“¡Ladrona!” “¡Vendepatria!” “Gatos”. La vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, salía de la Iglesia Catedral de Tucumán donde asistió al Tedéum del 9 de Julio, en ejercicio del Ejecutivo nacional. Grupos de manifestantes la esperaban del otro lado de un vallado para rechazar su visita y las políticas del gobierno que encabeza junto a Mauricio Macri. Michetti no respondió y buscó, incómoda, la forma de subirse a un auto para recorrer los 200 metros hasta la Casa Histórica de Tucumán, donde debían continuar las actividades oficiales y donde se reiteraron las manifestaciones de rechazo. Momentos antes, en la Catedral, el obispo Alfredo Zecca había hecho un llamado a la “reconciliación que todavía nos debemos” los argentinos y cese en las “protestas fáciles” por el apego a las “virtudes”.
“En este primer año del tercer siglo de nuestra Argentina querida –dijo Michetti antes de la manifestación en contra del Gobierno que integra–, una buena manera de honrar a la Patria es decir que tenemos que ser más institucionalistas, honrados y transparentes en el ejercicio de la función pública, volcados al servicio de nuestra gente”. Aunque dijo no referirse a nadie en particular sino a los ciudadanos, volvió a adjudicar los males del presente a la pesada herencia. “Aún hay un tercio de los argentinos en situación de pobreza”, dijo, por “la incapacidad de quienes ejercieron el poder durante mucho tiempo y lo hicieron con más egoísmo que generosidad, pensando más en el beneficio personal que en el beneficio de la gente”. Y aseguró que “este gobierno busca dar vuelta esta situación”. La vicepresidenta transmitió “un saludo enorme” “y un cariño” a los tucumanos de parte del presidente Mauricio Macri. Dijo que era importante este nuevo aniversario de la Independencia para “poder reflexionar acerca de lo que piden hoy la Nación y los argentinos”.
Más temprano, Zecca encabezó su último Tedéum como obispo, porque el Papa Francisco le aceptó la renuncia por problemas de salud. Zecca fue promotor en su provincia de una contramarcha al 8M en “desagravio al dulce nombre de María”. Ayer, en su discurso, recordó a políticos, empresarios, sindicalistas y toda la dirigencia que “el poder tiene, necesariamente, una función social, y por eso hay que dejar atrás intereses personales y partidistas”. “Seremos nosotros la generación que se anime a asumir este gran desafío para la Argentina que soñamos y podríamos realizar”, dijo y agregó que “la Iglesia no cesará jamás de exhortar a los argentinos al diálogo, a la reconciliación que todavía nos debemos y al cultivo de una cultura del encuentro”. También dijo: “Es difícil, cuando uno sospecha de sus dirigentes, hacer esfuerzos y dejar de lado las protestas fáciles para comprometerse con el cultivo de las virtudes, con el estudio que ennoblece, con el trabajo honesto y esforzado”. “Pero hemos de ser conscientes de que el tan ansiado diálogo social se dará en la medida en que nos acostumbremos a mirar en la misma dirección para alcanzar el crecimiento de esta casa común, que es la Nación, que todos compartimos y de la que somos solidariamente responsables”, agregó.
Entre otras autoridades estuvieron el gobernador tucumano, Juan Manzur, y el vicegobernador, Osvaldo Jaldo. También estuvo el intendente de la capital de la provincia, Germán Alfaro, de Cambiemos, y el titular del Plan Belgrano, José Cano. Cuando se produjo el jaleo a la salida de la Catedral entre los manifestantes y Michetti, Alfaro salió a reclamarle Manzur y su vice por el rechazo popular, según aseguró la agencia oficial Télam. Les pidió que controlaran a la gente. Pero Manzur le dijo: “Yo no estoy en eso”.
Michetti se fue del lugar en un auto que la esperaba en las afueras de la Catedral para trasladarla hasta la Casa Histórica, a menos de 200 metros de allí, donde tuvo lugar un breve homenaje a los congresales que el 9 de julio de 1816 firmaron el acta de Declaración de la Independencia.