El expresidente Mauricio Macri presentó su nuevo libro ¿Para qué? de cara a las próximas elecciones presidenciales. En su interior puede leerse el decálogo del pensamiento de la derecha liberal argentina que propone una serie de reformas para disminuir el tamaño del Estado, la protección a la industria nacional, las políticas sociales, laborales y de seguridad social.
Para avanzar en ese proceso “liberador de las fuerzas productivas” (José Alfredo Martínez de Hoz dixit) hay que vencer las “mafias”, denominación que para el miembro de la familia calabresa engloba al partido justicialista con su estructura territorial de intendentes y gobernadores, los líderes empresariales que no aceptan la defunción de sus estructuras productivas a manos de las importaciones, los dirigentes sociales y sindicales que defienden los derechos de los trabajadores de la economía informal y formal.
El programa propuesto por Macri no es una novedad ya que fue ensayado sin lograr el “despegue” de la Argentina por Martínez de Hoz en tiempos de la dictadura militar. También se implantó durante la convertibilidad en la presidencia de Carlos Menem y, en versión moderada, por el propio Macri durante su mandato. Al respecto, Mauricio parece valorar positivamente la experiencia económica de la dictadura y el menemismo, pese a sus explosivos desenlaces que dejaron millares de fábricas cerradas y millones de desempleados, además de la confiscación de los depósitos de los ahorristas bancarios y un país hiperendeudado con el exterior. Sin embargo, cree que se equivocó en su gobierno al abrazar el “gradualismo”.
El fin del gradualismo
La tesis del gradualismo parte de la idea de que el programa ultraliberal de Cambiemos no podía implantarse en 2015 porque la sociedad civil no estaba madura para aceptarlo. El kirchnerismo se había desgastado cultural y políticamente, pero la sociedad todavía valoraba sus logros económicos. La gestión económica de Kicillof había logrado que Cristina Fernández de Kirchner finalizara su segundo mandato sin una crisis económica de gravedad. Para ello colaboró, paradójicamente, el buen humor de los mercados después de la victoria de Cambiemos en la PASO, hecho que derivó en cierta tranquilidad cambiaria en los últimos meses de gobierno peronista.
Ese final sin crisis de la experiencia populista impedía que la sociedad aceptara un programa liberal violento, por lo que la dirigencia del PRO optó por una línea gradualista.
Para Mauricio Macri el tiempo del “gradualismo” parece haber terminado. Según su mirada, el deterioro de la situación económica, especialmente en materia inflacionaria, abre las puertas para que la sociedad acepte una agenda liberal de derecha más firme. El crecimiento del movimiento libertario y de grupos filo nazis es visto como un síntoma de que la sociedad argentina incuba el apoyo a un programa ultraliberal aún cuando requiera la represión y persecución de políticos, dirigentes sociales y sindicales y un sector importante de la población civil. El experimento Jujuy a manos de Gerardo Morales (símil Operativo Independencia en Tucumán en los años previos al golpe de 1976) , ya estaría maduro para expandirse al resto del país.
@AndresAsiain