En abril de 2020 la multinacional de electrodomésticos Whirlpool recibió una intimación por parte del gobierno nacional. “Si siguen con el modelo importador vayan pensando en bajar la participación de mercado”, fue el mensaje de las autoridades. “Reconviértanse”, les transmitieron, pero en sentido contrario a lo que habían escuchado antes del gobierno de Mauricio Macri, que invitaba a los industriales a dejar de producir para dedicarse a la importación. Los dólares para financiar ese proceso eran los del endeudamiento indiscriminado, que todavía pesan como mochila de plomo.
Dos años y medio después, Whirlpool inauguró este viernes su planta “más moderna en el mundo” para la producción de lavarropas, según definió el gerente de Asuntos Públicos para América latina, Agustín del Castillo. La fábrica ocupa 30.000 metros cuadrados dentro de un predio de 80.000 que la firma adquirió en Pilar, provincia de Buenos Aires, en mayo de 2021. Alberto Fernández participó de la inauguración (foto).
“La planta producirá 300 mil unidades al año de lavarropas de carga frontal, 200 mil para la exportación y 100 mil para el mercado local”, detalló el ejecutivo. “Se generarán 400 empleos directos y alrededor de 600 indirectos”, señaló. “Whirlpool pasará a ser la mayor empresa exportadora de la región en línea blanca”, destacó. Finalmente, valoró el nuevo programa de créditos subsidiados Ahora 30 por su impacto en el consumo.
El ejemplo ilustra sobre la decisión política del Frente de Todos para volver al modelo de valorización productiva que rigió entre 2003 y 2015. Las deficiencias en otros aspectos de la gestión, como la falta de control sobre los formadores de precios o las libertades al poder financiero para especular, destiñen los logros en ese otro terreno.
El peligro para la continuidad de estas políticas virtuosas de impulso a la industria es que el enojo justificado por la
inflación y la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos populares tape esta
otra cuestión crucial, sobre qué modelo económico se aplica en el país, si uno
industrializador que apunte al desarrollo u otro asentado en la valorización
financiera y las exportaciones primarias.
Los números
La inversión privada representa actualmente 22 puntos del PIB, el mayor registro desde 1993. El control sobre las importaciones y la administración del comercio exterior fueron clave para promover esa dinámica. El plan de sustitución de importaciones se complementó con programas de créditos con tasas rebajadas para la compra de maquinarias y capital de trabajo, que también fueron fundamentales para alcanzar esa cifra.
En maquinaria agrícola, por ejemplo, se pasó de un mercado interno dominado por productos brasileños a alcanzar el mayor número de trabajadores en empresas instaladas en el país desde que existe registro, con el máximo de producción desde 1996.
Durante el gobierno de Juntos por el Cambio, el sector fabril destruyó 169 mil puestos de trabajo en 46 de los 48 meses de gobierno. Ahora, en cambio, van 27 meses consecutivos de creación de puestos industriales, con la recuperación de 86 mil empleos.
“Todos están con trabajo. No hay quejas por despidos, ni cierre de empresas, ni firmas que se vayan del país, como quisieron instalar la idea del éxodo en 2020”, destacan desde el Ministerio de Producción de una de las provincias favorecidas por este proceso.
“Nadie compra una máquina para tenerla parada. Si hay inversión en maquinarias es porque hay actividad”, remarcan. Desde el inicio del mandato de Fernández, las inversiones en máquinas y equipos alcanzaron los 25 mil millones de dólares.
En línea blanca, además de Whirlpool, otras dos firmas líderes, como Alladio en Córdoba y Visuar en Cañuelas, licenciataria de Samsung, terminarán el año con incremento en sus exportaciones.
Textiles, confecciones, calzados y terminales automotrices son otros rubros con fuerte reemplazo de importaciones por producción nacional. Uno de los tantos ejemplos del rubro textil es la ex Paquetá, que bajó las persianas en 2017 por la avalancha importadora y reabrió con este gobierno en mayo de 2021, con el nombre de Bicontinentar. En ese momento tenía 100 empleados en una sola línea de montaje. Este mes alcanzó los 600 y volvió a las 12 líneas de producción como antes del cierre durante el macrismo.
Otros motores
La producción de hidrocarburos, con Vaca Muerta como estandarte, la minería y la economía del conocimiento son otros motores que explican el crecimiento económico. La recuperación del turismo y la gastronomía después de la pandemia empujan en la misma dirección.
Desde el Estado nacional, la obra pública es otro puntal para la expansión del PIB, que fue de 10,4 por ciento en 2021 y llega al 6,4 en lo que va de 2022, entre enero y agosto. Las proyecciones extraoficiales del equipo económico ubican el crecimiento de este año arriba del 5 por ciento.
Las quejas
La insuficiencia relativa de dólares en las reservas del Banco Central forzó al Gobierno a poner nuevos controles para las importaciones y al Banco Central a subir las tasas de interés. Ambas medidas despiertan quejas de sectores industriales, incluidas pymes, por los sobrecostos financieros para traer insumos y el encarecimiento del crédito.
Los otros reclamos remanidos de industriales y empresarios en general son en contra de las leyes laborales, por lo que muchos piden reformas flexibilizadoras o precarizadoras. También protestan contra los impuestos y reclaman una reducción de la carga fiscal.
"La mayor parte de la burguesía industrial es ideológicamente conservardora y no cambia. Igualmente tienen fresco el recuerdo de lo que les pasó con Macri", analiza un dirigente fabril que suele polemizar con sus colegas. Y exhorta: "Este gobierno puso a la industria de pie. Es un logro que debemos preservar".