No Bears

Jafar Panahi

El gran cineasta iraní –contra vientos, mareas y la obcecación del gobierno de su país por cercenar las actividades artísticas– continúa haciendo películas, más allá de encarcelamientos y prohibiciones. En No Bears la creación y la realidad vuelven a entrelazarse en una historia que lo tiene nuevamente como protagonista. El Panahi de la ficción intenta filmar a la distancia, en Turquía, un nuevo largometraje; al no poder salir del país por cuestiones legales, dirige a sus actores a través de varios aparatos electrónicos, pero la falta de señal en el pequeño pueblo cercano a la frontera complica las cosas. Más allá de la excusa argumental, como ocurría en Taxi y This is Not a Film, aquí brillan las reflexiones sobre el acto creativo y la ética cinematográfica, reflejando asimismo el estado de las cosas en Irán con inteligencia y sensibilidad. Poco después de terminar el montaje de la película Panahi fue encarcelado otra vez y, apenas unas semanas más tarde, la muerte a manos de la policía de la joven Mahsa Amini desató una serie de rebeldías colectivas de una magnitud nunca antes vista en el país de los ayatolás. No Bears es una película sobre las urgencias del presente, dirigida por uno de los grandes cineastas políticos de todos los tiempos.

Un año, una noche

Isaki Lacuesta

Ramón y Céline disfrutan del recital de la banda Eagles of Death Metal, que está teniendo lugar la noche del 13 de noviembre de 2015 en el local nocturno Bataclan, cuando un ataque terrorista con toma de rehenes comienza a tener lugar. Las marcas indelebles de un atentado, la muerte, la mutilación, las esquirlas psicológicas. Todo eso forma parte del nuevo largometraje del catalán Isaki Lacuesta (La leyenda del tiempo), filmada en París junto al argentino Nahuel Pérez Biscayart y la francesa Noémie Merlant en los roles centrales. Adaptación del libro Paz, amor y death metal, escrito por el sobreviviente Ramón González, Un año, una noche describe con las armas de la ficción las consecuencias de un hecho trágico. En palabras del realizador, “no quería hacer una película sobre el terrorismo, sino sobre la vida de dos supervivientes a lo largo del año siguiente al atentado. La estructura de la película es la de la imagen tabú: arrancamos después de lo sucedido, y, a lo largo de un año, vemos cómo van emergiendo las imágenes del trauma en los personajes, que son incapaces de reconocerlas. Cada uno de ellos, de forma distinta, intenta reprimirlas. Pero esas imágenes comienzan a aparecer de manera incontrolable a medida que pasan los días”.

Walk Up

Hong Sang-soo

“La nueva película de Hong Sang Soo parte de una premisa familiar: un director de cine se va encontrando con distintas mujeres que cambian su forma de ver la vida, a partir de conversaciones que mantienen en los diferentes pisos de un mismo edificio”. Las palabras escritas en el catálogo del festival remiten de inmediato a un universo de sobra conocido por los seguidores del prolífico e hiper independiente realizador surcoreano, aunque en esta ocasión la locación excluyente lleva el relato a un plano casi abstracto, surrealista incluso. Si los temas parecen conocidos, como suele ocurrir en casi todas sus películas la gracia surge de la variación. En Walk Up, las charlas del “héroe” (otro posible alter ego del propio Hong, con su carga de egoísmo creativo y personal) con cuatro mujeres podrían entenderse como las distintas etapas de una relación de pareja, del enamoramiento a la disolución y la reconciliación. Como siempre también, el ida y vuelta de las palabras y miradas está acompañado de platos de comida y dosis generosas de alcohol. El placer de reencontrarse con el incansable director de El día después y Virgen desnudada por sus pretendientes está servido.