Joseph Stiglitz es premio Nobel de Economía, conoce bastante la evolución de la economía argentina de las últimas décadas, ha sido uno de los referentes internacionales en la cuestión económica del kirchnerismo y es mentor del exministro de Economía Martín Guzmán. En diálogo exclusivo con Página/12 fue muy crítico de las tasas de interés tan elevadas, ponderó el acuerdo con el FMI por su flexibilidad y criticó la política de sobretasas de interés que cobra el organismo. Elogió, como era de esperar, la gestión de Guzmán, reclamó que las corporaciones con ganancias extraordinarias paguen más impuestos, analizó el avance de la ultraderecha en el mundo y se animó a definir los principales motivos de la inflación y la historia de la larga crisis de la economía argentina.
¿Cuál es su opinión sobre la situación económica argentina y, en particular, sobre el alza de la inflación?
- La economía argentina tiene una larga historia de dificultades. Las políticas que llevó adelante el gobierno de Mauricio Macri, los enormes préstamos que esa administración tomó, llevaron a la economía argentina a un muy mal estado. El país se endeudó y la plata se fue al exterior y ahora Argentina tiene que repagar aquellos préstamos, que no fueron a fortalecer al sistema productivo. Se trató del mayor ingreso y salida de dinero que el mundo haya visto. Fueron 45 mil millones de dólares por parte del FMI y otros 100 mil millones de prestamistas privados. Luego tuvieron una recesión. La recuperación, a pesar de la pandemia, ha sido muy buena, ya que el crecimiento y la creación de empleos fueron uno de los más importantes en términos reales en el mundo. Ahora hay una “tormenta perfecta” a nivel global que incluso es más potente en Argentina, porque ustedes ya tenían inflación.
¿Considera que el sistema impositivo argentino es injusto y que se deberían aumentar los impuestos sobre las corporaciones?
-Hay cierto consenso en que existen ganancias extraordinarias derivadas del actual contexto de precios. Las petroleras, por ejemplo, están obteniendo enormes ganancias, no como resultado de algo que hayan hecho sino gracias a (Vladimir) Putin, ya que la guerra que desató generó fuertes incrementos de precios de los hidrocarburos. Mientras estas empresas tienen ganancias extraordinarias, todo el resto del mundo está peor. Entonces creo que sí, debe haber impuestos para corregir esta situación.
¿Por qué la economía argentina arrastra una crisis prolongada?
-No creo que haya alguna enfermedad específica que explique esas crisis recurrentes. Puede haber una serie de malas decisiones sin que haya una enfermedad por detrás. Por ejemplo, la decisión de comienzos de los ’90 de asociar al peso con el dólar (la convertibilidad) como solución a la inflación, fue un error. Resolvió un problema, pero creó otros nuevos. Esa política implicó un problema para los años siguientes. Tuvieron la crisis de 2001, y luego el mundo entró en crisis en 2008, lo cual no fue culpa de Argentina sino de Estados Unidos.
Entonces se debe a factores internos y externos.
-Argentina tuvo una mezcla de mala suerte con errores de política. Y hay una cuestión más general vinculada al largo plazo, de la que hablaba Raúl Prebisch. Argentina es un exportador de productos agropecuarios y como tal enfrenta la volatilidad de los términos de intercambio, es decir los precios que recibe por sus productos. Responder a esa situación es difícil. Esto ha presentado un desafío. Salir de la especialización en agricultura es difícil y tuvieron un problema de política económica, porque los sectores dominantes no querían reestructurar la economía para hacerla diversa y robusta. Creo que en el último tiempo, el país se empieza a mover hacia una economía más productiva vinculada al siglo XXI, pero las peleas políticas han sido muy difíciles.
Respaldo a la gestión Guzmán
-¿Cómo evalúa el desempeño de Martín Guzmán como ministro de Economía?
-Creo que ha hecho un trabajo fantástico en una situación muy difícil. El heredó un desastre en términos de endeudamiento, inflación y alto desempleo. Y se las arregló para reestructurar la deuda, lo cual conllevó un enorme esfuerzo e inteligencia. No creo que la gente de Wall Street haya antes conocido a alguien que sabía más de deuda que ellos. El consiguió el mejor acuerdo. Logró que la economía creciera. Debió transitar un camino muy estrecho en donde se podía gastar más pero entonces tener más inflación, o podía gastar menos y entonces tener recesión. Tenía que llegar al balance correcto. Lamentablemente, tuvo que enfrentar la pandemia y la situación en Ucrania.
- ¿Cómo evalúa la implementación del programa acordado con el FMI?
-No conozco todos los detalles de lo que están haciendo. En su momento, se trató de uno de los programas más inusuales porque evitaba la austeridad, que siempre estuvo en el ADN del FMI. El programa renegociado no contenía medidas de austeridad y le permitía al país seguir creciendo. Ahora creo que habrá una pelea constante porque hay fuerzas que presionan desde el FMI y desde el sector privado para que haya más austeridad, lo cual reduciría el crecimiento e incluso provocaría una recesión y no implicaría una inflación significativamente más baja. Se va a requerir muy buena gestión económica para resistir ese tipo de presión y mantener la economía creciendo.
-¿Piensa que hubo un cambio en la orientación de la política económica con la salida de Guzmán del Gobierno?
-Creo que algunas de las medidas que Argentina parece haber tomado después de la salida de Guzmán son muy preocupantes. Hay una muy fuerte suba de las tasas de interés y eso es un peligro. Dada la situación actual, va a reducir el crecimiento económico e incluso puede empeorar el cuadro de la inflación. En el mejor de los casos, no va a ayudar demasiado a bajar la inflación. Me preocupan los pagos en concepto de intereses que tiene que afrontar el Gobierno a raíz de las tasas elevadas. Alguien que no entiende de economía puede verse tentado a subir las tasas de interés para bajar la inflación. Pero será contraproducente. Argentina se ha salido de ese camino estrecho que mencionaba antes.
Las tasas altas y el acuerdo con el FMI
-En el actual contexto global y nacional del acuerdo con el FMI, ¿es posible pensar en bajar la inflación?
-Creo que las tasas de interés tan altas que se aplicaron en los últimos meses definen el peor de los escenarios porque incrementan la inflación y, al mismo tiempo, reducen el crecimiento económico. Estas tasas de interés, las más altas del mundo, desalientan la inversión productiva, lo cual en sí es inflacionario. Ese es el riesgo.
-¿Se debe eliminar la sobretasa que cobra el FMI a los países, entre ellos Argentina, que enfrentan dificultades en el repago de sus préstamos?
-Los sobrecargos que cobra el FMI son exactamente lo opuesto de lo que debería pasar. Porque hacen que la carga la lleven los países en crisis. Mediante estos cargos, los países en crisis pagan por el mantenimiento de la estructura del FMI. Son una mala política económica sin ningún tipo de justificación.
-Pero igual se siguen aplicando pese a que existe una crítica generalizada a esta decisión del FMI.
-En el Congreso de Estados Unidos, en donde hablé sobre este tema, todos estaban de acuerdo en que eran algo malo, tanto republicanos como demócratas. Una clave que puede ayudar a resolver este problema es que Ucrania va a tener que pagarlos. Es un país que está en guerra y ellos van a tener que pagar sobrecargos. La injusticia de esto debería quedar clara para todos.
-La situación puede ser todavía más preocupante por la suba de la tasa de interés internacional.
-Nadie sabía de esto antes de que Guzmán lo pusiera sobre la mesa, era algo oculto, como la letra chica de los contratos con el banco. Efectivamente, el problema en este contexto es incluso peor, porque los sobrecargos están atados a la tasa de interés promedio de los bonos del Tesoro de Estados Unidos. Por lo tanto, esos cargos van a ir hacia arriba porque está subiendo la tasa de interés. Lo que era un problema cuando las tasas de interés eran bajas, ahora es un problema doble porque las tasas están subiendo.
Inflación global y el avanza de la derecha radicalizada
- ¿Está preocupado por los actuales niveles de inflación en el mundo y la respuesta de la política económica?
-Estamos en una situación muy difícil a nivel global. Las tasas de interés están subiendo en todo el mundo, lo cual va a provocar una desaceleración de las economías y no tendrá demasiado efecto sobre la inflación. Como siempre digo, tasas de interés más altas no implican más comida ni más energía; lo que sí significan es menos crecimiento. Esto va a impactar negativamente sobre Argentina.
-¿Qué relación encuentra entre el desempeño económico global de las últimas décadas y el crecimiento de la extrema derecha?
-Creo que el mundo atraviesa un enorme stress que ha dejado a mucha gente desplazada. Y mucha gente se preocupa por haber quedado atrás. A pesar de que el sistema como un todo continúa creciendo, lo ha estado haciendo de manera injusta. Yo creo que la culpa la tiene la economía neoliberal de los últimos cuarenta años. El neoliberalismo, o los Chicago Boys como le dicen acá, trajo menos crecimiento y más desigualdad. En los Estados Unidos, por ejemplo, los salarios más bajos de la pirámide de ingresos están en el mismo nivel que hace 65 años. Entonces muchos dicen que esto es injusto y que el sistema no funciona. Por otro lado, tenemos nuevos mecanismos para diseminar malas ideas.
-¿Cuáles son esos nuevos mecanismos?
-En las redes sociales, la mala información va tan rápido que no sabemos cómo detenerla. Es como una distopía orwelliana. Y no tenemos las regulaciones ni la capacidad para filtrar mala información. El ejemplo más obvio se dio durante la pandemia, en donde decían que con las vacunas insertaban un chip en el brazo. Era ciento por ciento mentira, pero mucha gente lo creyó. Es un fracaso de la regulación, de la educación. No teníamos este problema hace treinta años. Siempre hubo problemas de desinformación, pero la escala, la velocidad que tiene ahora, es algo distinto, con enormes consecuencias.
-La derecha parece haber captado mejor esa sensación de desánimo porque avanza sobre el progresismo o las ideas de izquierda.
-En Estados Unidos las ideas progresistas están creciendo. Las encuestas dicen que la mayor parte de la gente, particularmente los jóvenes, piensa que el salario mínimo debe duplicarse o más, que todos deben tener derecho a acceder a la salud y a la educación superior. Creen que el sector financiero debe regularse y están preocupados por la falta de competencia en el sector de las tecnológicas. Entonces la agenda progresista realmente ha crecido. El problema, en Estados Unidos, es que la política no refleja lo que piensa la mayoría de la población. Esto se explica, entre otras cosas, porque Estados en donde casi no vive gente, como Alaska o Wyoming, tienen la misma representación en el Senado que California o Nueva York.