Conocida por sus diarios íntimos y por su relación con el novelista estadounidense Henry Miller, Anaïs Nin fue una escritora visionaria que recreó a través de la palabra escrita sus experiencias eróticas, legitimando gran parte de la literatura sexual del siglo veinte.
En el precioso espacio del teatro Border, con el diseño escénico de Héctor Calmet, cada viernes por la noche Thelma Fardin encarna a Angela Anaïs Juana Antolina Rosa Edelmira Nin y Culmell, la diarista, ensayista, novelista y cuentista nacida en Francia, hija de la cantante de formación clásica Rosa Culmell, y del compositor Joaquín Nin, ambos cubanos.
La intérprete le entrega al personaje toda su frescura y la pasión a veces oscura, rodeada por un elenco altamente comprometido con la tarea actoral. El equipo se completa con Julián Belleggia como Henry Miller; Esteban Coletti es Hugh Guiler; Fiorella Camji, June Mansfield; Emiliano Diaz, Otto Rank; Alfredo Martin, quien también colaboró en la dramaturgia e hizo aportes académicos, es Joaquín Nin.
El aporte de Nin fue objeto de controversia durante su vida y lo siguió siendo después de su muerte. Muchos críticos admiraron su expresión única de femineidad, su estilo lírico y su perspicacia psicológica. Algunos descartaron su preocupación por su propia realización como autoindulgente y narcisista.
Tal como ocurrió en su vida, en la obra Anaïs. El deseo consumado, escrita por Lázaro Droznes y dirigida por Virginia Lombardo, se cuenta la búsqueda del amor, del placer sexual y del frenesí de la existencia, con los múltiples amantes que llenaban la agenda a tiempo casi completo de Nin. Aparecen, sino todes, algunos de esos hombres y mujeres con quienes Anaïs intentó una plenitud erótica, artística e intelectual, acaso inalcanzables, motor de su vida y su escritura.
Casada con Hugh Guiler, la escritora mantuvo relaciones corporales con diversas personas, entre ellas su primo Eduardo Sánchez, el ya mencionado Miller (autor de la trilogía Nexus, Plexus, Sexus), su mujer June Mansfield, sus psicoanalistas René Allendy y Otto Rank, Antonin Artaud y finalmente, con su propio padre Joaquín Nin, rompiendo el tabú universal del incesto. En la última etapa de su vida tuvo en simultáneo dos matrimonios legales, uno en la costa este de los Estados Unidos con Guiler, y el otro en la costa oeste con Rupert Pole.
Nin había sido abandonada por su padre cuando tenía once años y esa ausencia, con el anhelo y la frustración constante que conllevó, fue el detonante para que comenzara a escribir aquellos diarios, que se iniciaron como una carta dirigida a Joaquín, con quien no tuvo contacto durante veinte años.
El reencuentro con su progenitor es uno de los momentos más intensos de la obra. El diálogo de los cuerpos y la lengua suelta de los actores/personajes son brisas que devienen vientos y luego se convierten en un huracán de sensaciones, ante los que el público no puede permanecer indiferente.
Dice la directora Virginia Lombardo: “Anaïs Nin consumó sus deseos. A partir de este relato invitamos al espectador, y a nosotros mismos, a realizar los propios. Con un elenco poderoso, minuciosamente elegido, creamos esta ficción basada en la vida y la literatura de una mujer libre, irreverente, audaz y luchadora. En los parisinos años 30, pleno surrealismo, ella escribió un diario fascinante en el que es sujeto de su propio deseo. Desafió a una época en la que aún se pretendía que las mujeres fuéramos objeto. Esa fue la llave de su libertad. Fardin interpreta, desde esa búsqueda al enigmático personaje.”
Con un vestuario pensado por Alejandro Mateo acorde a los roles y su signo epocal, las luces que acentúan las contrastes de la dramaturgia y la música de Mariano Cossa, que enfatiza el movimiento sobre tablas de las actrices y los actores, la obra es una invitación a inaugurarse en (o revisitar) la biografía de esta mujer de nombre y apellido musical y escritura deslumbrante. El espectáculo tiene la asistencia de producción de Natalia Cepeda, producción ejecutiva de El León Producciones – Mariela Muerza y la asistencia de dirección de Ana Paula Calmejane y Sebastian Caneva.
Para el autor Lázaro Droznes, la pieza “es un homenaje al lugar que ocupa Anaïs en la literatura, a la defensa de nuestros derechos y a la consumación de nuestros deseos. Intercalamos el erotismo que ha rodeado a la protagonista, los encuentros con sus grandes amores en un intertexto con su Diario”. A su vez, cree que “Nin nos da permisos, nos habilita la concreción de nuestros deseos, o nos ayuda a aceptar a los que tienen deseos contrapuestos a los nuestros. El espectáculo es ideal para todo amante de la literatura y para todos los que damos un lugar preponderante a los encuentros amorosos, a la completud con el otro. Dedicado a espectadores ávidos de recuperar la excitación adormecida por la rutina diaria y el aislamiento emocional.”
Los manuscritos que escribió Nin tienen unas 35 mil páginas. Existe más de una edición porque algunas de las personas que esta precursora de la emancipación sexual femenina incluyó en sus diarios estaban vivas cuando el primer volumen fue publicado. Al morir las personas involucradas comenzaron a circular otras versiones inexpurgadas.