Rishi Sunak (Southamptom, Inglaterra, 1980), nuevo y joven líder del Partido Conservador, y de rebote primer ministro británico, fue elegido para el puesto por los mismos (diputados y cargos políticos) que lo rechazaron hace dos meses. Pero eso no quita que ahora todos cierren filas en torno al nuevo líder, que fue ministro de Finanzas con Boris Johnson, de 2020 a 2022, e iniciador del golpe que acabó con su exjefe, al que quiso sustituir, pero no pudo porque perdió las primarias que finalmente ganó Liz Truss. Eso no se olvida en los oráculos tories, aunque ahora se esconda debajo de la alfombra.
El nuevo líder, quinto premier británico en seis años, ya ha dicho que "no habrá elecciones anticipadas", aunque se cuestionará día y noche su legitimidad para gobernar. Mientras goce de mayoría parlamentaria en todas las votaciones, mantendrá la endeble autoridad con la que llega al Gobierno. Por delate delante tiene dos años, hasta diciembre de 2024, lo que faltan para cumplir lo cinco de Legislatura que van desde diciembre de 2019, cuando Boris Johnson ganó por mayoría absoluta. Esta mayoría parlamentaria tory deberá portarse bien, y tener y disciplina, bajo Rishi Sunak.
Al nuevo líder se le presentan dos grandes retos, que le obligarán a realizar difíciles juegos de malabares: la reunificación del partido, tras meses de turbulencias, fragmentaciones y traiciones, y la estabilidad de la economía. Dos objetivos repetidos estos días hasta la saciedad. Las encuestas de opinión le irán diciendo cómo lleva estos grandes retos, en el exterior y el interior.
Irlanda del Norte y Escocia para abrir boca
Con los dos grandes retos, se presentan otros de todas las medidas y calibres. El primero, este mismo viernes 28, cuando acaba el plazo en Irlanda del Norte para formar gobierno autónomo. Si no hay acuerdo, tendrá que convocar nuevas elecciones. Los unionistas no formarán gobierno si Londres no retira el Protocolo del Brexit, que fija frontera comercial entre Reino Unido y la Unión Europea, lo cual conlleva la renegociación con Bruselas de, al menos, este aspecto de su divorcio de la Unión Europea.
Si en Irlanda del Norte el problema le llega el viernes con el Protocolo del Brexit, en Escocia llegará en diciembre o enero. Para entonces está previsto que Tribunal Supremo se pronuncie sobre si el referéndum convocado para el 19 de octubre de 2023 es legal o no. Rishi Sunak no defiende tal consulta, pero si de algo presumen los británicos es de la independencia de la judicatura.
Las recetas para afianzar la economía y generar consenso social por la crisis energética las dio a conocer hace dos meses en la campaña por el liderazgo del partido que perdió (ahora no ha habido tiempo para mostrar programa) y que ganó Liz Truss. La exprimera ministra, que apenas duró mes y medio en el cargo, anunció la bajada de impuestos que tuvo que revocar por tiempo después y que le llevó a su salida del Gobierno.
Sunak es contrario a bajar impuestos en la coyuntura económica actual y anuncia recortes en el gasto público sin concretar exactamente dónde. El actual ministro de Economía, Jeremy Hunt, de acuerdo seguramente con el nuevo líder, ha reconocido que Reino Unido tiene un agujero de 40.000 millones de libras en las finanzas públicas que, a su parecer, hay que ir cerrando. Sunak no es partidario de aumentar la deuda pública, que en septiembre ascendió en 20.000 millones, mientras el consumo bajó un 1,4% el mismo mes, dentro de una caída generalizada, la mayor en 50 años.
Y si las cifras no están casi todas en rojo (el paro es de los más bajos de Europa, con un 3%, junto al mayor índice, también, de contratos precarios de Europa), lo que urge es recuperar la confianza de los mercados e instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha calificado la economía británica en "negativo", o el Banco de Inglaterra que tuvo que intervenir anta la bajada histórica de la libra esterlina En su primera comparecencia Sunak no adelantó, o concretó, ninguna medida, sino que dijo que "la unidad y la estabilidad es la única forma de servir al país y responder a sus necesidades, y yo serviré con humildad e integridad ante los profundos retos económicos que se nos presentan". Digna declaración de intenciones, ausente en la reciente política británica.
Las reformas fiscales y los recortes del gasto público están en la agenda del actual ministro de Economía, Jeremy Hunt, y del nuevo líder que tendrá que especificar pronto cual es su plan. Durante la campaña en las elecciones primarias de hace un par de meses expresó su intención de "apoyar con ayudas sociales a los millones de familias que no pueden pagar las facturas de la luz o las hipotecas". El abrupto aumento de los tipos de interés ha dejado a muchos británicos endeudados o fuera del mercado inmobiliario.
Un gobierno sin dejar a nadie fuera
Lo más inmediato para los juegos malabares políticos del nuevo líder, y primer ministro, al margen de la ceremonia real de verse con el rey Carlos III, será la formación de un gabinete de Gobierno que aglutine a seguidores y rivales con el noble objetivo de reunificar el partido y no dejar a ninguna sección fuera de la mesa. Si moderados y extremistas, brexiteros y europeístas, y tradicionalistas y modernizadores llegar a tener voz en el próximo Ejecutivo, Rishi Sunak habrá logrado la cuadratura del círculo. Si consigue llevar armonía al turbulento Partido Conservador, la cima más alta será alcanzarla también en el electorado británico que, como los tories, tiene memoria y no olvida que no solo han sido el hazmerreír de Europa en los últimos meses, sino que las acciones del Gobierno han empobrecido al otrora grande y fuerte Reino Unido.
El titular de Exteriores podría ser del bando de Boris Johnson dado que éste se congratula de ser el líder europeo que más ha ayudado a Ucrania y, por eso, algunos seguidores ya le llaman líder mundial. Sobre la China surgida del último congreso del Partido Comunista o sobre la relación con los nuevos y viejos gobiernos europeos, Rishi Sunak aplica la tradicional fórmula de la diplomacia británica: estar a bien con todos y, especialmente, con los que tienen intereses económicos, desde Arabia Saudí a Catar o India.
Rishi Sunak llegó a la Cámara de los Comunes en las elecciones de 2015 por el distrito de Richmond, en el norte de Yorkshire, noreste de Inglaterra. Escaló pronto la jerarquía política, puesto que en 2020 fue nombrado ministro de Finanzas por Boris Johnson, a quien en julio pasado clavó el primer cuchillo a la espalda con la primera dimisión de un cargo alto que generó el efecto dominó típico en la estrategia de la política británica. Los bojoristas (partidarios de BoJo o Boris Johsnon) del partido no se lo olvidan, si bien, aplauden su elección. Está por ver si antes de dos años se reprimen la venganza o las divisiones surgen de nuevo.
Para Rishi Sunak, el primer hindú residente titular en el número 10 de Downing Street, su elección ha coincidido con la festividad Diwali o festival de las luces, la mayor celebración de la religión hindú. El nuevo líder ha sido iluminado por su partido, por Diwali y por su familia. Hijo de un médico y una farmacéutica emigrados a Inglaterra, Sunak exhibe sus orígenes migrantes mientras llama a la inmigración "controlada". Otro de los temas que tendrá que concretar en aspectos como el de mandar inmigrantes a Ruanda o culpar a Francia de las barcas que llegan atravesando el Canal de la Mancha.
Durante la campaña a las primarias previas lidió con sabiduría potenciales escándalos sobre la riqueza familiar de él y de su esposa, Akshata Murthy, hija del multimillonario indio Narayana Murthy. El matrimonio tiene una fortuna de 730 millones de libras, según la lista de ricos de The Sunday Times. Ella no pagaba impuestos en Reino Unido sobre los beneficios generados por sus compañías en el extranjero, lo cual es legal. Sin embargo, Akshata Murthy aceptó, por ética, tributar en Reino Unido sobre este tipo de ingresos.
Rishi Sunak disponía de una Carta Verde para residir en Estados Unidos de América mientras era ministro de Finanzas de Reino Unido. Él explicó públicamente que por cuestiones de trabajo había solicitado, y conseguido, el documento que todavía está vigente a pesar de que el matrimonio reside en Inglaterra desde que se casaron en 2009.