Die Toten Hosen regresa a Buenos Aires para celabrar los 30 años de su primer encuentro con el público local. Y no lo hará con un recital, sino con dos. El primero de ellos sucederá este viernes, a partir de las 20 hs, en el estadio Obras Sanitarias. Pese a su condición de templo del rock argentino, a Campino, cantante del grupo alemán de punk, esa chapa no le intimida. “Creo que tocamos ahí dos o tres veces. Sabemos la importancia que tiene para el rock y el punk argentino, y por esa razón nos parece el lugar perfecto para esta vuelta”, afirma el frontman, al otro lado del Zoom, desde su hogar en Düsseldorf. Pasaron cuatro años de su última visita a esta parte del mundo, por lo que la emoción del quinteto es incontenible. “Estamos muy ansiosos con este viaje, y más luego de estos años de coronavirus”, dice el carismático músico. “Estoy seguro de que esta vuelta será muy especial para todos nosotros”.

-Tomando en cuenta que la cuarentena alemana fue una de las más largas, ¿qué hiciste durante ese tiempo?

-Cuando nos dejaban, con la banda nos juntábamos en la sala de ensayo. También escribí un libro llamado Hope Street. Trata sobre la vida de un fanático del Liverpool FC que vive en Alemania, e intenta desesperadamente llegar a los partidos.

-¿Cómo surgió tu fanatismo por un equipo inglés de fútbol?

-Mi madre es inglesa, y luego de la Segunda Guerra Mundial vino a Alemania para ponerse en contacto con los estudiantes de acá. El gobierno británico quería reinsertar a los nazis, y en ese proceso conoció a mi padre. Y por eso estoy acá ahora.

-Aprovechando esa veta futbolera tuya, ¿qué posibilidades pensás que tiene Alemania de que llegue a la final de Mundial de Qatar?

-Para serte honesto, no creo que vea el Mundial porque es en Qatar. Y las cosas no están bien ahí. También se juega en nuestro invierno… No sé. Es un poco raro todo. Quizá cuando comience mire algún partido, pero por ahora no estoy entusiasmado. En este momento me interesa más ver al Liverpool o al Fortuna, que es el equipo al que sigo en mi ciudad.

Además de la alegría que le representa este reencuentro con sus fans argentinos, Campino sabe que nada será igual con la ausencia de Pil Trafa, quien falleció durante la pandemia. Por más que el cantante de Los Violadores no vivía en Buenos Aires cuando murió, para el artista alemán esta ciudad es sinónimo de su colega y amigo. “Fue un verdadero shock”, recuerda. “Algunos amigos de Pil nos escribieron mensajes avisándonos dde lo que pasó. Al principio, no lo podíamos creer. Y más tarde nos entristeció la noticia. Para mí él era Buenos Aires, fue el primero que nos invitó. Está más que claro que los recordaremos ambas noches. Todavía estamos definiendo en qué consisitirá ese tributo. Lo que es seguro es que lo haremos de la mejor manera posible e intentaremos estar a la altura porque fue un artista increíble y una persona única. No hay nadie así en el mundo”.

-¿Seguís en contacto con algún otro músico de Los Violadores o del punk local?

-Tenemos muy buenos amigos allá, y lo mejor es que seguimos en contacto con ellos. Además de la mistad que nos une con Los Violadores, allá están nuestros queridos 2 Minutos y Attaque 77, con los que compartimos la apertura de los shows de los Ramones en el estadio de River Plate. Seguramente invitaremos a varios de estos amigos al escenario. Lo único que podemos adelantar de estos shows es que cambiaremos la lista de temas cada noche.

-Vuelven para celebrar los 30 años de su debut en Argentina, un amor que crece con el paso del tiempo.

-Es cierto. Hace 30 años tocamos en la discoteca Halley, y fue el comienzo de una larga historia poco convencional. Fue una experiencia increíble porque nunca habíamos ido a Sudamérica, y nos deslumbró y enamoró su pasión por la música. Realmente, cada vez que vamos para allá nos sentimos como en casa.

Die Toten Hosen (foto: gentileza Tereza Mundilova)

-¿Recordás aún esa primera vez acá?

-Aboslutamente. Estábamos bastante nerviosos. Luego de que hicimos la prueba de sonido, nos asomamos para ver si llegaba gente y la verdad es que no había nadie. Dos horas más tarde, estábamos desesperados. Cuando llegó el dueño de la discoteca, y dieron puertas, teníamos miedos de que la promoción no hubiese funcionado. El nos dijo que no nos preocupáramos, que iba a venir gente. A las 2 de la mañana había 100 personas, pero dos horas más tarde, cuando subimos al escenario, no podíamos creer lo lleno que estaba el lugar. Ahí entendimos por qué Buenos Aires es la ciudad que nunca duerme, y desde ese momento nos enamoramos y aprendimos muy rápido sobre su dinámica. Lo mejor es que al terminar el show nos fuimos a otro club nocturno. Eran más de las 6 de la mañana.

-¿Sigue siendo un impacto para vos que el público de acá cante sus canciones en alemán? Incluso hay muchos que aprendieron el idioma gracias a ustedes.

-Sí, es grandioso. Realmente lo amamos. No podemos creer el respeto y el amor que nos tiene la gente al intentar cantar nuestros temas en alemán. Sabemos que hacen un gran esfuerzo. Y en especial nos emociona al ver a los niños hacerlo. Eso demuestra que la pasan bien con nosotros. Esa es la razón por la que nos encanta venir a tocar para ustedes.

-Hace algunas semanas lanzaron su nuevo single, “Alles sagen das”. ¿En qué está inspirado?

-“Alles sagen das” (en español su traducción sería “Todo el mundo dice”) trata sobre un fenómeno de esta época. En Internet o las redes sociales, cuando alguien hace una declaración generalmente no mide las consecuencias. Y más si esa declaración es infundada. Lo peor es que a los demás no les importa, y no sólo la creen sino que comienzan a repetirla. Entonces la mentira pasa a ser verdad, de tanto decirla una y otra vez. Esas declaraciones no son muy diferentes a desenfundar una pistola.

-Este año también apareció el recopilatorio Alles aus Liebe, con el que celebran los 40 años de la banda. ¿Participaron en la curaduría?

-En comparación con los tradicionales discos de “grandes éxitos”, hubo ciertos aspectos diferentes. Por ejemplo, incluimos nuestros temas favoritos del pasado, los que son populares entrte el público. Pero también agregamos cinco o seis canciones nuevas que grabamos en nuestro estudio. A mí en lo personal me gustaron, y sirven además para demostrar nuestra vigencia.

-Esta vuelta a Buenos Aires coincide con los 40 años de Die Toten Hosen. Luego de cuatro décadas de actividad, ¿qué los motiva a seguir adelante como artistas? ¿Aún tienen algo para decir?

-Eso espero. Después de todos estos años, seguimos siendo un grupo de amigos que quiere descubrir el mundo. No todo se trata de música, sino también de conocer y hacer amigos. De celebrar noches juntos, cuando se puede. También luchamos por ciertas causas como erradicar el nazismo y la xenofobia, y por una sociedad verdaderamente abierta. Tenemos ese hambre todavía. No nos cansamos de eso, ni nos aburre. Es nuestra vida.

-Billy Idol, Green Day y otros artistas punks vinieron recientemente a la Argentina, y sus performances dieron señales de que el mensaje del género sigue estando muy vivo. ¿Qué opinás vos?

-Es muy importante ser consciente del peligro del racismo. El odio en la sociedad terminará cuando nos ocupemos de eso, al igual que de otros temas. Me parece que el hip hop es un buen ejemplo de lo que debe ser hoy la música de protesta. No teme decir lo que sucede, ni tampoco enfrentarse al sistema. Y si no fueran adolescentes los que se atreven a decirlo o a actuar, no sé quién más lo haría. Yo entré en el punk a los 14 años (en junio pasado cumplió 60 años), y lo conozco bastante bien. Así que su idea no es nada nueva. Es la idea de la rebelión y de las aventuras de los rebeldes, sinceramente. Y eso es tan antiguo como el mundo mismo.

-En los últimos años se suele decir que el trap es el nuevo punk. ¿Estás de acuerdo?

-Lo estoy. Aunque todo es relativo. Una mesa es una mesa porque se lo dijeron a la gente, y entonces ya automáticamente se piensa que se llama así al verla. Más allá de las etiquetas, lo importante de todo esto es poder pensar y ser críticos. Hay que tener mucho cuidado con el exceso de disfrute y de comodidad que te ofrece esta época, porque podés acotumbrarte a no reflexionar. Y es que pensar puede ser estresante para muchos.

-Ahora que ganó la extrema derecha en Italia, y ante el peligro de que el próximo país que conquiste sea España, ¿cómo ves el avance del fascismo en Europa?

-En primer lugar, vivimos en Alemania, por lo que debemos ser los más responsables de cuidarnos. Y mantenemos a raya a los extremistas de acá. Pero no puedo cambiar Italia, ni tampoco Francia. Así que estoy preocupado. Espero que seamos amables con todas las personas que intentan ser modestas, y que tratemos de ser una sociedad abierta a la diversidad. Hay que mantenerse unidos para hacer nuestras conexiones y alertar aceerca del cambio climático. Creo que eso solo es posible si primero cuidamos nuestra casa, las calles donde vivimos, el pueblo donde vivimos, la región donde vivimos y el país donde vivimos. De esa forma podremos luchar contra los nazis.

-Alemania anunció la semana pasada que entró en recesión a causa de la guerra entre Rusia y Ucrania. ¿Cómo se vive el conflicto desde allá?

-Conocemos la guerra no solo por la televisión, podemos sentirla. Es de verdad. Si vas a Berlín podés comprobar la cantidad de refugiados que hay. Creo que tenemos más de un millón. La gente realmente está tratando de mostrar su solidaridad. Es un tema diario aquí, así que leemos las noticias todos los días. Vivimos en un tiempo muy antiguo, algo frágil. La pared puede explotar en cualquier momento. Nunca sabés de lo que es capaz Putin. Los pequeños países vecinos están aterrorizados con lo que pueda hacer. La situación es difícil, peligrosa e insegura para todos nosotros. Pero, por otro lado, creo que por eso somos responsables. En nuestro caso, podemos darle a la gente un buen momento, dentro de tanta oscuridad, y pasar buenas tardes con ellos mientras sea posible. Sin ignorar esos hechos.

-¿Llegaste a ver Kleo, la serie alemana de Netflix que causó sensaación este año? Stephen King está entre sus fans, al punto de que la recomendó en Twitter.

-Aún no lo he visto.

-Al igual que muchas otras series alemanas de los últimos tiempos, se desarrolla en la época de la caída del Muro de Berlín. Lo que parece un tema que fascina o que quizá no se comprende todavía. ¿Cómo ves la recreación del pasado de tu país?

 

-Parece que 1989 se convirtió en un año fascinante para todo el mundo. Lo cierto es que antes de eso la Guerra Fría dividió a Alemania. Los que estaban en el Este no podían hacer contacto con el Oeste. La verdad es que era imposible. Y cuando cayó el Muro, en primer lugar, todo el mundo estaba emocionado y lleno de entusiasmo por la nueva situación. Pero en los siguientes años, todos pensaron que también había muchos problemas. Eso continuó tres décadas después de la reunificación. Aún existen diferencias entre los que vivieron en el Este y los del Oeste. Se piensa que los alemanes que crecieron con la influencia soviética no fueron tratados con justicia. Aún así, en este país estamos aprendiendo a crecer juntos. Aún no ha terminado esto. De hecho, acabamos de escribir una canción sobre este asunto. Esto volvió a salir a la luz a partir de la guerra entre Rusia y Ucrania.