La verborragia galopante exhibida por uno de los presidenciales para las elecciones del 2023 en la Región Argentina no puede impedir captar el carácter siniestro de sus dichos y propuestas.

El vacuo libertarismo del candidato de melena revuelta y actual legislador nacional sugiere que la educación sexual deforma las mentes de quienes la reciben.

No es casual que quien va en alianza con apólogos y negacionistas del genocidio perpetrado por la dictadura cívico-militar-ecleclesial-empresarial postule la compraventa de órganos y el tráfico de bebes.

La vocinglería es la marca de este enérgumeno misógino que habla de "ideología de género" mientras preanuncia mayor precarización y sobreexplotación de la fuerza de trabajo. ¿Acaso estemos transitando lo que el filósofo Gilles Lipovetsky llamó la "era del vacío" desde hace varias décadas?

Vacío existencial que incita al consumo desenfrenado y la ampliación de las desigualdades en todos los niveles, al predominio de un cerril individualismo.

En efecto, no es casual que la publicidad-propaganda postule una individuación patológica que está cargada de nihilismo.

La supuesta propuesta de libertad es una genuina incitación al sometimiento y obediencia de la dictadura del capital y el mercado.

Banalizar cuestiones esenciales como la salud y la educación emancipatoria es un signo indubitable de lo falaz de los discursos que buscan el arrebañamiento de masas y un eventual exterminio selectivo.

Carlos A. Solero