La mujer, en diálogo con Catamaca/12, contó que todo comenzó en 2018: "Yo tenía 24 años y acababa de separarme del padre de mi hijo, en ese momento, de dos años. Estaba deprimida y con la autoestima por el piso, por eso cuando lo conocí, todo fue color de rosa en mi vida”, contó. “Nunca pensé que todo iba a terminar en denuncias cruzadas, y yo internada por un intento de suicidio”.
La joven expresó que en un primer momento la relación transcurría idílicamente. El hombre era unos años mayor que ella, y la llenaba de atenciones. “Estaba pendiente de lo que me pasaba, se preocupaba por mi día a día y de lo que necesitara en todo aspecto. Él estaba muy bien económicamente porque sus padres tienen una empresa que anda muy bien, así que era todo divino. Viajábamos el fin de semana a distintos lugares y, si bien, de vez en cuando me hacía alguna escena de celos, yo pensaba que esa era una etapa, que se iba a dar cuenta que yo sólo me fijaba en él, pero esto, por el contrario, fue creciendo cada vez más”.
La joven indicó que cerca de los tres meses de haber iniciado la relación, cada vez era más el control que el sujeto ejercía sobre ella y había tenido que dejar de salir con sus amigas, lo que antes hacía frecuentemente. También, su pareja tenía reparos en que vaya al gimnasio, actividad que realizaba desde siempre. "¿Para quién querés estar linda? Si yo así te quiero, y es lo único que necesitás", le decí.
"Tampoco le gustaba que vaya a la peluquería, me depile o me compre ropa. A cualquiera de esas cosas las tomaba como pruebas de infidelidad, cuando nada que ver. A mí siempre me gustó estar bien y verme bien, pero en aquel momento, para no contradecirlo y para que no piense mal de mí, le comencé a hacer caso y dejé de lado todas esas actividades. Incluso dejé de pasar tiempo con mi nene, ya que en ese momento vivíamos con mi mamá”, contó.
“Empezó a cuestionar a quién tenía en Facebook, y uno por uno tenía que contarle quienes eran y cómo los había conocido, por lo que me hizo borrar a un montón de amigos. Yo accedí, pensando que después de esto me iba a dejar en paz y todo volvería a ser como antes, pero no. Yo trataba de comprenderlo, porque él me había contado en el inicio de la relación que su anterior ex lo había engañado”, relató.
Lamentablemente, el control y la violencia verbal y psicológica, fueron cada vez más frecuentes. “Ya no era que estaba todo bien y había algunos momentos de conflicto, sino al revés. Yo sentía que estaba completamente enamorada de él y a nadie le había contado sobre los problemas que teníamos. Es más, mis amigas pensaban que no les daba bolilla porque estaba muy ‘metejoneada’ con él, pero no se imaginaban que era porque él me lo prohibía y con el paso del tiempo, empezaron a sospechar”.
“Decidí buscar ayuda psicológica y ahí fue cuando explotó todo”, contó. “Él me decía que nadie tenía porqué saber sobre nuestra intimidad y que para qué necesitaba ir a un psicólogo. El día que tuvimos esa discusión, todo se fue al carajo y fue la primera vez que me pegó. Me dio vuelta la cara de una cachetada”, recordó con la voz entrecortada. "
Al principio me quedé helada, pero cuando me recuperé y traté de irme, él cambió completamente de actitud. Estaba muy arrepentido según él. Decía que ‘se había sacado’ y que nunca más iba a pasar. Me sentía muy mal pero le terminé creyendo y me quedé. Ahora que lo pienso, más eran las ganas que tenía de creerle y lo que trataba de convencerme a mí misma de que eso no había pasado”, reflexionó.
“Pensando en todo ahora, fueron varias las ‘red flags’ (banderas rojas o señales de peligro) que hubo desde el día uno, pero no fui capaz de verlas o no las quería ver. Sentía que nadie iba a querer estar conmigo, estando sola a esa edad y con un hijo, y de golpe, que esta persona de buena posición, de buena familia y fachero, me preste atención y tenga todos esos detalles, me hizo bajar la guardia. Después de leer mucho sobre el tema y gracias a terapia, me enteré que todo esto es típico del violento y son los típicos ciclos de la violencia de género. Lo que me pasó es de manual”, dijo. "Todo esto habría que enseñarnos a las mujeres desde jóvenes para que podamos identificar a los violentos”.
Continuando con el relato, la joven indicó que las situaciones de violencia se iban haciendo más frecuentes, e incluso llegó a insultarla duramente frente a un amigo que se encontraba de visita en su casa. “Fue una situación muy humillante. Después se justificó diciendo que yo ‘lo sacaba’ con mis contestaciones, pero había llegado un punto en el que nada de lo que yo decía estaba bien. Entonces, comenzó a buscar excusas para pelear y que me aleje. Me pasaba días en mi casa deprimida, no me contestaba los mensajes ni los llamados y a los tres o cuatro días, regresaba a buscarme como si nada hubiera pasada. Y yo, de tonta, volvía”, contó.
“Resultó ser que andaba con otra, de lo que me enteré mucho después. O sea, todo de lo que me acusaba a mí de hacer, lo terminó haciendo él, por eso me alejaba. Después parece que se aburría y volvía a buscarme”, recordó.
“Todo terminó de irse al diablo un día que estábamos viendo una película. Era sábado y habíamos comido algo, estaba todo normal, aunque él había estado tomando alcohol de más, lo que, también era muy frecuente, aunque ese día, había tomado mucho. No sé en qué momento me di vuelta y tiré una botella al piso sin querer y ahí terminó de explotar todo”. La joven recordó, entre lágrimas que su ex comenzó a insultarla, pero no conforme con esto, “me tiró al piso y empezó a darme trompadas en la cara. Yo no podía creer lo que estaba pasando y no me lo podía sacar de encima, sólo podía gritar pidiendo ayuda, que, gracias a dios, me escuchó un vecino y llamó a la policía”.
“Terminé en la unidad judicial haciendo la denuncia, pero no quise que me vea un médico, en ese momento solo quería volver a mi casa. Igual, no pasó nada con eso, porque él, se ve que aconsejado por un abogado amigo, también me denunció por violencia y por causar daños en su vivienda, los que él mismo había hecho cuando enloqueció. Ahí fue cuando todo dejó de tener sentido para mí y quise terminar con todo”, contó. “Afortunadamente, mi mamá me encontró y me llevó al hospital”.
La joven explicó que desde ese entonces comenzó a recibir ayuda psicológica y logró dejar atrás ese horrible episodio de su vida, pese a que el sujeto trató de contactarla en numerosas opertunidades y las secuelas aún persisten. “Yo ya no puedo relacionarme así nomas con alguien, me siento insegura y prefiero estar sola. Me concentro en mi trabajo y en mi hijo… en estar bien yo”.
Sobre qué les diría a las mujeres que están atravesando una situación similar, expresó que “es muy importante que traten de detectar estas ‘red flag’. Si te cela de forma injustificada, si te empieza a prohibir cosas y te aísla de tu entorno, de tu gente, no es normal. No hay que ceder a este tipo de cosas y, sobre todo, buscar ayuda psicológica”, aconsejó.