Entre tres y seis de cada 100.000 niños y niñas sufren un accidente cerebro vascular, una enfermedad que en la infancia tiene mayor prevalencia que los tumores del sistema nervioso central, informó este sábado el Hospital Garrahan, en el Día Mundial de la lucha contra el ACV.


"Un ACV sucede cuando se detiene el flujo de sangre hacia una parte del cerebro y no recibe nutrientes ni oxígeno. Dependiendo del tiempo que pase, las células cerebrales pueden morir y causar daño permanente. Por eso la atención inmediata es tan importante a cualquier edad. En la infancia afecta entre 3 y 6 de cada 100.000 niños y niñas", informó el hospital en un comunicado.

"El ACV en la infancia tiene una prevalencia mayor a los tumores del sistema nervioso central. En el periodo neonatal, la incidencia es más alta: en uno de cada 6.000 recién nacidos ocurre por trombosis de senos venosos cerebrales, y tanto el ACV isquémico como el ACV hemorrágico tienen una prevalencia de uno cada 4.000 recién nacidos", añadió el texto difundido por el Garrahan.

También, en pediatría, "casi no existen medidas de prevención primaria porque no tienen los mismos factores de riesgo que los adultos como la hipertensión, el tabaquismo o las dislipemias", por lo que apuntó a la prevención secundaria.

Los signos de alerta y la intervención rápida


"Lo más importante es el reconocimiento precoz del ACV, tanto de sus cuidadores como de sus pediatras, y evitar que se produzca un nuevo infarto", advirtió María Celeste Buompadre, médica del servicio de Neurología del Garrahan.

En niñas y niños sanos, una de las causas más frecuentes son las arteriopatías o enfermedades en la pared del vaso, y las cardiopatías congénitas. "No es real que los ACV en la infancia sean menos graves que en los adultos", aseguró la especialista. Y añadió que hay una alta prevalencia de secuelas como el déficit motor, la función de la mano, el compromiso intelectual y la epilepsia.

Los principales síntomas de alerta para detectar un ACV en la infancia son:

  • la debilidad o adormecimiento de la mitad del cuerpo;
  • la dificultad para hablar o para entender; 
  • la debilidad en la mitad de la cara; 
  • el dolor de cabeza intenso, especialmente asociado a vómitos y somnolencia; 
  • la visión doble o su pérdida; 
  • el mareo, la dificultad para caminar o en la coordinación y las convulsiones.