Las cifras que mueve el actual mercado de pases está exacerbando la grieta en el fútbol argentino. Mientras Boca y River acaparan las figuras y los otros tres grandes apenas tercian en la puja por hacerse de ella, los medianos y chicos ven emigrar valores que los usaron como plataforma para pasar a los más poderosos o a clubes de segundo orden en Europa pero que los atraen con la fuerza de los euros o los dólares.

Para ilustrar la situación nada mejor que mirar el dinero contante y sonante. Apenas concluido el campeonato y conmovido hasta los cimientos del Monumental por los dopings positivos de Lucas Martínez Quarta y Camilo Mayada, River salió al mercado y puso en la mira a futbolistas de jerarquía. Primero se impuso en la puja por Javier Pinola, el defensor de Central y la Selección que querían todos, incluidos Boca y Racing. El futbolista deshojó la margarita y eligió la más verde de todas: el club que comanda Rodolfo D’Onofrio pagó 3 millones de dólares para hacerse del pase, un millón y medio por la cláusula de salida, quinientos mil más para Central y se hizo cargo de la deuda de un millón de dólares que mantenía la entidad rosarina con el jugador, quien a los 34 años firmó contrato hasta el 30 de junio de 2020.

La poderosa billetera le permitió a River cumplir un sueño que  Marcelo Gallardo revivía en cada mercado: la llegada de Enzo Pérez. El volante mendocino costó 3 millones de euros, cifra que el Valencia aceptó para transferirlo pese a que arrancó pidiendo diez millones de la misma moneda. Otra contratación resonante fue la de Ignacio Scocco. El centrodelantero costó r 2.800.000 euros, de los cuales 2.400.000  Newell’s destinará a pagar la deuda  con los ingleses del Sunderland. Tanto lo sedujo River a Nacho que el jugador resignó una deuda de 600.000 dólares que mantenían con él los rosarinos. Pero las marquesinas de Núñez quieren más luz de estrellas, por eso insiste para que Lionel Vangioni consiga la libertad de acción en el Milan  y pegue la vuelta y puja por el juvenil uruguayo Nicolás De la Cruz, que para el Muñeco es el juvenil con mejor futuro del fútbol de Sudamérica.

El campeón multimillonario

Con el campeonato en el bolsillo y con la disputa de la Copa Libertadores en el horizonte de su 2018, Boca no quiere que las posibles ventas de algunas de sus figuras lo debiliten. Y a favor de un balance histórico en cuanto al superávit, la comisión directiva que encabeza Daniel Angelici eligió darle más gustos a Guillermo Barros Schelotto. Ya consiguió que Paolo Goltz dejara México, un mercado donde se pagan contratos europeos,  para ponerse la camiseta azul y amarilla. La incorporación le significó un desembolso de entre tres y cuatro millones de dólares. Pero esas cifras no amilanan al Xeneize, que pujó mano a mano con el Sevilla español para hacerse del volante Guido Pizarro. Esta vez perdió, pero sólo porque al ex Lanús lo seduce más jugar la Champions League que la Cola Libertadores.  Otra estrella apuntada y que todavía duda es el chileno Gary Medel.

El poder de los dólares ponen  a Boca muy cerca de retener a Ricardo Centurión, cuyo pase está cotizado en seis millones de dólares por el brasileño San Pablo. Inclusive, son tan buenos los tiempos económicos que se viven en el club de la Ribera que se dan el lujo de imponerles condiciones al Zenit ruso, decidido a llevarse a Cristian Pavón pagando una cláusula de salida cercana a los veinte millones de euros.

Otras realidades

Mientras Boca y River acaparan figuras, Racing, San Lorenzo e Independiente apuntan a jugadores que les permitan mantener en orden sus cuentas, como pregonaron en los últimos días el vicepresidente de Racing, Miguel Jiménez; el manager de San Lorenzo, Bernardo Romeo, y el secretario deportivo de independiente , Jorge Damiani.

Por el lado celeste y blanco de Avellaneda, el desembolso más fuerte fue para comprar el pase de Lucas Orban al Genoa, en unos 2.500.000 de dólares. En tanto, Egidio Arévalo Ríos llegó libre del Veracruz mexicano. El otro refuerzo es el paraguayo Juan Patiño, con pasado en Xolos deTijuana pero propiedad de Guaraní de Paraguay. Hay en carpeta otros futbolistas , aunque ninguno con nombres rutilantes como los que recalan en Núñez y la Boca.

En Boedo perdieron al capitán y referente, Néstor Ortigoza. Y los otros emblemas (Leandro Romagnoli, Juan Mercier y Sebastián Torrico) se quedaron porque aceptaron contratos con números a la baja y atados a la productividad. Y por ahora la inversión más fuerte fue la adquisición de Víctor Salazar a Central, por el cual desembolsaron 1.800.000 dólares, a los que deberá agregar 400.000 más si no lo vende en los próximos dos años.

El Rojo está muy rezagado. Tentó al goleador boliviano Ricardo Chumacero, pero éste  eligió quedarse en The Strongest  para jugar la Copa Libertadores. Y los sondeos dejan claro que conformarán los pedidos del técnico Ariel Holan, pero nunca con nombres rutilantes.

Las diferencias expuestas se tornan inmensas al bajar a los clubes medianos y chicos, que en este mercado parecen haber quedado reducidos a proveedores de figuras para los grandes del fútbol local y también muchas veces para clubes de segundo orden del futbol eruopeo o de plazas emergentes como China o la MLS estadounidense. Por suerte, el fútbol argentino tiene tan buena materia prima que hace posible que clubes con un buen trabajo en las inferiores, como Banfield y Estudiantes en el torneo recientemente terminado, le peleen los primeros puestos a los grandes, más allá de que los grandes edifiquen su fortaleza con la savia verde de los dólares.