Pizzería llena, medianoche en La Paternal. “¿El que tocó es rockero o rapero?”, pregunta el del mostrador. “Trapero”, reacciona el de al lado con la boca torcida, como quien baja la posta. Curiosamente, acertaba más el de la pregunta que el de la respuesta. Y no, no todo lo nuevo es trap. Pero, si hiciera falta, ¿en qué estante se podría ubicar a Wos?
El artista de 24 años acababa de consumar el primero de sus dos shows en una cancha de Argentinos Juniors colmada por 30 mil personas (repite hoy). Acaso el resultado de un camino tan corto como intenso, otra unidad constituyente del momento histórico que vive la nueva música popular argentina. Wos es uno de los puntales de esa camada que hoy palpa la masividad como nunca antes.
“Qué lindo que es estar en casa, loco”, le sopló a la multitud después de “Buitres” y “Luz delito”. Claro, estuvo girando por Latinoamérica y España durante un buen rato, haciendo todo lo que no pudo en 2020, cuando la pandemia le cortó las alas en pleno vuelo y, tal vez, modificó su rumbo artístico. Sus canciones ayudaron a muchos de esos miles a sobrellevar lo peor del aislamiento, ahora quieren sentirse parte de la proeza colectiva.
La cosecha del cantante incluye hasta acá dos larga duración -Caravana, de 2019, y Oscuro éxtasis, de 2021- más un EP y una buena tropa de sencillos. Su extrema habilidad para improvisar, primero; su forma de componer, después; el magnetismo escénico y la lírica existencialista con conciencia social, lo llevaron a ser una personalidad destacada. El otrora pibito de la plaza lleva hoy los pantalones largos y una camiseta ajustada.
Están activas las pantallas led que colorean el tablado. Funcionan las pantallas laterales y la del fondo, que se abre como compuerta. Una parrilla de luces sube y baja. Sin embargo, durante la primera parte, a la magia le cuesta poner primera. El sonido de la banda -casi siempre a oscuras, siempre sólida- se pierde en la inmensidad, y la voz de Wos parece enterrada ahí dentro. Las imágenes están sobrecargadas de capas y efectos. Hay agite, no tanta explosión.
Ganador del Premio Gardel de Oro por Oscuro éxtasis, Valentín Oliva es el artista nuevo adoptado con mayor velocidad por el mundo adulto. Rockeros emblemáticos lo abrazaron y elogiaron: el Indio Solari, Andrés Ciro Martínez y Ricardo Mollo, que apareció con una Strato blanca para poner su parte en “Culpa”. El cantante agarró esa manija y se erigió como conector entre los nuevos raperos batalladores y aquellas otras leyendas.
La influencia de ese universo rocker particular con sus yeites se vio también en el segmento íntimo de bajas revoluciones promediando el show. Acompañado de piano y cuerdas, interpretó temas como “Mirá mamá” y “Algo del vacío”, en líricas que aluden al sentimiento frente al éxito y la popularidad. “Gracias por permitir este ritual hermoso en el medio de tanto caos”, reverenció.
Pero lo mejor llega cuando la solemnidad vuela y todo vuelve a parecer un juego. Antes había sido “Cambiando la piel” junto a Nicki Nicole, o con la banda tirando algún funky ochentoso. Ahora de nuevo es Wosito, plantea un duelo batería-beatbox con Tomy Sainz. Se cuelga una guitarra para ese punki garagero de cuarentena llamado “40”. Escupe “Que se mejoren” y lo dedica “a todos los mezquinos de corazón”. Invita a Zone -el DJ de las grandes batallas-, más Klan y Acru -dos que fluyen como locos sobre un boombap-, para soltar freestyles bien al frente, en el momento más rapero de la noche. Y Acru se queda para “Animal”, sin escatimar técnicas.
La buena racha sigue con la previa de “Canguro”: la cámara muestra al artista personificando a un garca de aquellos, y luce dones actorales. Muchos coronaron aquel sencillo de protesta -que marcó una época y gran parte de la carrera del artista- con cantos de repudio hacia el ex presidente Macri.
Después, un nuevo paso por el Wos adulto de Oscuro éxtasis. “Mugre” -con el coro AfroSound-, “Gato negro”, el mencionado “Culpa” con Mollo, un corte fresco con “Terraza” -entre sus simples dorados-, y de regreso el Wos presente con “Contando ovejas”, donde canta: “Buscaba juventud en cada viaje / Y se perdió en el loop de la luz de esa calle, ya sé”. Ca7riel invitó a aflojar la osamenta en “Niño Gordo Flaco” y, al cabo de dos horas y media casi ininterrumpidas, “Púrpura”, aquel tema-manifiesto de 2018, cerró la noche bien arriba.