Hasta el domingo 20 de agosto, Alejandro Lamas y Luis Vignoli exponen en el primer túnel del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río) la muestra conjunta "Cerca de la percepción". La exposición incluye la mesa debate "Percepción y Fotografía, ¿hacia un nuevo ciclo?", que tendrá lugar el martes 1 de agosto a las 18.30 en el CCPE. Algunos posibles temas serán: la fotografía de hoy, su potencial y futuro, su credibilidad y su posibilidad de perpetuación en una situación signada por un nuevo paradigma, el de la inmediatez de las redes sociales y su seducción.
Los dos fotógrafos rosarinos se llevan 14 años. Alejandro Lamas es del '54 y Luis Vignoli, del '68. A mediados de los '80, Vignoli se encuentra con el afiche en fotocopia de una muestra de fotos. "Recuerdo la imagen de una estatua de la plaza Pringles, estaba decapitada y sobre ella se posaba un pajarito, marca fundacional", cuenta Luis. Algo que hacía Lamas y que él, en la Peña Fotográfica Rosarina, no veía. Se trataba de "Rostros y rastros de la Aldea", fotografías que Lamas presentó en 1985 en el Centro Cultural del Bajo.
Apenas unos años después, Alejandro advierte los avatares del país y decide irse. Su destino será España. A mediados de los noventa, Luis decide escribirle un correo electrónico y Alejandro responde. Hablan de fotografía, y de lo que estaba pasando allá y acá. Vignoli estaba en la movida de fotógrafos rosarinos, La Colectiva. "Fue un agite importante, sobre todo con la idea de conocer autores", recuerda.
Es el año 2005 y Alejandro tiene una nueva obra, donde se posa tanto en Rosario como Madrid desde la mirada urbana. Gana un premio, el Abeja de Oro que concede la Agrupación Fotográfica de Guadalajara a la mejor colección de seis fotografías. Se publica el libro de fotografías que contiene la colección en un conjunto de treinta y cinco imágenes que se titula La otra ciudad y que es el origen del taller de Fotografía Urbana que Lamas viene impartiendo desde esa fecha hasta la actualidad. Dos años después lo presenta en Rosario. Luis va y se conocen, pero el diálogo es corto, muy corto. Alejandro tiene que volver a España con la familia y su trabajo.
Finalmente, el año pasado, Lamas termina su larga relación con Madrid y vuelve a su ciudad natal para quedarse. Es el momento tan postergado de conocerse con Luis. "Se muda a la vuelta de casa, por Pichincha, ¿podés creer?", señala Luis. "¡Somos vecinos!", ríe. "¡De 11 mil kilómetros, estamos a 100 metros!". Cuando Alejandro se acomoda aquí, aterriza y estabiliza, Luis le dice: "¡Somos fotógrafos! Vamos a ver qué estamos haciendo. En bares, en la casa de uno, en la casa del otro, donde sea, pero esta vez, con fotografías sobre la mesa". Y cuando se conocieron, entendieron que había imágenes que "pedían juntarse", expresa Vignoli. Entonces se les ocurrió la idea de un diálogo visual. Finalmente, el marco expositivo presionó para darle un punto a ese diálogo. Sobre la mesa del taller de Luis empezaron a trabajar desde el punto de vista de las asociaciones formales, del color.
"Hay sensaciones propias de cada uno desde la indiferencia, porque las fotos son diferentes", indica Lamas. "Particularmente, esta última línea no tiene que ver con lo anterior", agrega. Se refiere al tipo de fotografías de su libro La otra ciudad. "Voy viviendo nuevas cosas, renuncié a los referentes de la ciudad", revela Alejandro. Aparecieron en Lamas este último año los colores, el cielo, lo natural, en imágenes alejadas de la figuración, modo que aquí él continúa debido adrede a la trepidación de la cámara y el desenfoque.
Su par, no. Trabaja con elementos reconocibles, aunque "la luz es la protagonista de todas las fotos", aclara Vignoli. "Recordá: siempre nos movemos con elementos de la fotografía", apunta Lamas.
Pero la lectura es más libre. No está el anclaje de la palabra, no está firmada la obra, ni lleva una explicación debajo del marco. Paradoja de algunas de las funciones de la fotografía de querer ocultar la realidad, "los interlocutores de la muestra", como le gusta pensar a Luis, reconstruirán una historia. "Se puede explicar en palabras ‑continúa Vignoli‑, pero lo visual es un diálogo sin palabras". "Todavía nos gusta el 'formato exposición física' por el contacto con el espectador y poder percibir mejor lo que se intenta comunicar", comenta Lamas.
Al final se trata de dos fotógrafos que manejan el lenguaje difuso, el arte visual. Los diálogos con artistas dan pistas. El visitante ampliará.