La historia se repitió, por suerte con final feliz. Un cambio de clima impidió ayer a dos grupos de trekkineros –75 en total— descender del Cerro Champaquí, en Córdoba –2.790 m.s.n.m.--, luego de hacer cima (se llega con una caminata sin escalada pero extenuante). Durmieron en los fríos refugios techados de montaña cual lo planeado, pero todo se complicó el martes a la noche: se desató una tormenta con lluvias muy fuertes y ráfagas de viento a 62 Km/h (el pronóstico no había sido el ideal para subir). En esas condiciones, el descenso es resbaloso y muy frío.
Había un contingente rosarino de 54 personas y otro de Mar del Plata con 21 caminantes. Al darse cuenta de que no iban a poder descender, pidieron ayuda por radio a los Bomberos Voluntarios y al Equipo Técnico de Acción ante Catástrofe (ETAC). Todo comenzó a complicarse porque una mujer de 60 años tuvo un accidente cerebrovascular y un grupo pequeño de jóvenes desarrolló problemas estomacales. En un operativo coordinado por la Secretaría de Gestión del Riesgo de la provincia con el Departamento Unidades de Alto Riesgo, dos helicópteros evacuaron de manera impecable a doce niños y a la mujer afectada (el cuadro de ACV ya está siendo tratado en Córdoba capital y los menores en el Hospital de Santa Rosa de Calamuchita).
La idea era que el resto comenzara a bajar caminando hoy miércoles, pero había dos arroyos crecidos. Y otros jóvenes desarrollaron los mismos síntomas estomacales con vómitos y diarrea, quizá por ingerir algo en mal estado, o por una combinación de stress, cansancio, altura y condiciones físicas no ideales para una travesía de este tipo. Intentaron bajar pero tuvieron que regresar al refugio donde estuvieron bien y fuera de peligro.
En declaraciones para Página/12, el Comisario Mayor Martin Degano --Jefe de Bomberos de Santa Rosa de Calamuchita-- explicó su trabajo de coordinación del rescate: “pensábamos que estaba todo controlado y el resto iba a bajar caminando, pero se nos complicó otra vez por los problemas de salud de algunos. Finalmente, se hizo un operativo especial con un helicóptero de Nación y dos de Provincia para rescatar a los 48 varados en la alta montaña. Aquellos con síntomas, fueron llevados a Santa Rosa de Calamuchita y el resto, a Athos Pampa”.
La ley de Turismo Alternativo de la provincia de Córdoba establece que debe subir un guía de montaña autorizado por cada diez personas: algunos prestadores no lo cumplen para achicar costos. Ciertos guías de la zona –más responsables-- eligen llevar grupos más pequeños a costa de ganar menos y poder así manejar los imponderables con comodidad (no hay un límite claro de personas estipulado para cada contingente). Algunos miembros del grupo varado tienen 12 años de edad.
Muy seguido, caminantes sin guía se pierden en el Cerro Champaquí. En octubre pasado, un hombre de 68 años subió sólo en moto y se extravió: le mandó un video por WhatsApp a su esposa pidiendo que lo fuesen a buscar. Como resultado, aquellos guías que el turista no contrata para achicar costos, terminan subiendo a rescatarlos sin paga. Y los grupos varados son un problema que se repite, a veces por la ansiedad de algunos guías en concretar un viaje muy beneficioso a pesar del pronóstico dudoso del clima. Algunas personas –por muy jóvenes que sean— no están en condiciones de ascender este cerro exigente y no hay controles sobre quiénes ni cuántos suben (la provincia no sabe cuántos suben ni cuantos bajan, tal como se suele hacer en la zonas de montaña con turismo masivo de cierto riesgo). También se hacen pasar a profesores de educación física como guías de alta montaña, que en verdad no están preparados para rescates ni evaluar condiciones atmosféricas. Este fue el segundo episodio en mes y medio en derivar en un costoso rescate con helicópteros (suceden todos los años). No hay servicios médicos en los puestos de montaña y a veces suben grupos de más de cien personas, algo que vuelve muy difícil la prevención o sortear imprevistos climáticos.
Desde la cima del Cerro Champaquí –cuando el clima ayuda— se ven las nubes muy abajo, como un cielo debajo del cielo: un mar algodonado que atrae caminantes de todo el país (otros suben en camioneta). Los controles y la reglamentación tendrán que ser revisados para evitar alguna desgracia fatal.