“Es difícil comunicar la crisis planetaria y también lo es procesar la información”. La sentencia es de las escritoras y periodistas Marina Aizen, Pilar Assefh y Laura Rocha, para quienes el cambio climático es el gran tema de este tiempo pese a que no se le de merecida atención. Cofundadoras de Periodistas por el Planeta (PxP), asociación civil dedicada a impulsar una nueva narrativa sobre la crisis socioambiental, las colegas acaban de publicar (Re)calientes, un material de Siglo XXI editores que busca alertar sobre la importancia de que la discusión sobre el planeta se convierta en un eje transversal de la agenda global. El libro se presenta este martes junto al resto de la colección Otros futuros posibles, de esa editorial.
En lenguaje claro y apto para todo público, (Re)calientes hace un repaso por el origen y aceleración de la crisis climática y responde interrogantes básicos como cómo saber si un fenómeno extremo se debe al cambio climático, qué peso tienen las pequeñas acciones individuales como el reciclaje, o qué deberían hacer los gobiernos para encarar la catástrofe. Todo con el objetivo de “mejorar la calidad de los debates” y bajo el paraguas de que se trata del problema más urgente de este tiempo y que cada vez hay menos tiempo para accionar.
“La crisis climática no es una cuestión reservada para los científicos. Es un tema político, económico y social”, postulan las periodistas de PxP en diálogo con Página/12. “En este mundo vivimos todos. Cuando se altera, nos alteramos con él. Esa es la historia que contamos y esa es la narrativa que queremos aportar”, cuentan las autoras, que eligieron un elocuente título de tapa para mostrar que la cosa no da para más.
--Sostienen que las fake news son el peor enemigo de la emergencia climática. ¿Por qué?
--Básicamente porque la distorsión sistemática del gravísimo alcance de la crisis creada por las emisiones de gases de efecto invernadero ha detenido la acción en el momento preciso en que se hubiera podido evitar la catástrofe actual. Y la industria petrolera, con su inmenso poder de lobby, fue la responsable directa, antes y ahora. Ha desatado una guerra cultural para salvar su negocio, aunque paradójicamente esa misma industria se encuentre inmersa en este planeta convulsionado igual que el resto de nosotros.
--¿De qué modo se emiten esas fake news?
--En general las actividades que más impactan en los ecosistemas intentan mostrar lo que hacen como amigables con el ambiente, aunque es claro que en muchos casos es “greenwashing”. El ejemplo más reciente es el de la ley de humedales. Vimos cómo frente al debate de un ordenamiento territorial los lobbies del agro, de la minería y del desarrollo inmobiliario saltan para evitar que suceda. Lo disfrazan de discurso “productivista”.
--El problema es que, según afirman, tanto el progresismo como la derecha piensan que la preocupación por la crisis climática es un tema de “ambientalismo bobo”. Entonces ¿quién está peleando hoy por esta agenda?
--Lamentablemente no hay un actor articulado que la defienda. Sí vemos a los territorios peleando con gran valentía por su integridad frente a proyectos mega extractivistas, pero al clima aún le faltan defensores. Efectivamente en la Argentina no pasa lo mismo que en Estados Unidos, donde niegan desde la ideología la existencia del cambio climático. Hay negacionistas de facto que pertenecen a todos los bandos de la grieta, como lo podemos ver con el consenso que hay en torno a Vaca Muerta, la explotación offshore o la expansión del desmonte. El mote de “ambientalismo bobo” es una peligrosa vuelta discursiva para acentuar los caminos que nos llevan a la autodestrucción y es tan perjudicial que hasta un sector de la juventud adhirió a los fósiles aunque digan que se preocupan por el clima.
--En el libro le dan mucha relevancia a la geopolítica del clima. ¿Qué sería?
--Las alianzas que se fueron haciendo y deshaciendo desde que se discute el tema de cambio climático en las Naciones Unidas, hace más de tres décadas. Por momentos esas alianzas y discusiones son candentes, como cuando se negoció el Acuerdo de París, que fue el frente externo más ardiente que tuvo nuestro país, aunque aquí nadie pareció darse cuenta. A medida que la crisis climática se vaya profundizando, un hecho que lamentablemente es inevitable, la geopolítica del clima va a cobrar más dinamismo. Por ahora se expresa en las negociaciones anuales que se dan en el marco de la ONU, pero ya lo vemos en las relaciones entre los países. Cuando Alberto Fernandez viaja, por ejemplo, los mandatarios extranjeros le preguntan por la política de reducción de emisiones. Creemos que tarde o temprano eso condicionará todas las relaciones internacionales.
--¿Creen que es posible que los países se involucren si, por ejemplo, las metas a las que cada país se comprometió en el Acuerdo de París son de cumplimiento voluntario?
--La clase política y el establishment petrolero, que es a quienes escuchan los tomadores de decisión, lamentablemente siguen más dispuestos a que nos tape el mar que a hacer la transición. En ese marco, el incentivo tiene que venir de nosotros, y eventualmente también del mercado. Si no lo apuramos, no va a suceder. La salida no estará exclusivamente en la diplomacia, es colectiva y tenemos que entender que tanto los efectos de la crisis climática como los del deterioro ambiental perjudican a los que menos tienen, como Argentina.
--Hablando de transición y de los que menos tienen, ¿qué debería traer consigo, desde un punto de vista social, la descarbonización de las economías? Porque otra sociedad tan desigual tampoco sirve…
--Es una oportunidad para barajar y dar de nuevo. Hay que pensar, por ejemplo, en la cantidad de trabajos que puede haber a partir de la construcción de nuevos sistemas de electricidad con fuentes renovables en los que la ciudadanía participe activamente. Algo así ocurre ya en Armstrong, Santa Fe, donde los vecinos son parte de una red de generación distribuida. No es un camino fácil, claro. Se necesitan imaginación y audacia. La destrucción ya tocó sus límites por eso es hora de pensar distinto.
*(Re)calientes se presentará este martes a las 19 junto con los otros libros que componen la colección Otros futuros posibles de SigloXX. Estarán presentes, además de las autoras mencionadas, Enrique Viale y Maristella Svampa, directora de la colección. Será en el Patio de los Naranjos del Centro Cultural Recoleta, en Junín 1930.