En uno de los capítulos de su más reciente libro, Pablo Gerchunoff detalla una parte de la cocina radical en la previa a la elección de 1983 y señala la existencia de “un Alfonsín omnipresente” que fue abriendo su camino a la Casa Rosada, doblegando a los propios que no confiaban en él y convenciendo al resto, a los que finalmente lo votaron. “El talento comunicacional era difícil de igualar. Alfonsín se conectaba con ´los otros´. Eso no era inspiración momentánea, era algo que traía consigo (…) Alfonsín competía con Perón, como conversador, como orador en actos multitudinarios, usando los medios de comunicación, la radio y la televisión. Era candidato de pueblos, candidato de ciudades, candidato electrónico. Y en cada caso encontraba el tono justo”, señala en un pasaje de Raúl Alfonsín, el planisferio invertido, editado por EDHASA hace tan sólo un par de semanas.
El libro de Gerchunoff se suma a Diario de una temporada en el quinto piso, el ensayo de Juan Carlos Torre sobre los vaivenes de los equipos económicos durante el alfonsinismo que la vicepresidenta le regaló a Alberto Fernández porque, según sus palabras, el relato posee “una estricta actualidad”; y al reciente boom alrededor de la multipremiada película Argentina. 1985, de Santiago Mitre.
Como sucede con la película protagonizada por Ricardo Darín y Peter Lanzani, la vuelta a los ochenta parece haberse convertido en un antídoto contra la irrupción de discursos negacionistas que extreman sus posiciones hacia la derecha. La figura de Alfonsín, en ese sentido, vuelve a elevarse como una de las que goza de un consenso general que nadie se atreve a discutir con demasiada vehemencia. El radicalismo lo reconoce propio y con esa carta sale a discutir el futuro con sus socios políticos, algunos de los cuales empiezan a correr sus posiciones cada vez más lejos de las ideas que el propio Alfonsín alguna vez defendió.
En medio de la interna a cielo abierto que Juntos por el Cambio expresa a nivel nacional y que tiene sus réplicas en cada uno de los distritos en los que la coalición opositora tiene representación, la UCR busca torcerle el brazo a la sobreoferta de candidatos poniendo la unidad partidaria como piedra fundamental. Para eso se está organizando un acto, que prevén multitudinario, a exactos 39 años de la victoria electoral de la fórmula que Alfonsín compartió con el cordobés Víctor Martínez sobre el tándem peronista integrado por Ítalo Argentino Luder y Deolindo Felipe Bittel.
La reunión será el sábado 29 de octubre, a las 11, en Costa Salguero. La intención del radicalismo es adelantar una foto de unidad total del partido que se adelante al mundial, donde si bien la política argentina no pondrá el freno de mano que muchos presumen, la atención central estará concentrada en la suerte del equipo dirigido por Lionel Scaloni en el oeste asiático.
Las imágenes buscarán replicar algunas de las señales que el partido centenario puso en el centro de la escena en mayo de este año, el día en que Gastón Manes asumió al frente de Convención nacional y desde donde Gerardo Morales vaticinó que el próximo Presidente de la Argentina sería él o el diputado bonaerense Facundo Manes. Desde entonces, la interna boinablanca se manifestó en el plano subterráneo y las fotos de unidad fueron tan esquivas como las críticas abiertas, que sólo aparecieron en la superficie cuando las expresiones públicas se escaparon de los carriles habituales. La más reciente tuvo lugar cuando el neurocirujano comparó a Mauricio Macri con Cristina Fernández de Kirchner y la tropa cambiemita tomó la decisión de salir a pegarle en continuado. “Yo no estoy para hacerme cargo del ego nadie. Lo que sí recomiendo es que aprovechen los tiempos para hablar de ideas y valores, ahí pueden conseguir algún voto, pero agrediendo a otro de la coalición les va a ir muy mal”, dijo esta semana el expresidente apuntando sobre Manes, pero hablando en plural ¿del radicalismo?
“Alfonsín es un referente para todos los argentinos y ya trasciende al radicalismo”, dicen desde el partido centenario en donde ultiman algunos detalles para el acto. Entre ellos, definir la forma en que las invitaciones al acto se ampliarán hacia otros sectores de Juntos por el Cambio. Con el listado definitivo en la mano, las lecturas políticas también alcanzarán para describir el juego de tronos al que se enfrenta la coalición opositora, en principio, en los distritos electorales más importantes entre los que se pondrán en juego en 2023, la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires.
Más allá de lo que termine sucediendo en los armados nacionales definitivos, que dependerán entre otras cosas de lo que suceda con las primarias, la Ciudad de Buenos Aires tiene a un radical lanzado por la Jefatura de Gobierno que hoy ocupa un cargo central en la estructura partidaria y que ostenta un abierto diálogo estratégico con Horacio Rodríguez Larreta. Por eso, la reunión de Costa Salguero también será una buena prueba para medir el poder de afianzamiento de Martín Lousteau hacia adentro de la interna.
Desde su entorno descartan que el acto pueda significar una especie de lanzamiento de campaña, que virtualmente está activada con las recorridas del senador por la ciudad y las reuniones que habitualmente tiene con diferentes actores políticos y empresarios de la CABA y el país. Lo que no desconocen es la centralidad de su figura, que desde hace tiempo ocupa un rol fundamental a la hora de garantizar la unidad partidaria. El último movimiento tuvo lugar semanas atrás cuando se terminó de sellar el acuerdo para una lista de unidad en las internas bonaerenses de noviembre.
Ese esquema, que envalentonó al radicalismo a partir de la victoria de Juntos en 109 de los 135 distritos bonaerenses en las legislativas del 2021, es la que se quiere replicar a lo largo de todo el país donde confían que el resurgir boinablanca del año pasado abre las posibilidad para hacer valer su peso en la coalición opositora de un modo distinto al que, principalmente el PRO, los tenía acostumbrados. “Los radicales tenemos que estar unidos en todos los distritos porque tenemos que ser protagonistas de lo que viene”, aseguran oteando el horizonte.
Más de 800 mil personas escucharon a Alfonsín recitando el preámbulo de la Constitución en el cierre de campaña que tuvo lugar en el Obelisco el 26 de octubre de 1983. Más allá de sus esporádicos regresos a la primera plana, el radicalismo ya no tuvo ese poder de convocatoria que se diluyó con el paso de los años y los tropiezos. El 29 de octubre se levantó el Estado de Sitio y la Argentina recuperó la democracia que el propio Alfonsín auguró para “cien años más”. El año que viene se cumplirán 40 años de aquella epopeya y la UCR quiere recuperar el protagonismo perdido. Para eso quiere repensarse a partir de esa referencia que hoy vuelve a calar hondo en la conversación política nacional. En palabras de Gerchunoff, omnipresente. En los deseos del radicalismo, determinante.