Minamata 6 puntos
Reino Unido/Estados Unidos/Emiratos Árabes Unidos/Japón, 2020
Dirección: Andrew Levitas
Guión: David Kessler, Stephen Deuters y Andrew Levitas
Fotografía: Beoit Delhomme
Duración: 115 minutos
Intérpretes: Johnny Depp, Bill Nighy, Minami, Akiko Iwase, Jun Kunimura, Hiroyuki Sanada, Ryo Kase.
Estreno: Disponible en salas.
El cine, como cualquier otra expresión realizada en público, siempre permite ser discutido en términos políticos. A veces ese tipo de lecturas son posibles a pesar de las películas, porque sus manifestaciones aparecen en pantalla sin premeditación, de forma espontanea, casi como un fallido. Pero hay otras que de manera deliberada se proponen plasmar una declaración de principios. Dentro de esta categoría podría entrar Minamata, que a partir de un relato basado en hechos reales, ocurridos hace 50 años, también puede ser vista como un alegato rigurosamente actual.
Dirigida por Andrew Levitas, Minamata aborda el elocuente trabajo realizado por el fotógrafo estadounidense W. Eugene Smith, uno de los referentes en la era de oro del fotoperiodismo, a mediados del siglo XX, en el homónimo pueblo pesquero de Japón. Ahí, entre las décadas de 1950 y 1980 tuvo lugar un envenenamiento masivo con mercurio, provocado por los desechos arrojados al mar por una compañía química. Publicado en la popular revista Life, el reportaje de Smith, interpretado en la película por un controlado Johnny Depp (en su último trabajo antes del impasse que provocó la pública y controvertida disputa judicial que mantuvo con su exesposa, Amber Heard) fue fundamental para que el caso tuviera trascendencia internacional, obligando a la empresa a asumir su responsabilidad en la muerte y los padecimientos de miles de personas.
El relato de Minamata tiene lugar en el cruce de dos líneas claras. Por un lado el retrato de Smith, un hombre tan sensible como conflictivo, autodestructivo y dueño de un ego que se sostenía en su probado talento para capturar la realidad a través de la cámara. Por otro, la lucha colectiva que los habitantes de pueblo mantuvieron contra la empresa Chisso, responsable de provocar durante décadas el deterioro en la salud de las personas a partir del vertido de sus desechos en el mar. De la misma forma, el carácter político de la película puede comprobarse por una doble vía.
La más evidente tiene que ver con una militancia medioambiental que sobre los títulos finales se expresa de manera gráfica. Ahí la tragedia de Minamata es puesta en línea con otras catástrofes medioambientales provocadas por procesos industriales irresponsables, desde el derrame petrolero Exxon-Valdez hasta los desastres nucleares en Chernóbil y Fukushima. Pero también son políticas ciertas decisiones estéticas y formales que el director toma para contar esta historia. La más notoria es su intención de hacerle honor al trabajo de Smith, no solo tratando de replicar en acción los momentos que él ilustró en sus fotos más icónicas. De forma complementaria, Minamata ofrece una labor fotográfica preciosista basada en un delicado uso del color. Y sobre todo, la clara decisión de no ceder a la tentación miserabilista para abordar una cuestión que, en manos de otro, podría haberse convertido en un campo minado de abyecciones.