Los mercados financieros muestran un panorama complejo para todas las regiones. Desde las economías desarrollados hasta los países emergentes acumulan cada vez más tensiones. Empresas tecnológicas en problemas para recuperar la confianza de los inversores, deudas soberanas con presiones por el aumento de las tasas de interés en Europa y Estados Unidos, empresas poco robustas que no logran sostenerse sin el financiamiento barato de los últimos años y economías de menores ingresos que deben lidiar no sólo con los problemas financieros sino con el aumento de los costos de los alimentos y la energía.
En el centro de las finanzas globales, las acciones de Wall Street siguen mostrando semana a semana este clima de incertidumbre y de falta de perspectiva para los próximos trimestres. El último jueves Facebook dio la nota con una caída diaria de más del 20 por ciento. La apuesta por la realidad virtual por el momento espanta a los inversores, asustados por la caída de las ganancias de la compañía y los gastos cósmicos en el metaverso.
En Europa la situación no parece mejorar e incluso muchos analistas aseguran que el escenario en los próximos meses será cada vez más difícil. Se especula que el gasoducto Nordstream 2 no podrá utilizarse en el invierno del hemisferio norte luego de los ataques que recibió a finales de septiembre y que afectaron en menor medida a la otra tubería clave: Nordstream 1.
La falta de abastecimiento energético se transformó en el principal problema para la economía del Viejo Continente y sus industrias. Los establecimientos fabriles deberán recortar la producción para liberar combustible que permita calefaccionar los hogares (principalmente en las ciudades con temperaturas que bajan de los cero grados en los meses más fríos del invierno).
A este panorama se suma que la inflación no frena. El último dato la ubicó en niveles de casi 10 por ciento anual, y la respuesta del Banco Central Europeo fue anunciar una nueva suba de la tasa de interés para principios de noviembre que llevará el costo del dinero a los niveles más altos de la última década. Una política monetaria contractiva que está espejada con la de la Reserva Federal en Estados Unidos y comienza a provocar serias tensiones.
En uno de los últimos informes del Instituto Internacional de Finanzas se hace un repaso de la situación global de la deuda y las dificultades que genera el aumento de las tasas. El monitor del IIF tiene en cuenta los pasivos soberanos y de las empresas y muestra que luego de cuatro trimestres de caída, la relación de la deuda sobre el PIB global volvió a subir. Se espera que el ratio se ubique en niveles de más del 350 por ciento para finales de 2022.
Las advertencias que hace este entidad de bancos, referente para el mundo financiero de occidente, es que “durante la última década, las bajas tasas de interés dieron a muchas compañías un salvavidas a través del financiamiento de deuda barato. El aumento en el número de firmas llamadas zombi fue notable en Estados Unidos”. Para señalar que “de cara al futuro, es posible que se produzca un aumento significativo de las quiebras a medida que aumenten los costos de los préstamos, lo que hará que sea bastante difícil para los bancos centrales diseñar un aterrizaje suave sin implicaciones adversas para los mercados laborales”.
El otro problema evidente que marca el Instituto Internacional de Finanzas se concentra sobre el riesgo de la deuda soberana en los países emergentes. “El aumento de los costos de financiación está limitando la capacidad (y el apetito) de muchos soberanos de mercados emergentes para acceder a los mercados internacionales". Se aclara que “los precios más altos de los alimentos y de la energía están exacerbando al mismo tiempo las vulnerabilidades de la deuda existentes en muchos países en desarrollo”.
En el informe se proponen incluso medidas poco convencionales para intentar contener los conflictos de deuda en las economías vulnerables. La conclusión es que “como muchos de los países de bajos ingresos tienen una capacidad limitada o nula para aumentar sus pasivos en divisas, sería útil mejorar la capacidad de los bancos multilaterales de desarrollo para prestar en moneda local”.