Basta de Demoler nació hace unos años tratando de parar la demolición de una hermosa casona francesa en Callao entre Paraguay y M.T. de Alvear. Esa primera la perdieron y en el lote se alza hoy un monigote feo, de hormigón guarango. La arquitectura es mala y derivativa, pero el edificio cumple la regla de oro del urbanismo moderno, es enorme y rentable, y "cubre la carga del terreno", como se dice en arquitecturés irse lo más arriba posible para crear más metros vendibles.
Los especuladores inmobiliarios siempre quisieron esto y en general lo lograron, pero cuando Mauricio Macri fue electo intendente porteño aplaudieron. Por fin, había un especulador al mando de la ciudad, uno acostumbrado a demoler, lograr excepciones al código, ganar fortunas apilando hormigón. Su sucesor, Horacio Rodríguez Larreta, resultó un acólito fiel dispuesto a desarrollar el gran negocio de este siglo, recibir los terrenos nacionales en la ciudad y venderlos.
El único límite que encontraron fue la movilización de los vecinos, algún político dispuesto, un raro juez honesto y Página/12. Así se salvaron cientos de edificios, se crearon Areas de Protección Histórica, se pararon negocios y negociados, se subió el costo de las coimas para enrasados y otras picardías, y se creó un costo político inesperado. Basta de Demoler estuvo en punta en ese proceso y es por eso que quieren escarmentarlos y asustar a los demás.
El caso en su contra es absurdo y sólo posible en el contexto del lawfare. El subte H fue creado por ley anterior a la llegada a la gestión del PRO porteño. La ley, clarísima, mandaba que la estación cabecera norte de la línea fuera en Plaza Francia. La intendencia empezó a cavar en Plaza Intendente Alvear, enfrente cruzando Pueyrredón, que de paso sea dicho es la primera plaza diseñada de esta ciudad y el primer trabajo de Thays en estas orillas.
Vino el amparo y el juez de la causa visitó el lugar junto a las partes. Basta de Demoler explicó el problema sucintamente: es la plaza equivocada, hay una ley. El juez preguntó, didácticamente, al titular de Subtes de la época por qué estábamos parados en una plaza y no en la otra. Inolvidable, el ingeniero en subtes contestó que si bien era cierto que estaban en la plaza equivocada, "todo el mundo le dice Plaza Francia a esta". El silencio fue inolvidable, la cara del juez también. El amparo se hizo firme.
Esta debilidad de argumentos e improvisación es bastante típica de la gestión macrista, que sabe lo que quiere pero no sabe sostenerlo con argumentos. Es lo que ocurre con idas recientes como las plazas lineales inventadas levantando la calzada de alguna avenida para plantar árboles: los vecinos en armas hasta le señalan terrenos donde se podrían construir plazas de verdad, pero el gobierno porteño tiene usos más lucrativos para esas tierras. Y la pasteurización de San Telmo, con bolardos y veredas niveladas. Y la insistencia en mandar cada año un proyecto oficial para que IRSA haga un shopping y torres en los terrenos ferroviarios en Caballito. Y la piedra libre en Floresta para que los outlets rompan todo, sin habilitaciones ni permisos.
En todos los casos, no tienen argumentos para sostener estas ideas, más allá de vaguedades que se resumen en "ya decidimos hacerlo". En todos los casos, la resistencia y los amparos vinieron de los vecinos, que ahora quieren disciplinar preventivamente. No sólo porque las elecciones del año que viene inflan los sueños de Rodríguez Larreta, sino porque logró cerrar el mejor negocio en la historia de la especulación inmobiliaria.
Calladito y con la ayuda de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la UBA, su gestión terminó el famoso "catálogo" preventivo. Rapidito y con instrucciones claras, el catálogo liberó miles y miles de edificios anteriores a 1940. ]A todo lo que le faltara un detalle menor -una ventana cambiada, un balustre faltante- se lo condenó a la demolición, y a todo lo que ocupara un terreno grande sin "completar la carga" también. Es de asombro lo que se está demoliendo en estos meses para ser reemplazado por la utopía del edificio en altura con ammenities.
Hay que evitar que los vecinos se den cuenta, que se opongan, que molesten. Es mucho dinero, hay que disciplinarlos.