Durante su infinito trayecto cancionero, Luis Alberto Spinetta compuso muchas piezas que dejó picando en el tiempo. Que jamás publicó. “Tanino”, compuesta a fines de 1977, fue una y de las más queridas por él. ¿Otras? "Canción del Mago de Agua", de la inconclusa operita de Almendra; “Historia de la inteligencia”; “Ixtlán”, que quedó fuera de Alma de Diamante; o “Para Mario”. Al rescate de ellas fue, pues, el cuarteto no en vano llamado A 18 Minutos a través de un EP que se puede escuchar en diferentes plataforma musicales, bajo el nombre de 1Inéditos. O bien -también- concurriendo pasada la medianoche de hoy viernes a Bebop Club (Uriarte 1658), donde la banda tocará en vivo versiones de aquellas gemas. “También vamos a invitar a Silvia Aramayo para que cante otro inédito, 'Caminata', que va a estar en nuestro segundo disco”, advierte en tren informativo el baterista Luis Cerávolo, uno de los cuatro custodios -entre tantos, claro- de la inmaculada obra spinetteana.
Los otros son Guillermo Arrom, que acompañó al “Flaco” entre 1987 y 1993, en guitarra; Álvaro Torres en teclados; y el bajista Pato Resico, quien tuvo la enorme responsabilidad de reemplazar a Carlos “Machi” Rufino -bajista del cuarteto y del disco original- cuya desvinculación del grupo se produjo, al igual que la del tecladista Andrés Beeuwsaert, por motivos laborales. “Tengo la suerte de haber compartido profundas conversaciones con Machi”, señala Torres, miembro además del Commodore Cuarteto y de Afromama Crew. “Claramente sabe de mi admiración total por él, y siempre me trató con mucho respeto y cariño… Qué decir, él es un referente muy importante para mí, un bajista tremendo que además tuvo lugar en gran parte de la música de Luis y en toda su historia, así que vale el doble”.
-Álvaro, tampoco te tocó fácil a vos. Tuviste que “hacer de” Mario Rapoport, tecladista original de la Banda Spinetta, que grabó A 18 minutos del sol, en 1977.
Álvaro Torres: -Antes que nada, soy un admirador de Diego. Es el tecladista que tuvo Luis en mi etapa favorita de su discografía. Yo tuve una formación apuntada al jazz al igual que él y es su excelente trabajo con Luis el que intento continuar desde mi lugar de tecladista del grupo.
Arrom, Cerávolo –que no grabó en A 18 minutos del sol, pero sí tocó en su presentación en vivo de diciembre de 1977-, Torres y Résico forman entonces el cuarteto que nació en 2015 (con Machi y Beeuwsaert entre sus filas), bajo el propósito de recrear aquel tremendo disco que el primus inter pares del rock argentino consideraba como el mejor de su vida pero que, paradojal como tanta cosa en su trayecto, fue pocas veces tocado en vivo. Era casi una misión sagrada entonces que alguien retomara esos 39 minutos y 27 segundos de jazz, rock y lirismo marca Luis Alberto para eternizarlos con el mismísimo Machi como fuente de legitimación estética, y humana. Y siguiera su curso, según el propósito trazado originalmente, la de volver sobre joyitas inéditas. “Nuestras versiones nacen naturalmente y con una estructura definida previamente, a la que cada uno va sumando su parte”, señala Resico, bajista de Recicopatos y director musical del grupo de Nahuel Pennisi. “Si bien nos damos total libertad para tocar con nuestra identidad, creo que, en algún punto, todos pensamos en lo que le gustaría a Luis que toquemos tanto en el sonido como en el lenguaje musical”.
-¿Qué factores llevaron a la banda a continuar, a desarrollarse, tras aquel sorpresivo arranque de 2015, con Machi y Beeuwsaert entre las filas?
Luis Cerávolo: -Que después de aquel arranque continuamos con el proyecto incorporando nuevos temas y metiéndonos en los inéditos. Puntualmente, lo que siempre nos hace continuar con el proyecto es que los cuatro amamos la música de Luisito. Y, por otro lado, el público que nos acompaña se identifica con todo esto y siente lo mismo que nosotros por la música de él.
-Especialmente en tu caso, Luis, que si bien no tocaste en la grabación del disco que da nombre al grupo, sí lo hiciste en su presentación en vivo, en diciembre de 1977.
L.C.: -Hace muchos años, sí, pero lo siento cerca. Igual, también siento que ahora toco mejor su música… Lo digo de verdad. Es más, Luisito siempre tuvo grupos buenísimos, y estoy seguro que gozaría mucho de escucharnos y se prendería a tocar con nosotros. Por lo demás, me cambió la vida tocar y ser amigo suyo. Lo quise, lo quiero y lo extraño, y el valor de su música es cada vez mayor, cada vez lo admiro más.
Guillermo Arrom: -Yo también admiro a Luis cada vez más. Y este amor está muy vinculado al respeto que tenemos por el arte de Luis desde las armonías, las letras y las melodías hasta la forma de hacer nuevos arreglos sobre su música.