La música de autores y autoras locales encuentra en el repertorio del Octeto Rosarino una reelaboración personal, que redimensiona las composiciones de origen. Una propuesta que vinculó a la agrupación con artistas y músicas de la ciudad de un modo creciente, y que condujo a la grabación de su primer disco: Transversal, cuyas canciones Octeto Rosarino presentará el jueves próximo a las 21 en Sala Lavardén (Mendoza y Sarmiento).

Son nueve composiciones que inician con una apropiada “Apertura” y confluyen con “Puerto Pirata”, de Jorge Fandermole. En el recorrido, los nombres y las participaciones de Julián Venegas, Rocío Giménez López, Dúo La Perilla, Lucas Querini, entre otros nombres. El resultado sonoro encuentra en el jazz ciertos matices, que abren hacia un resultado propio, en un recorrido que resemantiza y descubre de otras maneras las músicas de origen. “Arrancamos en el 2019, trabajando en el Teatro Empleados de Comercio y con una premisa: tomar artistas y compositores de la ciudad y a su música, para trabajarla e instrumentarla de maneras diferentes. También pensamos en artistas con música inédita o que no tuvieran nada grabado, pero que se movieran en el circuito de la ciudad, junto con músicos de una carrera más notoria. De este modo, hicimos una fecha con Astor Zapata y Jorge Fandermole, luego trabajamos con Agustina Roldán y el Chula Venegas, y después una tercera fecha con las cuatro personas. Al año siguiente nos agarró la pandemia, y fue entonces que hicimos el trabajo que ahora se escucha en el disco. Pero ésa es la idea: tocar la música de gente de acá, arreglada con esta formación para tocarla en vivo y con sus autores”, explica Marcos Huertas a Rosario/12.

La guitarra de Huertas integra el Octeto Rosarino junto con Pablo Passerino (trombón y arreglos), Amadeo Fiorotto (trompeta), Juan Ignacio Fermani (trompeta y flugelhorn), Kimey Gómez (saxos tenor, alto, clarinete), Federico Marti (saxo barítono), Esteban Pereiro (piano y sintetizadores) y Mariano Sayago (contrabajo y bajo eléctrico); quienes en el show del jueves próximo compartirán escenario con Rocío Giménez López, Dúo "La Perilla", Dúo "Sauce Rojo", Emanuel Marquiore, Julián Venegas y Lucas Querini.

-El disco surge, entonces, como consecuencia de repensarse durante la pandemia.

-Y también porque justo tuvimos una oportunidad muy linda, ganamos el concurso regional del Instituto Nacional de la Música y recibimos ingresos para producir. Ese dinero estaba destinado a las fechas en vivo, pero como nos agarró la pandemia, lo invertimos en el material que grabamos.

-¿Cuál es el criterio de selección de las composiciones?

-Aunque parezca medio pretensioso, lo primero y principal es que nos guste, la música nos tiene que atrapar desde algún lugar, y después básicamente es algo medio empírico. Vamos escuchando a los artistas que están sonando, a los que están trabajando. Nos sentamos a hablar con ellos, y fue así como lo hicimos con Rocío Giménez López, el Chula Venegas, y Emanuel Marquiore. No hay mucha más etapa de selección que esa, pero lo que también es primordial es que sean buenas personas.

-¿Y con los arreglos?

-El arreglador es Pablo Passerino, el trombonista, él es el encargado de que todo suene bello, de los arreglos de vientos y otras cosas. Tiene muy claro lo que hace y sabe de la búsqueda estilística que le pide la música, porque no es lo mismo arreglar una canción, como en el caso de Fander, de quien arreglamos “Puerto Pirata”, que arreglar una composición de la Ro Giménez, que necesita otro tratamiento. Si querés, hay una cosa jazzística, no de formato big band porque somos menos, pero con esa fuerza, para que no se pierda la esencia de la música que se está trabajando y siga sonando la canción. Nosotros tratamos, en la medida de lo posible, de acompañar y hacer toda esa parafernalia “jazzy” del sonido; ahí está la búsqueda propia, de lo que queremos que suene de cada música en particular.

-El jazz como lugar de encuentro para todas las músicas.

-Todos tenemos como punto en común ese lenguaje; obviamente es toda una escuela, que uno estudia. Es una cierta referencia en el sonido que a mí me gusta mucho, pero sin caer en los clichés, que uno trata de evitar. Aun cuando compartimos otros lenguajes, entre todos tenemos ese mismo lenguaje en común, es el que está y existe.

-¿Qué sucede con los músicos invitados durante los arreglos y las participaciones?

-La primera vez que hicimos arreglos nos pasó algo que para mí fue muy emocionante: cuando Astor Zapata había escuchado su música con una guitarra y de golpe sonando con todo el grupo completo, fue algo que nos agradeció. Así como escuchar a Fander decir “esto me llena de energía, me encanta, me rejuvenece”. Siempre tuvimos buenas reacciones. Al mostrar una primera maquetita, siempre gustó, más allá de que siempre hay cosas estéticas para charlar. Desde luego, después hay que trabajarlo adentro y estar en contacto con la gente mientras se hace, en un ida y vuelta muy hermoso. Justamente, es muy hermoso trabajar la música de colegas con colegas, y verles después la sonrisa en la cara.

-No dijimos nada del nombre del disco (cuya tapa fue realizada por el artista plástico Walter Huerta, padre del músico), es un gran título, sea por los últimos años vividos pero también por la dinámica musical que proponen.

-Salió sin querer y fue idea de Mariano Sayago, el bajista. Fue algo que nos atravesó a todos, una etapa transversal para todos los que participamos. La verdad que estamos con muchas ganas de tocar, de estar ahí, porque hace casi año y medio que venimos trabajando en esto y será la primera vez que lo mostremos en público.