”Lamentablemente vivo en South Central y la mierda no es así”, contaba el rapero Ice-T en el comienzo de “Bodycount”. Con sarcasmo se refería a los programas de TV como The Cosby Show donde “los policías venían a bajar tu gato del árbol”. Sin embargo, en tiempos recientes, hubo una proliferación de series que trabajaron la irresoluta cuestión de la integración racial y los problemas de la comunidad afroamericana desde diversos ángulos. Sea con la frescura y perspicacia de Atlanta o el melodrama puro y duro de American Crime, por nombrar solo dos casos. El objetivo de Snowfall (estreno de Fox Premium el viernes 21 de julio a las 22 hs y en la App de la señal) es tratar el boom del crack en Los Ángeles durante el verano de 1983. Y esta producción de John Singleton viene con un añadido: con su película Boyz n the Hood (1991) su creador preanunció el movimiento “Black Lives Matters”. 

Por los años en los que sucede y la temática, la serie tiene muchos puntos en contacto con aquel film por el que Singleton se convirtió en el primer afroamericano y el más joven en ser nominado como director a los premios Oscar. Sería injusto no mencionar en ese vendaval a Spike Lee con Do the right thing y Mario Van Peebles con New Jack City. De todo ese magma parece estar hecha esta entrega. Las diferencias aparecen en su estructura coral y el tratamiento enfático sobre la cuestión del consumo de narcóticos durante la era Reagan. Cierto vitalismo de la propuesta que se entronca con una pátina retro.

El comienzo es idílico. El sol se cuela a través de las palmeras, las regadoras hacen su trabajo sobre el césped, suena un tema de funk infeccioso y los niños se congregan en torno a un camión de helados. Algunos meses después ese mismo camión va a ofrecer otra sustancia mucho más adictiva y peligrosa. En eso tendrá mucho que ver Franklin Saint (Damson Idris), un vendedor de marihuana que ve la oportunidad de saltar a las grandes ligas del narcotráfico, al ofrecerse como el mediador entre un capo y un distribuidor. Un joven de 19 años singular para este tipo de relatos. No trata de emular a Tony Montana, evita las peleas, tampoco prueba lo que transporta en su mochila y es apreciado por todos en su comunidad. 

Snowfall se propone como un entretejido urbano y moral que intersecta varios mundos al mismo tiempo. Así surgirán otros personajes como Gustavo “El Oso” Zapata, un luchador de catch mexicano convertido en delincuente; Teddy McDonald, un agente de la CIA con que comienza una operación secreta para financiar y ayudar a los Contras nicaragüenses, y Lucia Villanueva, la hija de un poderoso mafioso. El interés de los realizadores es mostrar cómo las decisiones individuales, su contexto o cerrazón, terminarán por darle forma a la epidemia del crack. Dave Andron (Justified), otro de los creadores, definió a aquella como una bomba que cayó sobre la capital de California. “Me sorprendió mucho saber que incluso en 1983, South Central seguía siendo sólo un barrio de clase trabajadora. En el verano de 1984, cuando los Juegos Olímpicos se presentaron ya  era una zona de guerra. ¿Cómo es que algo se volvió tan violento, tan feo, tan rápido?”, se preguntó. 

Aunque evite los golpes bajos, y su narrativa tenga buen ritmo, la propuesta transita caminos ampliamente recorridos. La puesta en escena apela permanentemente a contraponer lo prístino con la oscuridad junto con una banda sonora reconocible y potente (Nina Simone, George Benson,  Rolling Stones, Ronnie Hudson). El resultado es el de un drama con lecciones morales incluidas, y algunas cuotas de thriller policial en sintonía con el realismo de una ciudad en pleno cambio. El propio Singleton, que venía de dirigir episodios de Empire y la premiada American Crime Story, se basó en sus recuerdos de juventud para delinear la trama. “Aquellos eran días peligrosos para mí como adolescente, fueron mis años de formación. Tenías conocidos con acceso al dinero fácil y a las armas. Y había muchos impulsivos. La yuxtaposición entre la belleza y el pathos del barrio era algo que quería trabajar en la serie”, señaló.