaso del `reglamentarismo` al `contravencionalismo`”
Sandra Cabrera fue asesinada de un tiro en la nuca el 27 de enero de 2004, cuando aún no existía el femicidio como figura jurídica y política. Era trabajadora sexual santafecina y el crimen sucedió en la zona en la que trabajaba, sus compañeras están seguras de que a Sandra a la mataron por luchar y plantarse ante la policía, la justicia, y el Estado. El único imputado en la causa fue Diego Víctor Parvluczyk, integrante de la División de Drogas Peligrosas de la Policía Federal en Rosario y sobreseído en 2007 por falta de pruebas. “Sandra Cabrera lo dijo una vez en un programa de televisión en el 2003 antes de que la asesinen. No me acuerdo cuales fueron sus palabras exactas pero hizo una clara referencia a que el sector del trabajo sexual en Argentina estaba abandonado, que no existía ni una política pública para las trabajadoras sexuales. Y ahora seguimos igual” dice Eugenia recordando a su compañera.
Ayer las trabajadoras sexuales realizaron el pañuelazo frente al Congreso con la consigna: “Trabajo sexual es trabajo, negarlo es violencia. Hacia una campaña por la despenalización del trabajo sexual” y entregaron una carta pública a senadores y senadores con sus demandas. Las putas están marcando agenda, la próxima cita es en Mar del Plata.