Reynaldo Sietecase firma ejemplares de su más reciente libro, durante la mañana del sábado en una de las librerías de la ciudad. Y está contento, dice que "son varios los periodistas que ya lo han leído, y hay muchos libreros que me han escrito". Entre otras cosas, No pidas nada es una mirada sobre el ejercicio periodístico, así que el interés que despierta es inherente. "Borges decía que la ficción no necesariamente es contradictoria con la realidad, sino que a veces repara, a veces tiende puentes, explica cosas", comenta el escritor a Rosario/12.
La relación entre periodismo y literatura, Sietecase la señala "al revés", porque -señala- "yo vengo de la literatura, yo escribía cuando ni siquiera imaginaba que iba a ser periodista. Mi relación con la literatura viene de mi casa, desde siempre, y luego de pasar por muchos laburos recalé en el periodismo, por suerte, porque lo encontré mucho más cercano a mi interés por escribir. Todo está vinculado a la escritura en mi vida. Siempre había escrito relatos o poemas, pero la narrativa es más de los últimos veinte años", explica. Y agrega: "Es cierto que uno escribe en el medio del lío periodístico, pero nunca dejé de hacer literatura. La literatura me aparece desde siempre, porque siempre estoy pensando en función de la ficción. Tengo un solo libro de ensayos periodísticos, Kamikazes, y a pesar de ser el libro mío que más vendió, a mí me interesa la literatura, como lector y como autor, casi no leo libros periodísticos, me interesa mucho la ficción".
-‑Hay una frontera lábil entre periodismo y literatura, pero no deja de ser categórica...
-‑Yo digo un poco en broma y un poco en serio que el periodismo y la literatura son la bella y la bestia, copulan todo el tiempo en un periodista, más aún si el periodista es escritor. A veces salen hijos bellos y a veces salen monstruos, depende de la calidad de ese laburo. Tengo tres novelas, y creo que ésta es la mejor, porque me siento siempre aprendiendo en el terreno de la literatura, y ahora me siento más seguro con los personajes, escribo mejor los diálogos, las locaciones, eso me produce mucho entusiasmo. Siempre parto de hechos reales, en el caso de No pidas nada fueron los suicidios de militares que estaban presos; leí eso en una revista cultural y me puse a verlo periodísticamente, no había mucho más para contar desde allí pero sí desde la novela: se suicidan y de pronto me aparece una logia que ayuda a fugarse, y la misma logia, a los que no puede sacar del país los mata. Como tenía ganas de escribir en primera persona ‑mis otras dos novelas están en tercera‑ aproveché a meter un periodista con mi mirada, con el desencanto que tengo yo con la profesión y con la política. Siempre digo que la novela es un género sucio, y por eso es maravilloso, podés meter cualquier cosa: periodismo, entrevistas, cosas que te quedaron, cualquier cosa, todo en función de contar una historia. Pero hay que contarla bien, hay que enganchar al lector de entrada.
-‑El inicio, de hecho, presenta al personaje mientras lo delinea desde su entorno.
-‑Y entra en un vértigo, en una historia loca, en la que termina en Brasil en una favela; es toda una aventura. Él escribe en política pero pide pasar a policiales porque está harto, pero redescubre su interés en el periodismo, en contar, está bueno ese proceso. Hay un policial, una novela negra, pero también hay un proceso de ascenso y descenso en este tipo.
-‑Creo que vamos a coincidir, la novela negra es irresistible.
-‑Me gusta mucho, te permite contar una historia, pero además contarla en sociedad, porque te da un registro, al tener que hablar de la policía, de la justicia, y eso pasa en cualquier novela policial, sea argentina, norteamericana o europea. Para conocer una sociedad hay que leer un policial del autor de esa sociedad. Hay algo que es real e interesantísimo del policial argentino, casi no tiene detectives, y es un problema que se ha convertido en virtud, ya que nos ha hecho poner un esfuerzo muy grande para poner del lado del "bien" a tipos normales, y está bueno eso, creo que la mayoría del policial argentino tiene esa cosa de ambigüedad, de profundidad, que en otros lados del mundo lo tienen más resuelto. Después de lo que pasó en Argentina con la dictadura y con la corrupción que tiene la policía en este momento se hace difícil, ¿no?