Frente a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil más de sesenta obispos católicos de ese país reunidos bajo el título “Obispos del diálogo por el Reino”, emitieron una declaración en la señalan que los comicios que enfrentan a Lula da Silva y Jair Bolsonaro “nos enfrentan a un dramático desafío” ante el cual “no hay lugar para la neutralidad cuando se trata de decidir sobre dos proyectos de país, uno democrático y otro autoritario; uno comprometido con la defensa de la vida, a partir de los empobrecidos, otro comprometido como una ‘economía que mata’ (citando palabras del papa Francisco); uno que cuida de la educación, la salud, el trabajo, la alimentación, la cultura, otro que menosprecia las políticas públicas, porque desprecia a los pobres”.
Los miembros de la jerarquía católica que suscribieron un documento titulado “La gravedad de la segunda vuelta de las elecciones 2022”, se identifican como “obispos de la Iglesia Católica de varias regiones de Brasil, en profunda comunión con el Papa Francisco y su magisterio y en plena comunión con la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) que, en ejercicio de su misión evangelizadora, siempre se sitúa en defensa de los pequeños, de la justicia y la paz”.
En medio de un escenario de fuertes debates entre los candidatos en los que además se ha recurrido a frecuentes apelaciones a las cuestiones religiosas, los obispos hacen un análisis sumamente crítico de la gestión del presidente Bolsonaro. “Somos testigos –dicen- de que el actual gobierno, que busca la reelección, le dio la espalda a la población más necesitada, principalmente durante el período de la pandemia”. Entre otras cuestiones se denuncia la flexibilización del porte de armas, la desatención de los problemas ambientales y la falta de acceso a la educación de calidad para todos. Recogiendo una frase de otro documento de la CNBB los obispos afirman que “el hambre es ciertamente el más cruel y criminal (de los descuidos), porque la alimentación es un derecho inalienable”. Y de manera terminante se afirma que “la vida no es prioridad para este gobierno”.
Hay también una referencia al uso abusivo de la religión y sus símbolos por parte de Bolsonaro. “El jefe de Gobierno y sus seguidores –dicen-, principalmente políticos y religiosos, abusaron del nombre de Dios para legitimar sus actos y además los usan para los fines electorales”. Citan también un documento colectivo de la Conferencia Episcopal en el que se señaló que “la manipulación religiosa siempre desvirtúa los valores del Evangelio y saca el foco de los problemas reales que necesitan ser discutidos y enfrentados en nuestro Brasil”.
En clara referencia al actual mandatario señalan que “cuando decía “Dios por encima de todo” el presidente ofendía a las mujeres, se burlaba de las personas que morían asfixiadas, además de no demostrar compasión alguna con las casi 700 mil vidas perdidas como consecuencia de la covid-19 y con los 33 millones de personas hambrientas en su país”. Recuerdan también que Brasil había salido del mapa del hambre en 2014, “por el acierto de los programas sociales de gobiernos anteriores”. En la práctica, dicen los obispos, “este llamamiento a Dios es mentiroso, porque no cumple con lo que Jesús presentó como el más importante de los mandamientos: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo”: Y rescatando también palabras del Evangelio el documento recuerda que “quien dice que ama a Dios, pero odia a su hermano es mentiroso”.
No contento con ello los obispos señalan que los discursos y las medidas que promueven que las personas se armen y a la eliminación de los opositores “están en contradicción con el quinto mandamiento, que dice “no matarás”, así como con la Doctrina Social de la Iglesia que propone el desarme y sostiene que “el enorme aumento de las armas representa una amenaza grave para la estabilidad y a paz”.
Entrando en otro tema los religiosos afirman que “vivimos cuatro años bajo el reinado de la mentira, el sigilo y las informaciones falsas”. Y agregan que las fake news se convirtieron en “una forma ‘oficial’ de comunicación del Gobierno con el pueblo”.
Sin mencionar a Lula por su nombre, los obispos afirman que “los cristianos tienen capacidad para analizar cuál de los dos proyectos en disputa es más cercano a los principios humanistas y de la ecología integral”. Y que para ello basta con analizar “con datos y números” y preguntarse “cuál de los candidatos valoriza más la salud, la educación y la superación de la pobreza y de la miseria” y quién disminuyó el presupuesto de salud, de educación y acabó con los programas sociales. “¿Quién cuidó la naturaleza, principalmente de la Amazonia, y quien incentivó la quema de bosques, el tráfico ilegal de maderas y la minería en tierras indígenas”, se interrogan los religiosos.
A modo de conclusión los obispos subrayan que “no se trata de una disputa religiosa, ni de una mera opción partidaria y, tampoco, de escoger al candidato perfecto, sino de una decisión sobre el futuro de nuestro país, de la democracia y del pueblo”.
Saliendo al cruce de eventuales críticas los obispos católicos advierten que “la Iglesia no tiene partido, ni nunca lo tendrá” pero “siempre estará del lado de la justicia y la paz, de la verdad y de la solidaridad, del amor y de la igualdad, de la libertad religiosa y del Estado laico, de la inclusión social y del buen vivir para todos”. Por tal motivo, dicen, “sus ministros no pueden dejar de tomar partido cuando se trata de defender la vida del ser humano y de la naturaleza”.
Por su parte la Comisión de Pastoral Social de la CNBB, en una carta a todo el pueblo de Brasil que lleva la firma de su presidente el obispo José Valdeci Mendes, también se pronunció ante la segunda vuelta electoral expresando su repudio por “la utilización de la religión para estimular el odio, la violencia y la división de las familias y de la sociedad” y subrayando que “justicia, paz, fraternidad y compasión son las referencias éticas del cristianismo” y deben ser “los ejes orientadores del buen gobierno”. En la misma línea de reflexión la Pastoral Social pide “cuidar nuestra democracia a través del voto que garantice el Buen Vivir de los Pueblos”.