Artivismo y revuelta
Pat Rocco pudo haber escuchado la canción “When You Wish upon a Star” de la película Pinocho (1940) de Disney cuando tenía unos siete años. Seguro, como muchos niños de su generación, esa canción cantada por el personaje de Pepe Grillo lo hizo soñar, pero para Disney su sueño no estaba permitido. Cuando en 1969 musicaliza con esa y otras canciones de Disney su película Discovery debe permanecer en una clandestinidad por los posibles problemas legales.
Como todas las películas de Pat Rocco, Discovery es una visión desafiante del homoerotismo, pero en este caso, la historia del deseo de dos jóvenes estaba escenificada en medio de un parque de Disney, como escenas documentales de dos gays de la mano en medio de las familias heterosexuales con sus niños recorriendo el imperio del Ratón Mickey. El mismo año que la revuelta de Stonewall, Rocco tira su piedra en medio de la cultura censora. Cincuenta años después, en el documental Pat Rocco Dared, los cineastas canadienses Morris Chapdelaine y Bob Christie se proponen recuperar la historia de un pionero del cine homoerótico y quieren usar la canción de la película Pinocho pero los estudios Disney les niegan los derechos. El documental sobre Pat Rocco (1934 - 2018) termina siendo una prueba de la persistencia de 50 años de censura. Igual Pat Rocco entona algún verso de la canción, volviendo a desafiar una vez más a una cultura represiva de la industria del espectáculo como lo hizo siempre en sus películas.
Sin conocer el cine de Kenneth Anger, Jack Smith, Andy Warhol y demás cineastas queer del underground de los sesenta, Pat Rocco construyó una obra desafiante que mezclaba fantasías nudistas de un homoerotismo ensoñador con películas de activismo agitador, que desde Los Angeles, sincronizaban la desobediencia y la revuelta que hubo en el bar Stonewall. Aunque Rocco, como todo pionero, fue una de las voces que prefiguró aquella revuelta porque sus películas circulaban desde antes. Sus películas le dieron una dimensión política al imaginario erótico de cuerpos torneados que era un deseo promedio de la cultura homosexual.
No solo en esa intervención en el mundo de Disney sino también en otra intervención artivista en una de las autopistas de Los Angeles, ícono de esa ciudad. Con la complicidad del bailarían Brian Reynolds (1948 – 1989), Pat Rocco filma su película A Breath of Love (1969), una suerte de ballet homoerótico con el protagonista bailando desnudo por el paisaje montañoso de la ciudad y luego paseando su cuerpo desnudo en medio del los autos recorriendo las autopistas, desafiando al tránsito, traficando homoerotismo. Una intervención urbana que tuvo tanto impacto social que Rocco la volvió a hacer para que las cámaras de televisión de la época pudieran registrar su método de rodaje nudista.
En la Costa Este, Rocco se convirtió en un cineasta activista que produjo algunas de las películas más frontales para enfrentar la represión sexual, aunque luego la historia no reconociese todo el valor de su aporte a la cultura LGBTIQ+. Este documental es fundamental porque, un año antes de su muerte, Rocco puede recordar toda esa épica de resistencia desde el cine y el activismo, con películas y acciones tan sorprendentes como el registro del arresto policial de un performer afro que hacía un show nudista.
Uno de los valores más importantes de su obra fue dejar un registro de la fusión de la comunidad afro con la lucha LGBTIQ+ en las décadas del 60 y 70, como bien señala el académico Syrus Marcus Ware en el documental. Amigo de Harvey Milk, Rocco también creó y sostuvo un refugio para lesbianas y gays sin hogar, una obra tan pionera como sus películas de representación trans en el cine, sus crónicas de las desobediencias queer y su visión erótica en ámbitos en los que estaba vedado, muchos años antes de que la industria del porno chic arruinara las más espontáneas expresiones del deseo homoerótico.
Hacer la vista gorda
“Bueno, ¡esta película es realmente mi gran 'salida del closet'! Muchas de las personas que me conocen están un poco sorprendidas de que esta sea la película que hice, porque no hablo de ser gorda con personas que percibo como antigordas”, declaró Shana Myara, directora de Well Rounded. Myara dirigió muchos años el festival de cine Queer de Vancouver, y sabía que el vínculo del activismo gordo y la cultura queer no era un tema frecuentado por el cine contemporáneo.
Y ese vínculo tampoco era fácil de abordar en su propia vida, por lo difícil que a veces resulta hablar con la gente de cuestiones de disidencia física, incluso en culturas que son tan inclusivas como la canadiense. Por eso, aunque Myara estaba fuera del clóset como queer, aún no había visibilizado muchas cuestiones que la atravesaban como una persona gorda, en principio porque lo asimilaba a su condición de persona racializada, una relación que es fundamental para su documental.
“Quería explorar cómo sentirme avergonzada de mi cuerpo siempre ha estado interconectado con sentir que la gente se burla de las raíces marroquíes de mi familia o de nuestra sensibilidad. Dentro de nuestra familia, todes tenemos el mismo aspecto y todes hablamos de que nuestros cuerpos son grandes, pero con un sentido de celebración en lugar de fracaso. Así que quería hablar con otras personas que son inmigrantes o racializadas y hacerles esas preguntas: ¿cómo hablaba su familia sobre sus cuerpos? ¿Eras la persona atípica? ¿Eras la única niña gorda en tu familia o el resto compartía este tipo de cuerpo? Quería descifrar esas cosas”, y esto fue la base para la convocatoria a cuatro mujeres queer que pudieran dar cuenta de esa interseccionalidad, cómo comienza a gestarse esa doble condición de migrante o persona racializada cruzada por la gordura, y cómo funciona o no ese cruce en la sociedad en general y en las comunidades de pertenencia en particular.
La artista multidisplinaria Ivory, la comediante feminista Candy Palmater, la escritora y modelo Lydia Okello y la comediante stand-up Joanne Tsung son las cuatro protagonistas de este diálogo que es Well Rounded, junto con unas secuencias animadas que expanden más la experiencia de la percepción de la corporalidad. La animación es un género también muy vanguardista en la historia del cine canadiense y esta alianza le da un mayor espesor queer a la mirada de la película.
Lucha libérrima
La drag queen Pollo Del Mar está en el medio de un ring de lucha libre profesional agitando a la platea. Es el 5 septiembre de 2021 en Chicago y se desarrolla el evento Effy's Big Gay Brunch, una competencia de lucha libre protagonizada por luchadores gays, algo que poco tiempo antes era imposible de pensar. La drag grita al micrófono, con esa ampulosidad propia de quienes presentan show de lucha: “Es importante la representación LGBTQ en la lucha profesional porque en mi niñez, cuando amaba la lucha profesional, no estaba representada. En mi niñez la lucha profesional eran performers heterosexuales interpretando estereotipos”.
Ese es el punto de partida del Out in the Ring, el documental canadiense de Ry Levey, que se propone indagar en la visibilidad sobre el ring, en su pasado y su presente, en cómo llegó una drag queen a ser la anfitriona de un show que antes parecía excluir sistemáticamente a la diversidad sexual y de género. Desde el antecedente de los Exóticos, luchadores mexicanos maricas, hasta el gran Pat Patterson de Montreal, un modelo gay para The Rock, pasando por Jim Barnett “el Truman Capote de la lucha libre”, la mirada del documental recupera algunos personajes del mundo de la lucha profesional que eran visibles incluso cuando ser LGBTIQ+ estaba criminalizado en Estados Unidos.
La lucha activista se daba también sobre los rings de este deporte con mucho de show donde hubo tanto tragedias como triunfos que aún conmueven a multitudes. Cuando Ry Levey comenzó a investigar este tema no había muchas personas que fuesen visibles en la lucha profesional, pero a medida que fue avanzando el mundo fue cambiando y su documental se convirtió en el registro de una revolución queer donde encuentra una cultura donde Tom of Finland y el glam de drag queens aparece multiplicado en personajes, tanto como una comunidad de lesbianas que desafiaron a la tradicional lucha de hombres. Los Titanes en el Ring del norte hoy tienen figuras populares como para generar todo un mundo donde lo queer se expande, y el valor del documental es encontrar todos esos matices en historias vertiginosas, con toda esa misma efervescencia con que se disputan las batallas de púgiles sobre el cuadrilátero.
Estilo para todes
El cineasta canadiense Kevin Hegge había dirigido un documental sobre la banda de G. B. Jones, la creadora junto a Bruce LaBruce de los fanzines que fueron todo un punto de partida para la cultura homocore, un cruce entre el punk y la diversidad sexual que fue inspiradora y revolucionaria al mismo tiempo.
Con Tramps!, su nuevo documental, Hegge profundiza en las formas en que estilos, ideologías, sexualidades y géneros vuelven a ser un extraño mix a partir de ese movimiento inglés llamado New Romantic, aunque quienes protagonizaron toda esa cultura renieguen de ese nombre. Tal vez, en ese rechazo a ser nombrado resida una parte de su revolución. Mirame y escuchame pero no me nombres, podría ser una de las consignas con que ese grupo invadió clubes nocturnos de Londres para incitar a vivir desde estilos radicales, donde tener un look desafiante creaba toda una nueva sensibilidad.
Como de alguna manera se desarrolla en el documental, tanto las culturas ligadas al rock del glam y el punk fueron aliadas en parte del New Romantic, aunque tal vez fue desligarse un poco de esos estilos rockeros una de las emancipaciones principales movimiento, para volverlo más permeable a otras voces, otros ámbitos. Lo cierto es que las entrevistas a la diseñadora Judy Blame, el bailarín Les Child, el cineasta John Maybury, les djs Princess Julia y Jeffrey Hinton, entre otras personalidades, se convierten en una forma de evocación de todo una escena con muchas imágenes de archivo que todavía desafían con su impronta estética de ruptura yirando por clubes londinenses.
Ninguna de esas personas que sobrevivieron al movimiento parecen mirarlo desde afuera, sino que siguen habitándolo, y Hegge hace una fusión entre pasado y presente con su estilo un poco clipero, como si volviese a la primitiva magia del videoclip de los 80. Una de las características del New Romantic, a diferencia del glam y punk, es que en su momento de máximo esplendor social tuvo que enfrentar la primera gran crisis del sida. Y tal vez lo más conmovedor del documental es una recopilación de gente que murió de sida y que pertenecía al movimiento aunque no haya sido célebre.
Hegge declaró que, al incluir a toda esa gente, intentó “hacer que todo sea democrático y valorar a las personas que solo están en el club nocturno como parte de una comunidad. No necesitaban tener algún tipo de práctica artística que gritara: 'Esto es lo que hago para ser importante'. Cuando estaba entrevistando a la gente, me llamó la atención lo presente que estaba la crisis del sida y la pérdida de sus amigos, no era algo tan lejano como lo fue para mi generación o las generaciones más jóvenes. Invité a todes a que me enviaran nombres de personas que fueran performers y colaboradores. Cada nombre fue incluido. Ni siquiera es que estas personas fueran pasadas por alto. Tal vez no tenían intención de ser famosas... Poner las caras a esas historias fue realmente difícil.” El gran valor de este documental no es tanto encontrar líderes de un movimiento sino poder entenderlo también en los rostros de las multitudes que ayudaron a hacer el mundo un lugar tanto más extraño como más habitable y bailable.
Los documentales canadienses se dan en funciones gratuitas en el Centro Cultural por la Memoria Haroldo Conti, en el Centro Cultural Kirchner y en la Unvirsidad del cine. Además algunos pueden verse en la plataforma Cont.ar. Más información sobre funciones y horarios en festivalasterisco.com.ar