El acontecimiento es sólo hoy; así que quien no asista habrá de estar atento a los comentarios, que no faltarán y seguirán, de este modo, alimentando al mito de Cucaño, el grupo surrealista rosarino que cobró vida hacia fines de los años ’70. En este sentido oficia la celebración de Perturbaciones en un Santuario Oculto: Una Experiencia Cucaña, la muestra/actividad/evento que tendrá lugar hoy a las 19 en Galería La Toma (Tucumán 1349, subsuelo), con organización de Ocupantes no identificados y edición a cargo de Georgina Ricci y Pablo Silvestri.
“No quiero llamarlo muestra, porque me parece que no tiene que ver tanto con el espíritu que profesaba el grupo. Va a ser una activación del espacio en torno a este santuario, donde se mostrará este material de archivo conformado por collages que formaron parte de La Pintuchu, que era la forma que ellos tenían de denominar sus intervenciones plásticas, aun cuando la dimensión escénica siempre estuvo presente en sus acciones. También habrá fotografías que dan cuenta de la dinámica colectiva del grupo, cuadernos con textos que contenían detalles y debates en torno a los proyectos y operaciones que pensaban y realizaban en aquellos años, y también parte de sus manifiestos y declaraciones como colectivo artístico. Todo este material de archivo lo tenía Carlos Ghioldi, y nos lo ha cedido con mucho amor para que con Georgina Ricci –quien viene investigando sobre Cucaño desde hace un tiempo– llevemos adelante este acontecimiento”, explica Pablo Silvestri a Rosario/12.
-Que tenga lugar en Galería La Toma significa también de manera especial.
-Eso es interesante, porque los actuales ex-cucaños se autodenominan “Ocupantes no identificados” (Alejandro Palmerio, Patricia Espinosa, Marita Prieto, Pablo Fernández, Virginia Ghioldi Molina, Carlos Ghioldi), al nombre lo tomaron de la forma en la que aparecen en el expediente judicial de la toma del ex-supermercado Tigre, donde funciona el Centro Cultural La Toma. Ellos fueron quienes tuvieron esa primera gesta de toma del espacio; y por otra parte, la casona de Cucaño estaba a la vuelta de La Toma, todo en un radio de 100 m. Ghioldi, además, es uno de los voceros y ocupantes de La Toma, y también participa su hija con algunos videos.
-De manera tal que el santuario sólo podrá ser visitado este único jueves.
-Exacto. Es una experiencia poco ensayada, muy a lo Cucaño, como tiene que ser. El espacio del subsuelo de La Toma es un proyecto de colaboración con la Escuela de Bellas Artes de la UNR que venimos sosteniendo desde hace 12 años, y siempre trabajamos con experiencias y acontecimientos que duran en realidad ese día. Nos interesa también lo que se dice después del hecho, del acontecimiento. Lo interesante de la experiencia de Cucaño es que el sólo hecho de pensar su existencia oscila entre el mito y la realidad, hay mucho de construcción discursiva, algo que para nada le resta importancia. Me parece interesante que dure poco, así como sus acciones, y que haya mucho de lo que se reproduzca a través de la transmisión oral, esto que de algún modo conformó el imaginario o el mito Cucaño, más allá de que sabemos que el grupo ha existido y trabajó.
-Del material de archivo, ¿qué encontraron que les llamara particularmente la atención?
-Los collages, son como una especie de prehistoria de los memes, porque no responden solamente a la idea del collage, donde uno toma distintos elementos formales, sobre todo visuales, para conformar una imagen nueva, sino que había mucho texto, mucho de ese pensamiento memético en torno a ese tipo de producción; por supuesto, el meme existe por otra lógica y temporalidad, pero los collages son realmente una joyita y los mostramos absolutamente todos, no pudimos hacer una selección.
Además de los collages, el santuario reunirá fotografías, cuadernos, manifiestos, declaraciones, y fragmentos de la intervención del grupo en la Praça da República de São Paulo, tomados del documental Acha Acha Cucaracha: Cucaño ataca otra vez de Mario Piazza, “donde terminaron deportados a Argentina; con esas imágenes también hacemos una especie de homenaje a Piazza, uno de los integrantes del grupo”, agrega Silvestri.
En el texto de sala, Carlos Ghioldi escribe: “Pero el final de la razón va escondiéndolo y en las páginas de aquel santuario, va perdiéndose en lugar de encontrarse. Nada será encontrado nunca”. De ese modo, en la experiencia del ahora también se recuperan los modos del pasado. “La idea de esta exposición es la de un hecho artístico, por eso el nombre tiene una especie de bajadita: ‘Una Experiencia Cucaña’, porque incluso el trabajo con los ex-integrantes de Cucaño fue de algún modo errática e interesante, en el sentido de recuperar la experiencia también a través de los testimonios de sus protagonistas”, concluye Silvestri.