La escena ocurre en la iglesia construida en el Valle de los Caídos español, ese esperpento monumental que durante décadas resguardó los restos de Francisco Franco. Una maestra le explica a sus alumnos que dicho lugar fue construido por prisioneros republicanos sentenciados a trabajos forzados. A unos escasos metros un grupo rinde exequias al dictador con sus cánticos y saludo romano. La gresca inevitable dará lugar al catalizador de ¡García! (estreno del próximo viernes por HBO Max). Allí, en el interior del risco, están por revivir al mejor agente español de la Guerra Fría. “¿Qué significa tener a este hombre congelado por sesenta años en un laboratorio secreto en un lugar tan polémico a la historia de nuestro país? Esa gran pregunta es la que abre la serie”, asegura Eugenio Mira, su director, entrevistado por Página/12.

La desvergonzada adaptación de una novela gráfica encuentra su punto en la ebullición de varios géneros y estéticas: sátira, acción y espionaje, sin dejar de lado su puesta comiquera. ¡García! sigue a Antonia (Veki Velilla), una joven periodista de investigación que en búsqueda de una buena historia se topa con el hombre del título. Mejor dicho, ella será la responsable de colocar en este tiempo a un súper soldado del siglo pasado. Antes de haber sido criogenizado, García (Francisco Ortiz) reunía en su ADN el patriotismo de Steve Rogers y la elegancia de 007. Un bicho de laboratorio fungido en los tiempos del Generalísimo pero que, tras ser revivido, dice operar para los buenos. “Mi reto era humanizar a alguien con el que no es fácil empatizar. No significa que mi personaje esté de acuerdo con su postura, pero sí que entiende de donde viene aunque no lo consienta”, asegura la actriz a cargo de su ladera. “Es un MK Ultra al estilo The Manchurian Candidate, muy efectivo, que gracias a Antonia comienza a desprogramarse y comprender que esa España por la que él luchaba ha cambiado, pese a ello no va a dejar de defenderla”, apunta el responsable de los seis episodios.

El pasado sin suturar y el hervidero del presente operan dentro de esta empresa que se apropia de signos y postales ibéricas como las torres Kio o el Toro de Osborne rutero. Acaban de secuestrar a una candidata a la presidencia de España en tanto los medios hablan de reptilianos, conspirparanoia y marxistas. En medio de este rollo, García y su compañera podrían convertirse en los últimos baluartes de la democracia ¿Demasiado? El último mitin de Vox en Madrid desafía el verosímil hiperventilado de ¡García!. “Es cosa de brujería: cuando salió el comic, rozaba la caricatura de ciertas figuras políticas y el nivel de parodia parecía mayor. Pero nos hemos quedado cortos. El juego entre parodia y sátira la realidad no ha pasado por encima. Hoy hay una narrativa de hiperficción en redes sociales y una autocaricaturización de los seguidores más extremos. Ese lugar de sincronía entre la ficción y la ficción de la realidad, por momentos, parece indistinguible”, confiesa el realizador.

-¡García! juega consencientemente con el pastiche. Tiene mucho de todo y eso puede presentar un problema. ¿De qué decidió asirse?

Eugenio Mira: -Cuando me hablaron de la premisa del comic, ya tenía un desafío. Lo que en la novela gráfica tiene lógica puede no tenerla en absoluto en su traslado a un formato audiovisual. El trabajo de Sara Antuña y Carlos de Pando, los creadores y guionistas de la serie, fue el de penetrar en este jardín para construir una historia de seis horas. Hicieron un ejercicio muy inteligente. Y yo me encontré con otros retos: a nivel de narración, pero también técnico, con las escenas y muchas locaciones. También en cuanto a la dirección de actores. Pero lo más importante era conseguir un tono coherente. Si teníamos todo abierto, el resultado era el caos. Fue casi un musical de tres líneas, con acorde mayores y alegres, otros menores más tristes, y unos abiertamente disonantes.

-La serie resignifica la iconografía española. La escena en el Valle de los Caídos, en específico, remite al final de Balada triste de trompeta, de Alex de la Iglesia. ¿Cómo fue recrear ese monumento?

E.M.: -Mi admiración a la carrera de Alex de la Iglesia es total. Él fue el primero en jugar con estructuras anglosajonas a partir de elementos propios. De hecho, lo llamé a Alex y le dije que iba a recrear el Valle de los Caídos, aproveché y le pedí algún que otro consejo. Es un fan del comic, por lo que una de mis metas era no pasar por lo que él ya había hecho. Quería centrarme en otros aspectos de Valle y que fuera un aditivo de lo ya visto. España son muchas cosas y la dictadura afectó la psique colectiva, nuestra bandera; tienes la monarquía, tienes la monarquía constitucional. Son muchas capas y para reorganizar eso jugamos con el palimpsesto, lo de amontonar una cosa por sobre otra. Las cosas que están abajo siguen operando, aunque las hayamos querido olvidar. Y están los nostálgicos que lo quieren reinstaurar. Bajo esa enorme cruz no solo estuvo el innombrable sino García. Es un tejido de juego iconográfico que genera grandes rimas a lo largo de la historia.

-¿Con quién se llevaría mejor García: Capitán América, James Bond o Austin Powers?

E.M.: -Lo que comparte con el Capitán América y James Bond es su aplomo e incapacidad para cuestionar la misión.

Veki Velilla: -No es un Superman, es un superagente muy real.

E.M.: -Lo que lo diferencia es su viaje como personaje, su topetazo con el muro de la realidad y lo que se ha convertido España, lo vuelven distinto.