El 2022 es el año más violento contra la prensa en América Latina de los últimos 30, denunció el director de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), Jonathan Bock, durante el Foro Latinoamericano de Periodismo, que se celebra este fin de semana en Bogotá, en el marco del Festival Gabo.
“En lo que va de año, 57 periodistas han sido asesinados en todo el mundo, 25 de ellos en América Latina y el Caribe. Este año se perfila como el más violento en América Latina y el Caribe en las últimas tres décadas”, declaró Bock, quien agregó que incluso hay organizaciones que reportan hasta 31 asesinatos de periodistas en la región.
Medio centenar de periodistas de Iberoamérica participaron en el encuentro, llevado a cabo con el objetivo de compartir vivencias, puntos de vista y experiencias a fin de generar recomendaciones que sirvan para mantener el libre desarrollo del periodismo.
“Puede que no logremos cambiar la situación en años, incluso en décadas, pero si no actuamos, va a ser mucho peor”, comentó al respecto Jaime Abello, director general de la Fundación Gabo, quien alertó sobre “la manera en la que actúa el crimen organizado, un factor de hostilización hacia el trabajo periodístico”.
Por esta razón, Abello convocó a “luchar activamente contra quienes desacreditan al periodismo, denunciarlos y desenmascararlos.”
Por su parte, Carlos Fernando Chamorro, hermano de Cristiana Chamorro -periodista y excandidata presidencial nicaragüense en 2021, bajo arresto domiciliario desde junio de ese año- recomendó trabajar en cuatro áreas: la plena vigencia del Estado de derecho, la lucha por la libertad de prensa, la consolidación de un periodismo de calidad y la firme determinación de los periodistas de no resignarse ante el hostigamiento y la agresión.
La víctima más reciente
El pasado fin de semana fue asesinado en la localidad colombiana de Montelíbano, Rafael Moreno, director de un medio digital y colaborador de Forbidden Stories (Historias Prohibidas), una organización que trabaja para proteger la información de periodistas amenazados, dar seguimiento a sus investigaciones y publicarlas en caso de que sean detenidos o asesinados. Moreno tenía previsto participar en este foro.
Entre los 25 periodistas asesinados en lo que va de año en la región, hay cuatro mujeres -María Lourdes Maldonado, Yessenia Mollinedo Falconi y Johana García, en México, y Francisca Sandoval, en Chile.
Además, 160 periodistas nicaragüenses han salido exiliados del país desde 2018, y 45 periodistas permanecen bajo arresto domiciliario en Cuba.
Entre las claves para entender lo que está pasando en el periodismo en América Latina y el Caribe, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) identifica un nuevo retorno a los caudillismos en América latina, esta vez ubicando en un lugar central en la retórica violenta contra el periodismo.
Asedio contra periodistas en Internet
Un aspecto preocupante es el denominado abuso en línea. Cada vez se documentan más agresiones a periodistas en redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea, un problema ante el cual, las respuestas de los Estados y las plataformas se han mostrado insuficientes.
En países como México, Colombia y El Salvador además está documentado el uso de tecnologías altamente invasivas en las comunicaciones de los periodistas, como el caso del software de espionaje Pegasus. Por si esto fuera poco las fuerzas de seguridad también realizan perfiles y monitoreo constante de las publicaciones.
Hay muchos países en los cuales no existe ninguna política para la protección de los periodistas, y en aquellos donde existen mecanismos, estos no cumplen cabalmente su función, señala el documento presentado por la FLIP.
En una atmósfera de impunidad es fundamental que los Estados tengan mecanismos que los comprometan con la seguridad de los periodistas. Pero son necesarias, además, medidas complementarias, porque la condena de los atentados no disuade necesariamente a los autores, recalca el informe.
La desinformación se ha convertido en un arma contra el periodismo que se emplea especialmente en periodos electorales para confundir a la audiencia y manipular sus decisiones además de silenciar voces críticas y posicionar determinados temas en la agenda pública.
Por último -concluye la FLIP-, la legitimidad y credibilidad del periodismo también están siendo cuestionadas, toda vez que se consolida entre la ciudadanía un sector que rechaza el papel del periodismo en la democracia.