La estrategia laboral del Gobierno Nacional se basa en un doble juego. Por un lado, la desinstitucionalización del trabajo, el salario como variable de ajuste y la hiperagresividad discursiva contra empleados públicos, gremios, dirigentes, jueces y abogados laboralistas. Por otro, aunque a veces invisible, un juego de expectativas hacia un modelo soñado: la promesa –y creciente promoción– del emprendedorismo, la ética laboral del mérito y el esfuerzo individual.
El paso de tiempo sin iniciativas y el pobre desempeño de todos los indicadores del mercado de trabajo requirió intensificar ambos juegos: el desregulador y el sueño emprendedorista.
En el registro de la desregulación, el gobierno vio naufragar en el Congreso -por indigerible- el proyecto de “Primer Empleo” la única iniciativa legislativa que presentó. En la negociación colectiva, la decisión de incumplir con la Paritaria Nacional Docente convirtió al conflicto en el Vietnam de la Casa Rosada. El recorte de pensiones es una señal de desesperación y falta de rumbo: en nombre del ajuste fiscal se alcanzan niveles de insensibilidad social y política alarmantes.
Como señala la politóloga María Esperanza Casullo, el gobierno asumió con la promesa de una política “pro mercado” –que promueve la competencia y la innovación– pero encarna una gestión “pro empresa”, un garante de rentabilidad. Por eso la reducción del costo laboral se vuelve un objetivo en sí mismo, ideológico. No conduce a una idea de Estado, ni de país, pero ni siquiera de mercado. El único mercado que se imagina, es el mercado laboral desregulado.
Al publicarse los datos de desempleo a principio de año, Peña no tuvo más remedio que aferrarse a los puestos de trabajo record creados durante el gobierno anterior, esperando mejores señales para junio. La mentira duró tres meses. Esta vez, hacer pasar puestos de trabajo por índice de empleo no alcanzó. Menos creíble aún resulta el intento por disfrazar nuevos monotributistas y monotributistas sociales por creación de empleo de calidad. El aumento en el desempleo se siente especialmente en la industria, reflejado en el 11,8 por ciento que marcó en el conurbano bonaerense, consecuencia de 15 meses de caída interanual en la actividad industrial y 17 meses consecutivos de retroceso del consumo.
El doble juego de política laboral desinstitucionalizada, y de la Argentina como gran incubadora de sueños emprendedores y empresas de coworking de status mundial, se choca con la fila de frustraciones en la puerta de la ExpoJoven. Se intenta construir un futuro en donde el doble juego confluye en un mismo escenario, pero es imposible. Desde la Jefatura de Gabinete saben que podrían controlar la inflación, pero no logran asimilar los costos (laborales) de su estrategia para lograrlo. No hay un ejemplo histórico o modelo en la región sobre el que parapetarse, basado en exportación de commodities y valorización financiera, que no genere efectos desintegradores en el mercado de trabajo. El mercado de trabajo record que se anuncia en los medios no es alcanzable por este camino, sin embargo se persiste en esa estrategia. Se trata de una verdadera delusión económica para el mercado de trabajo.
Al gobierno le hace falta intensificar el juego propositivo. ¿Dónde va a buscar las legitimidades? El clima de negocios que genera el macrismo no es un terreno amigable para el emprendedorismo, que es sólo individualismo si no hay una política industrial detrás. Sálvese quien pueda (¡Sigan participando!). El logro más importante hasta el momento fue atraer inversiones para convertir a Argentina en un casino, en las instalaciones de una fábrica cerrada.
¿Dónde va a buscar legitimidades para intensificar el juego antilaboral? ¿La Argentina, los gremios, el Congreso, el propio mercado de trabajo, en suma los/las trabajadores/as tolerarían el “modelo Temer” de reformas laborales? Las apelaciones a la competitividad y la productividad se asemejan mucho a las que motivaron las fracasadas reformas que viene llevando el gobierno español ¿Cómo despegarse de ese ejemplo? El gobierno se ve ante la encrucijada de desempolvar al (neo?) liberalismo o importar políticas que no conoce ni comparte. Cuando llegue la mitad del gobierno, sabremos con certeza que llegaron sin saber adonde iban, sólo con sus prejuicios a cuestas.
* Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD).